Capítulo 8: 2000. Dalia

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2000. Dalia

Sabía que Louis tenía dinero. Que trabajaba en la empresa de su padre. Pero no tenía ni idea de qué empresa. Cuando vi su casa, me pregunté si no la conocería. Era una casa demasiado grande como para que no fuera famosa.

Cuando llamé a la puerta, me abrió una mujer de uniforme. Me rasqué la nuca, nervioso.

—Estoy buscando a Louis.

—El señor ahora está en el invernadero.

«El señor». Joder.

—Oh, eh, ¿puedo ir al invernadero?

—El señor ha ordenado expresamente que no se le moleste cuando está allí.

—Claro. —Me palmeé el pantalón —. Claro, claro. Bueno, entonces igual...

—¡Espera! Hola, Lydia, gracias, te puedes retirar, todo está en orden.

Louis había aparecido corriendo desde la parte de atrás. Llevaba botas altas de goma y guantes de jardinería cubiertos de tierra. Parecía sin aire.

—¿Debería llamarte señor a partir de ahora? —me burlé.

—No. Le tengo dicho que no me llame así, pero ni caso.

—Ya veo. —Sonreí —. Me alegra que te hayas puesto guapo para recibirme.

El efecto fue instantáneo: Sus mejillas se tornaron rojas.

—Lo siento... —dijo —. No sabía a qué hora ibas a venir. Estaba...

Le callé con tan solo rozar uno de sus guantes. Ante su atenta mirada, se los quité y acaricié sus cálidas manos.

—¿Quieres ver mi jardín? —susurró.

—Sí. Sí quiero.

Louis me cogió de la muñeca y me condujo hacia el patio trasero. Sus ojos relucieron con ilusión en cuanto estuvimos frente a sus flores. Me volvió a coger de la mano.

—Ven, vamos al invernadero.

Su voz me hechizaba. No podía negarme a nada de lo que propusiera.

—Es una dalia —me enseñó —. Las dalias son amables. Me gustan las dalias.

Sonreí. Le acaricié la mejilla y él, como un autorreflejo, ladeó la cabeza hacia mi mano.

—Habla más de flores. Estás muy guapo cuando hablas de flores.

Le saqué una tímida sonrisa, y apartó la vista de mí.

—Eres un tonto. Tienes una facilidad increíble para decir cosas bonitas a desconocidos. Hace siete años igual.

—Solo contigo —confesé, acercándome a él.

—¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Quizá porque cuando te vi, me atreví.

el chico de las flores ; lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora