Ya nos habíamos establecido en el avión, puesto un orden y nos repartimos las tareas. A mi me había tocado la primera puerta, la que esta más cercana a la cabina y el galley delantero.
Junto a mi estaba otra compañera, que también estaba asignada a la puerta uno.
Ambas nos encontrábamos saludando a los pasajeros que empezaban a llegar y a ayudarles a localizar su asiento.
—Bienvenidos a bordo, gracias por volar con Noga Airlines.—repetí como un loro hasta que dejo de llegar gente.
El vuelo iba bastante lleno, sobre todo en business, la gran mayoría eran hombres que volaban por trabajo, aunque también había algunas familias con niños, vuelo entretenido sin duda. Lo que más me gustaba de quedarme en la primera puerta era el tener el teléfono bajo mi responsabilidad. Lo descolgué de la pared y empecé a hablar.
—Buenos días señores pasajeros. Agradecemos su confianza por escogernos para viajar. Se espera un vuelo tranquilo y la hora establecida de llegada a Sydney son las 20.40, hora local. Cualquier cosa que necesiten pueden ponerse en contacto con la tripulación, ahora por favor atiendan al simulacro de emergencia, es muy importante, les pedimos que sigan nuestras instrucciones en caso de emergencia. ¡Muchas gracias!.—solté las palabras memorizadas y casi sin pensarlas.
En la pantalla de cada pasajero empezó el video explicativo de que hacer en caso de emergencia. La gran mayoría de los pasajeros no estaban atentos a su pantalla, algunos incluso llevaban auriculares puestos. Esperaba que no hubiese ningún inconveniente porque sino nadie iba a saber actuar. Tras la explicación, sonó una melodía corta que indicaba que el piloto iba a hablar.
—Buenos días pasajeros. Les habla su capitán el día de hoy, Nathan Hawkins. Espero que su vuelo de Oslo a Sydney sea ameno. Gracias por volar con Noga Airlines.—dijo a través de los altavoces.
Su discurso estaba tan ensayado como el mío, o incluso más. Revisé los cinturones de los pasajeros en mi zona y me senté en mi asiento preparada para despegar.
Empecé a notar la adrenalina del despegue, las vibraciones del avión y como mi cuerpo se acostumbraba a estar cada vez a una altura mayor. Es una sensación indescriptible, una de las mejores que he sentido nunca. Es como subir a una montaña rusa y vivir la sensación de bajar constante, y justo cuando llegas a los mil pies de altura, es como si todo volviera a la normalidad, a tú cuerpo solo le cuesta unos pocos segundos adaptarse a la nueva presión. Ojalá los humanos fuéramos capaces de adaptarnos a todo así de fácil, a los improvistos de la vida, en solo unos segundos. Toda una fantasía.
El vuelo transcurría tranquilo, estábamos sirviendo la comida a los pasajeros, ya casi habíamos terminado solo me quedaban un par de filas de asientos.
—¿Pollo, ternera o opción vegetariana?— pregunte a un hombre con traje. Debía tener unos cincuenta o sesenta años, tenía canas y alguna arruga.
—Mejor a ti, en el hotel cuando aterricemos.-me susurró para que solo yo pudiera oírlo.
—¿Pollo, ternera o opción vegetariana?—volví a repetir con una sonrisa en la cara.
Lamentablemente esto sucedía bastante, normalmente los pasajeros al verse rechazados no insistían más. Por nuestra parte era importante mantener la calma y la sonrisa en la boca, si la cosa se alargaba debíamos avisar a la sobrecargo al mando y ella avisaría a las autoridades. En este caso, el hombre no se da por vencido y sigue insistiendo. Visualizo mi alrededor en busca de la sobrecargo, pero no la encuentro. Intentó mantener la calma pero cuando levanta la mano para intentar acercarme, la sonrisa se me quita de golpe. Estoy a punto de montar en cólera y cantarle las cuarenta al cretino que tengo delante, cuando noto una mano en mi hombro.
—¿Di Angelo? En la cabina necesitamos que nos sirvas la comida.—habló el capitán a mis espaldas.
Y aunque no lo conocía prácticamente de nada, respire aliviada. Porque por desgracia su palabra o la de cualquiera de mis compañeros hombres iba a valer más que la mía para este hombre. Además, no iba a ser tan idiota de intentar algo con el piloto delante. Además es un hombre que impone, no es excesivamente musculoso pero tiene esa mueca que te dice "Vas a necesitar cinco sesiones con la psicóloga después de hablar conmigo".
—La chica esta ocupada.—le gruñó el hombre.
Oh, definitivamente si era idiota. Juraría que acabo de ver como a Nathan se le hincha una vena de la frente.
—El equipo de tripulantes de cabina están aquí para trabajar, y si usted no les va a dejar trabajar voy a tener que avisar a la policía. Di Angelo, la comida a cabina, ¡ahora!—me bravo de mala manera.
Vale, ya no era mi salvador. Era un cretino, aún así le susurre un gracias y me dirigí al galley a preparar los menús. Pedí a un compañero que me guardase un menú vegetariano y cogí el teléfono para solicitar acceso a cabina. Al cabo de unos segundos, la puerta se abrió y accedí al lugar. Nunca antes había estado en esta parte del avión, y era una experiencia mágica. Las vistas eran de ensueño, no parecían reales. Las nubes flotaban alrededor del aparato, como si fueran una capa protectora.
—Cuando dejes de flipar, estamos aquí—rió Jayden, el copiloto.
—Mierda, lo siento. ¿Qué preferís tomar: pollo, ternera o vegetariano?—pregunte al chico moreno y al desagradable no-salva-Carlottas.
—Vegetariano para mi, pollo para Nathan.—me aclaró, me puse a preparar los menús y el copiloto siguió hablando.—¿Cómo te llamas? No hemos volado juntos antes.
—Di Angelo, y no gracias a dios no habíamos volado con ella.—respondió por mi Nathan.
—Carlotta.—aclaré ignorando al comandante.—Llevo volando muy poco tiempo.
—Encantado de conocerte Carlotta.¿Como te llaman Car, Lotta?—definitivamente a Jayden le gustaba preguntar.
—Car.
—¿Car? Como coche en inglés —rió el otro. Y creó que era la primera vez que lo veía reir.
—¿Qué tiene de malo?—fruncí el ceño.—¿Cuál es un buen apodo según tú?
— Ninguno.—respondió sin pensárselo.
—Ya pues para ponerme un apodo primero hay que ser mi amigo y tú capitán, no lo eres.—intenté sonar amenazante y segura de mi, pero cuando ambos rompieron a carcajadas asumí que no lo había conseguido.—Tú puedes llamarme Car, Jayden.—dije antes de irme.
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Noga
RomanceUna joven enfermera decide dejarlo todo y empezar como azafata en Noga Airlines. Pero en su nueva vida en los aires conoce a un piloto bastante capullo, al menos hasta aquella noche en Sydney...