Intoxicada...

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Eran pasadas las tres de la mañana, habíamos estado manejando a rumbo desconocido, durante horas. Tres, aún tenía una tensión palpable en cada movimiento; y yo devoraba todo paisaje que se exponía frente a mi ventanilla, pegando mi frente acalorada sobre la superficie fría del cristal.

No me había dicho a dónde íbamos, y no le había insistido demasiado, me ponía los nervios de punta, el verlo así. Y, además, estaba segura de que sus respuestas no serían de mi agrado.

Deseaba comunicarme con mis padres, necesitaba escuchar a mi bebé, necesitaba estar envuelta en sus pequeños y cálidos brazos; olvidarme de todo lo que había sucedido, y que me dijera todo cuanto había hecho en casa de sus abuelos, como siempre, como antes. Temía pedírselo a Tres, porque sabía que la respuesta sería no, y que se molestaría.

 

Aun me provocaba miedo, a pesar de que no me había hecho daño, teniendo más de una decena de oportunidades. Aun no me acostumbraba a verlo. Era extraño poner un rostro a la voz que me había acompañado durante esa docena de días, en la oscuridad de mi cautiverio. Un rostro tan atractivo, además.

 

Ahora mismo, estaba manejando con una concentración intensa, como si esperase que el cemento hidráulico se elevara sobre nosotros y nos tirara lejos del camino; estaba preparado para atacar, ¿a quién?, no estaba segura. Había sido tan cuidadoso conmigo durante aquellos días, que su cambio, o más bien, la posible evidencia de su verdadera personalidad, me trastornaba un poco más, de lo que ya lo estaba.

 

-“Pensé que se consideraba de mala educación mirar constantemente a las personas, sin dirigirles la palabra.”- me había dicho, con un tono frío, pero a la vez, interesado.

 

Eso me causó que regresara, abruptamente, mi mirar a los edificios y casas a mi derecha.

La noche era oscura, más oscura que las horas previas; lo cual indicaba que no sería mucho tiempo, para que comenzara el amanecer.

Antes de que aparezca la luz del sol, la noche es aún más oscura. Siempre me tranquilizó escuchar esa expresión. Significaba que antes de que todo mejorara, parecería que empeoraría.

 

-“Tenemos que detenernos para dormir. No creo poder manejar más y necesitamos despistar nuestra huída.”

 

Yo respondí, asintiendo con mi cabeza.

 

-“Tomaré una habitación conyugal, para que parezca creíble que somos una feliz pareja, en un viaje por carretera.”- el énfasis que hizo en la palabra ´feliz´ causó que apareciera una mueca sardónica en mi rostro. Nunca había estado feliz en una relación, Tres no sabía la verdad oculta en su intento sarcástico.

 

Veinte minutos después, estábamos entrando a una habitación en el primer piso de un motel de paso, con el auto estacionado por fuera de la puerta; conveniente, según Tres, para una salida rápida, en caso necesario.

Cuando me lo dijo, un escalofrío había recorrido mi espalda; haciéndome temblar un poco. Podía sentir un leve pánico al pensar en regresar a las manos de alguien, que me llevaría a regresar a un lugar desconocido y a la oscuridad asfixiante de los últimos días.

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