La misión encontrar una compañera había entrado en marcha. Luego de varios días, comencé a resignarme a pasar el resto de mis estudios con Erika como compañera. Ninguna chica quería compartir habitación conmigo, al parecer mis trece ex compañeras se habían encargado de dar sobre mí una mala reputación.
—Está bien Turner, tú ganas.
— ¿De qué hablas? — Dijo fingiendo no saber de qué le hablaba—.
— ¿Crees que no sé qué todas mis ex compañeras te han pagado quien sabe cuánto para hacérmela pasar igual de mal como ellas la pasaron conmigo?
— Sí y no.
— ¿Qué?
— Verás, si me pagaron, pero no para hacértela pasar mal, sino para no renunciar, soy así por naturaleza. Pero como me caes bien, te ayudaré.
— ¿Dejarás de ser...tu?
— No, —dijo riendo—.
— ¿Entonces?
—Toma, —dijo dándome un trozo de papel donde había un número de habitación—.
— ¿Esto es?
— El número de habitación de tu nueva compañera.
— Per...
—¡Ve! Debe estar esperándote, —dijo mientras recogía mis cosas y las metía en una maleta—.
Bien, aquí estoy, habitación dieciocho, ¿sería esto una broma? Tomé valor y toqué la puerta, pero nadie apareció detrás de ella. Sabía que Erika me estaba jugando una broma, supongo que mi ropa sucia huele mejor y hasta es más cómoda que mi habitación, la misma que Erika me arrebató.
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Mejillas
Short StoryCuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. ¿Te atreves a descubrir mi historia?