Oneshots RusAme ♥

5 pt.2

Nota: Si Wattpad te envío directamente aquí revisa el capítulo anterior (5). ¡Es una doble actualización!

Que lo disfruten <3

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Llegan después de 20 minutos de viaje. Al bajar de la limusina, lo primero en recibirlos es el frío de la noche. Soplan ráfagas de viento nada propias del verano, y las escasas personas que merodean por la zona tienen la nariz y orejas enterradas en espesas bufandas. Rusia rodea inmediatamente el cuerpo más pequeño de Estados Unidos, en un intento de darle calor.

—Entremos, que aquí se nos congelarán los dedos— Ni siquiera le da tiempo a pensar cuando ya lo está obligando a entrar en el salón. No es tanto por él: está acostumbrado a temperaturas mucho más bajas, pero Estados Unidos, aunque buen tolerante, no sería capaz de aguantar tanto tiempo.

Un guardia de seguridad busca su nombre en una lista antes de entrar y, como si se tratara de un parque infantil, les coloca un sello en la mano para autorizar su estancia en el sitio. Es un edificio grande y amplio de tres pisos, aunque la fiesta se desarrolla en el primero. Un gran letrero de bienvenida cuelga sobre un pequeño escenario en el que se encuentra un dj vestido totalmente de negro, por lo que, cuando las luces estroboscópicas de colores se apagan, parece que no hubiera nadie. Lo mismo con los camareros que van de un lado al otro, con bandejas y vasos. El presupuesto de la universidad se fue en esa fiesta, al parecer. Quizás por eso el salón de contabilidad no tenía puerta y nadie se dignó a arreglarla.

Pasan entre mesas circulares, sillas, gente y camareros. Por momentos todo se llena de ruido, música y voces. Los que llevan más rato han entrado en calor y la pista de baile jamás se vacía del todo. Identifican a Argentina, peleando por teléfono, y a Polonia, a su lado, con expresión bastante aburrida. Incluso pareciera que está por quedarse dormido, apoyado contra una columna con su saco verde botella como almohada.

Raro, pero es Polonia, así que no le prestan demasiada atención.

De alguna manera, sin haberse separado de Rusia, Estados Unidos logra hacerse con dos copas de champán. Hacen un brindis, y el sabor picoso del licor quema en su lengua cuando dan el primer sorbo.

El primer sorbo de lo que probablemente son cientos, porque cuando se quieren dar cuenta Mind Your Own Business de Delta 5 está sonando a todo volumen, ellos la bailan en medio de la pista y han perdido la cuenta de cuantos vasos rojos y copas han pasado por sus manos.

Los sacos de los trajes se han perdido en alguna silla, el chaleco del traje de Estados Unidos tiene los primeros botones desabrochados y los zapatos de Alemania ya han de tener la suela desgastada después de las, ¿Qué, tres horas que llevan ahí? ¿En qué momento llegaron los demás? ¿Cuándo se hizo de madrugada? Las preguntas dejan de ser importantes cuando los dedos ligeros de USA se enredan en su cinturón.

No es como si no estuviera pasando desde hace un tiempo. Las copas han de tener algo que baja las defensas de los países, un inhibidor de cordura que los hace no querer separar las manos del cuerpo del otro. Si hubieran niños presentes ya los hubieran expulsado hace rato.

Por eso, cuando Estados Unidos pone distancia entre los dos para ir a buscar otra ronda de bebidas, Rusia no puede evitar soltar un suspiro de alivio. Necesita un respiro o cometerá un acto indecente que puede mandar su reputación a dormir con los muertos, tres metros bajo el suelo.

Entonces, como si el universo quisiera divertirse un rato con él, entre la gente en la pista de baile aparece Venezuela, con las orejas rojas y la mandíbula apretada.

—Necesito un favor— Dice, y ni siquiera le da tiempo a Rusia para pensar en algo. Quizás el alcohol influye en que no considere peligroso ayudar a alguien tan problemático como Venezuela sin saber qué le está por pedir, pero aún así le da una palmada en el hombro y musita un "cuenta conmigo".