Dolida...

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Me desperté con la sensación de haber dormido más de la cuenta, como si estuviera muy retrasada para alguna cita, o tuviera que estar en algún otro sitio, y no sobre una cama. Que por cierto, era de lo más incómoda.

Deseaba con todas mis fuerzas poder abrir mis ojos, ver donde estaba y poder levantarme de aquella superficie como roca, para ponerme en pie y llegar a donde sea que tuviera que estar; que no era allí.

Los párpados me pesaban toneladas, y mis brazos no respondían a mis constantes insistencias para elevarlos hasta mi rostro y sentirme despierta por completo.

Entre mis intentos de control mental, escuché voces, eran dos personas distintas, y hablaban en susurros. Pensaban que dormía.

-"Ya sabes lo que dice el Doctor Cornelio, estamos muy viejos para no seguir trabajando."- eran dos voces femeninas, y se escuchaban joviales y divertidas. Si hubiera estado en cualquier otra situación, me hubiera sonreído, pero, en aquel momento, su regocijo me producía una amargura sin razón.

Pude sentir lágrimas en mis ojos, resbalando por los lados de mi cara, hasta rosar mis orejas; la humedad invadía lentamente la parte interna de mis oídos.

-"Ya son las tres, tenemos que estar en la recepción, si queremos ver la despedida de Teresita."-

-"Si, la extrañaremos un montón, ninguna jefa de enfermeras como ella, te digo que..."-

Sus voces fueron haciéndose lejanas, y mi atención había quedado prendada en la hora. Eran las tres. Tres. Aldo.

Fue entonces, cuando abrí mis ojos, con una determinación renovada, a pesar de que ardía demasiado ver la luz de las lámparas que me abofeteaban el rostro.

Adopté una postura medio sentada, agarrándome fuertemente de las sábanas. Con una sensación nauseosa en el estomago.

Necesitaba pensar claro. Me esforzaba por hacerlo. Fui enumerando mis respiraciones profundas y las certezas que iban apareciendo en mi consciencia recién adquirida.

Inspiración... espiración... estoy viva

Inspiración... espiración... estoy en una habitación de hospital

Inspiración... espiración... estoy completa, sin heridas perceptibles

Inspiración... espiración... estoy libre, sin tomar en cuenta que para salir de un hospital necesitas el alta por parte de un médico

Una vez neutralizada mi agitación, observé mi entorno: había estado muy pocas veces hospitalizada en mi vida, pero contaba con una noción general, y parecía que estaba en una habitación sencilla, diseñada para pacientes que no requerían de demasiados cuidados; lo cual, a su vez, me daba cierta certeza de que mi estado no era nada grave.

Ahora, a recordar lo último sucedido.

Me comenzaba a doler levemente la cabeza, así que los recuerdos no estaban fácilmente accesibles ni era un trabajo simple.

Volví a respirar profundo, y cerré mis ojos.

¿Qué recordaba?

Fui secuestrada, me escapé después de un atentado, acompañada de uno de mis secuestradores. Me enamoré de él, al darme cuenta que me protegía y cuidaba de mí. Se fue, y me dejó con su hermana adoptiva, quien fue secuestrada también. Me volví a escapar.

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