Al final no había dormido nada en el avión, el capitán me había entretenido durante todo mi descanso. Aunque mejor dicho, yo había hablado como un loro y él había asentido y escuchado. Lo único que pude sacar en claro es que es de Atlanta, es un piloto demasiado joven para ser piloto y estuvo en el ejercito en la base aérea. Me pareció una persona mucho más agradable que al principio, pero cuando nos bajamos del avión después de despedir a los pasajeros, estaba igual de borde que antes. Igual era el café, que le trasformaba en una persona agradable y sociable. La verdad es que estaba demasiado cansada como para pensar en Nathan, el resto de la tripulación habían quedado para cenar y luego salir por la cuidad, así que mi meta era llegar al hotel y ducharme. El vuelo había llegado puntual a las 20.40 aún así no salimos del aeropuerto hasta las 21.15, tenía que darme prisa para estar lista para salir en menos de una hora.
Finalmente llegamos al hotel y nos entregaron las llaves de nuestras respectivas habitaciones, todo pagado por la compañía claro. Mi habitación estaba en la cuarta planta, tenía un baño con una gran ducha y un espejo que ocupaba casi toda la pared, en la habitación principal había una cama de matrimonio con sábanas blancas, un armario empotrado en una de las paredes, un escritorio vacío y un aparador con una pequeña televisión. Pero sin lugar a dudas lo mejor era el gran ventanal que poseía la suite, con vistas a la bahía de Sydney.
Ni siquiera deshice la maleta, solo cogí la ropa que le iba a poner, algo de maquillaje y corrí a la ducha.
El agua caliente mojo mi cuerpo, aliviando la tensión de los músculos tras el vuelo. Después de desmaquillarme había visto que un pequeño brote de acné había aparecido en mi mejilla derecha. Era la consecuencia de ir siempre maquillada en el trabajo, que mi piel sufría por muchas cremas que le aplicase. Me enjabone mi media melena y me aplique el acondicionador. En esta ducha había espacio para dos o tres personas más, era inmensa, yo quería una así para mi apartamento de Madrid. Aunque después de todo, igual debería de dejar de pagar el alquiler, ya no vivía allí pero había mantenido cosas en el piso por si los aires no eran para mi. Pero llevaba meses volando para Noga Airlines y tenía un contrato indefinido, no había motivos para seguir atándome a Madrid y a ese piso. A pesar de eso cada vez que decidía llamar a mis padres para que sacaran mis cosas de allí, me arrepentía y no lo hacía.
Pensando en eso recordé que tenía que llamar a casa, hacía una semana que no daba señales de vida. Echaba de menos a mi familia, sobretodo a mis hermanos, tengo un hermano mayor que yo, tiene treinta años y es policía; también tengo una hermana más pequeña, que va al instituto y sigue viviendo con nuestros padres. Y luego están ellos claro, mamma y papà como los llamábamos nosotros, una pareja italiana que decidió irse a España en busca de trabajo y como no encontraron mucho decidieron abrir su propio negocio, un restaurante de comida italiana. Trabajaban mucho pero gracias a eso nos pudieron mantener a los tres. También debería llamar a Italia, a ver que tal estaban mis tíos y mis abuelos, pero eso sería otro día, hoy estaba en Sydney y debía disfrutar de la ciudad.
Me puse un top negro de manga larga, una falda con un tejido que imitaba al cuero del mismo color y unas sandalias con tacón. Retoque mi maquillaje y me solté el moño que había echo para maquillarme, cogí una chaqueta, me pinte los labios de rojo y salí de la habitación.
La cena fue agradable, la comida estaba deliciosa y yo había comido demasiado. Al final, solo nos reunimos un grupo reducido de azafatas, el resto de la tripulación se había quedado a descansar y los pilotos siempre iban a su bola.
Tras la cena, decidimos salir a tomar algo por la zona de ocio nocturno. Entramos en una discoteca llamada "La guarida del lobo", el ambiente estaba bien había buena música y gente joven. Me acerque a la barra con un par de compañeras y pedimos unos chupitos para ir calentando, luego vinieron un par de copas y yo ya estaba un poco borracha. En un momento vi entrar a Jayden y a Nathan en el local, el último me miro de arriba abajo antes dirigirse a la barra. Era raro verlos sin uniforme, supongo que ellos pensarían lo mismo de mi.
Un chico moreno se me acerco y empezó a bailar conmigo, me repetía cerca de la oreja un montón de cosas que no logre descifrar con el sonido de la música. Al solo obtener sonrisas como respuesta decidió avanzar rápidamente la cosa y me beso. Fue un beso agresivo y nada bonito de recordar. Me aparte del chico sutilmente y le dije que tenía que ir al baño.
Allí me intente retocar el pintalabios pero estaba tan borracha que ni si quiera me quedo bien, parecía el joker y un chico me había desanimado la noche. ¿Por qué no podía acostarme con él y disfrutar de la noche? Ahora era una mujer soltera, pero cada vez que avanzaba con un chico huía despavorida.
Al salir del baño, me tropece con mis propios pies y caí encima de algo, o más bien alguien.
—Mierda, lo siento Jayden, no te había visto—me disculpe mientras intentaba mantener el equilibrio.
—No pasa nada Car. Por cierto, el chico con el que te besaste te esta buscando.— me informo el segundo piloto.
—Mieda, mierda—Repetí mientras me intentaba tapar la cara con el bolso, sin mucho resultado.
—¿No besaba bien?—rió Jayden que también parecía bastante borracho. Y quizá por eso decidí desahogarme con él, porque estaba borracha y no razonaba, porque él mañana no se acordaría y probablemente yo tampoco.
—Da igual como bese, el problema soy yo. Desde que acabe con mi ex no soy capaz de centrarme con los chicos, cada vez que ligo con alguno soy incapaz de seguir adelante con la relación, huyó como cobarde. No se, no me siento cómoda con que me toquen ni me digan cosas bonitas...—sollocé mientras me apoyaba en su hombro.—Igual debería quedarme siempre soltera y adoptar un gato...o un perro.
—O igual no estas lista aún para volver a tener una relación. Joder Car, estoy demasiado borracho para darte consejos de relaciones.—rió de nuevo.
—No, no, si tienes razón. Tengo que valorar el tiempo que tengo para mi y disfrutar de mi soledad y luego ya se verá, no necesito un hombre.—razone segura.—¡TENGO UN SATISFAYER!—empece a gritar y media discoteca se me quedo mirando.
—Anda ven al reservado con nosotros, así el chico no te encuentra.—ofreció el moreno agarrándome del brazo y tirando de mi.
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Noga
RomanceUna joven enfermera decide dejarlo todo y empezar como azafata en Noga Airlines. Pero en su nueva vida en los aires conoce a un piloto bastante capullo, al menos hasta aquella noche en Sydney...