05

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TaeHyung guardó su celular en su bolsillo, se balanceó sobre sus pies mientras esperaba al pelinegro.

Se preguntó cuánto tendría que esperar. Inevitablemente su cerebro comenzó a trabajar en la respuesta. Dos cuadras en ese distrito eran aproximadamente cuatrocientos sesenta metros, tal vez menos. Se necesitarían quinientos... No, seiscientos ¿sesenta? pasos. Si es que JungKook se estaba apresurando, tardaría unos cinco minutos.

Conforme con el resultado, checó la hora, dándose cuenta que los cinco minutos ya habían expirado. ¿Había fallado entonces o por qué el alfa no estaba ahí?

—¡TaeHyung! —exclamó, llegando a su lado. Hablando del rey de Roma... —Lunas, disculpa la demora, Javier Prado está repleto y... Ay, no respiro, dame un segundo. —pidió, apoyando sus manos en sus rodillas.

Kim soltó una risita, ¿por qué se le había hecho adorable? Olfateó un poco, discretamente, el aroma a jenjibre, moras y tierra mojada del mayor se coló a sus fosas nasales. Su omega movió la colita en su interior y luego se tiró, mostrando la pancita. Ignoró aquello y se preguntó porqué el otro parecía tener tres aromas, ¿usaba algún tipo de fragancia?

—¿Quieres un poco de agua? —preguntó, viendo a Kook negar mientras se levantaba.

—No te preocupes, gracias. —tomó una bocanada de aire, y quitó la mochila de su espalda, colgándosela al frente. La abrió y sacó una gran bolsa que extendió hacia Tae. —Tus libros. Son cinco de John Green, dos de Alice y el de Invisible.

Al tomar la bolsa, los dedos del rubio rozaron con los contrarios. Los ojos de ambos se iluminaron, los de TaeHyung en un color azul cielo y los de JungKook en un rojo zafiro. Fue solo un destello en un segundo. El alfa del mayor saltó en su pecho, contento.

Retiró su mano, pasando la misma por su nuca. ¿Qué había sido eso?

¡Es nuestro omega! Su lobo rasguñó en su interior, queriendo tener otro contacto con el omega rubio, que ahora se encontraba revisando los libros superficialmente, con un leve sonrojo en las mejillas.

—Están bien. —murmuró, sacando su billetera. —Ten, quedaban pendientes trescientos veinte. —le extendió cuatro billetes que cubrían el total.

Algo ido, el azabache tomó el dinero y lo guardó. Tae se abrazó a la bolsa, dispuesto a volver a su hogar.

—Muchas gracias, JungKook. —hizo un ademán con su diestra, sonriéndole un poco al alfa. Se dio media vuelta para poder marcharse ya.

—E-espera. —el más alto lo detuvo. Su corazón latió con fuerza, ¿por qué se sentía de ese modo?

—¿Qué pasa? —preguntó, mirándolo expectante.

—¿Vienes aquí seguido? —relamió sus labios, volviendo a colgar la mochila en su espalda.

—Algo por el estilo. —asintió un poco. —¿Por?

—Estaba pensando... ¿Quieres salir un día? Podemos tomar algo y leer juntos. —ofreció, aferrándose a la correa de su bolso. —Si quieres, claro.

Hasta que pegas una. Se mofó su lobo, haciéndole rodar los ojos.

—Ah, seguro, suena bien. —el omega le sonrió. Él correspondió la sonrisa antes de bajar la mirada algo cohibido, el rubio era tan encantador que no podía mantenerle la mirada.

—Te escribiré entonces. —se despidió con la mano, viendo al otro asentir por última vez antes de darse vuelta y comenzar su camino hasta su trabajo.

TaeHyung lo observó irse hasta que su figura se perdió entre las demás personas, suspiró. Sabía que Kook se había dado cuenta de que eran destinados y por ello le había invitado a salir.

Es muy guapo. Su omega movió la colita, él soltó una risa mientras retomaba su andar.

Lo es. Concedió. Y aunque su mala experiencia con los alfas seguía dejando un temor en su ser, vería qué tal iban las cosas con el azabache.

...

primer capítulo narrado, je, no planeo que esto sea muy largo así quee.

-Sofia ReFus.

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