EPÍLOGO

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DOS DÍAS DESPUÉS....

Arlene comenzó a aparecer poco a poco de entre las polillas que caminaban sobre su cuerpo.

—¡Ahh! —gritaba desesperada— Mierda, mierda, mierda...

Ella se sacudió de todo los insectos y se levantó. Se palmeó el cuerpo porque creía que había pasado algo malo, incluso se tocó aquella herida en la frente que, mágicamente, ya no estaba. Recuero que de repente se había visto en un lugar oscuro sin sonido, sin sentidos o visión y después ya estaba de pie otra vez. Su mirada descubrió el entorno, estaba en casa, aquel sendero, los árboles, el clima y el olor, incluso la cabaña a unos cuantos metros. Ella estuvo a punto de salir corriendo en busca de respuestas hasta que vio a Maxim emerger de aquel montón de polillas también, Arlene corrió y se arrodilló ante él para ayudarlo con el aturdimiento que parecía estarlo consumiendo en ese momento.

Él no tenía palabras, se mantenía recuperando el aliento y entendiendo lo que pasaba. Recordaba cada acción y al igual que la chica, se tocó el estómago donde se suponía había perdido la vida, pero todo estaba intacto.

Arlene echó un vistazo a su alrededor porque se sentía observada, pero no encontró a nadie. Por el contrario, observó a Dann levantarse del suelo entre polillas donde algunas aún se mantenían sobre sus prendas; él parecía un poco más calmado y observaba buscando a alguien, cuando sus ojos encontraron a su hermano dio pasos agigantados hasta ellos y abrazó a Maxim.

—Dann.... Yo.

—Cállate, Maxim —le suplicó en un susurro, y al alejarse del abrazo, averiguó:— ¿estás bien?

Maxim le respondió con un asentamiento de cabeza.

—Yo creí... Vi como esa cosa... Se sintió real...

Arlene perdió su mirada en la entrada de la casa, había alguien parado en la puerta. Era una chica que estaba a lo lejos. Y mientras los hermanos Muratori se alegraban de verse, ella dio pasos hasta la cabaña, al acercarse se dio cuenta que esa chica tenía el cabello tan largo y tan negro que ondeaba gracias al aire.

Cuando estuvo demasiado cerca pudo verla, era real. Con un pantalón que parecía de pijama y un suéter bastante grande para cubrirle hasta las rodillas. Y con eso creyó entender de quien se trataba.

Ella tenía aquel brazalete de oro que alguna vez también tuvo, recordó lo que Dann le había dicho y a quien había pertenecido. La miró a los ojos; su mirada poderosa y con esa ligera curvatura en los labios que demostraban la felicidad.

¿Era Moun? No, de hecho era Rachell.

Arlene estiró los labios en una sonrisa que de alguna manera la hizo sentir nostálgica.

—¿Vas a irte?

—Sí.

—Pero no vas a volver...

—Creo que no.

—Tal vez ahora si puedo dar gracias, aunque sigo un poco asustada. Realmente pensé que ese loco había ganado —comentó Arlene.

—No lo hizo. Pero discúlpame por no contarte del plan, o al menos no completo. Hubiera resultado difícil, tenía que verse creíble.

—Oh, por supuesto —ambas rieron.

Maxim llegó de repente y sujetó con fuerza la mano de Arlene, le regaló una sonrisa y estuvo a punto de preguntarle como estaba, como se sentía y llenarla de preguntas, pero cuando vio a la chica junto a la entrada se detuvo, confuso.

Dann entonces llegó a su lado y la vio, la reconoció.

Dann se sintió extraño. Abrió la boca para hablar pero las palabras no salieron de su boca y en su lugar sus ojos se llenaron de lágrimas al verla. A penas la vio entendió todo lo que había pasado, siempre fue parte de su plan. Y aunque lo había lastimado la verdad es que se había sentido como una bendición ver el rostro de su alma gemela, el verdadero del cual se enamoró.

Moun [Oscuros #3] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora