Capítulo 5: yuri's dance and yuuri's act

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Un joven rubio batalla con un pedazo de papel sobre su escritorio, mirándolo como si de este, un genio estuviera a punto de aparecer y darle la respuesta que busca.

Mantiene su vista fija en la hoja.

Se rinde.

-Ah! Maldita sea, vieja bruja!

El rubio golpea con sus manos a los costados de la hoja de papel frente a el en señal de frustración.

Exprésate a través del baile, conecta con tus emociones y deja que ellas guíen tus movimientos, transmite lo que sientes y cautiva a través de tu danza.

Que demonios se suponía que eso significaba!?

Que sentimientos debía transmitir y ¿por qué? Es que iba acaso a seducir a alguien? ¿Hacer llorar a su maestra con la presentación quizá?

Volvió a mirar el papel.

Libre elección.

Oh, genial. Debía elegirlo él, como si elegir fuera algo sencillo para él, quien puso Potya por nombre a su gata, lo cual era la combinación de puma, oso, tigre y se detuvo de contar porque ya no recordaba el resto. Todo por no poderse decidir por uno.
¿No podían asignarle algo sencillo como adaptar una interpretación ya antes hecha? Porque vaya que seria más fácil para el modificar la coreografía de el lago de los cisnes que empezar él una desde cero sin siquiera saber que melodía, peor aún sentimiento, transmitir.

Suspiro.

-Tendré que pedirle ayuda al calvo.

Yuri plisetsky, esta a punto de perder su cabello a causa del estrés debido a la asignación de su más "amada" profesora.

Sentir lo que bailas.

Era la frase favorita de la señora amargada, yuri estaba harto de escucharla siempre decir lo mismo una y otra vez.

Yuri se encuentra en primer año de Artes escénicas.

Le apasiona bailar y ser el centro de atención en el escenario, cautivar las miradas del público, el quiere ser el número uno. Eso, y también porque su abuelo es feliz viendo bailar a su pequeño yuratchka, como suele llamarlo.

Yuri es un estudiante sonresalie te, nunca se atrasa en entregas y es muy responsable, y lo más importante, tiene talento, pero...

Pero.

La clase de ballet era una de las más difíciles para el, no por los movimientos, flexiones o porque tuviera problemas con su flexibilidad, No. Esa no era la razón.

El motivo era que el joven rubio tenía dificultades para integrar sentimientos en su baile... bueno, en su vida en general, nadie más que su abuelo y su gata había podido sentir calidez de su parte, o amabilidad como mínimo.

El rubio mira el reloj en su mesa de noche, eran pasadas las once de la noche, el calvo estaría contando ovejas.

- Bien, no puedo llamarlo ahora, iré mañana en la mañana a su empresa.

Yuri va a su cama y se recuesta con extremo cuidado para no despertar a la gran bola de pelos situada al lado de su almohada.

Se coloca sus audífonos y da play a la playlist de su celular.

-Ah, su voz profunda siempre hace que tenga dulces sueños, buenas noches soldado.

Otabek sintió un pequeño escalofrío, al cual no le dió importancia.

Devolvió la mirada al desesperado japonés que revolvía su cabello a causa del estrés.

-Si sigues así vas a quedar calvo antes de los treinta.

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