¿Osamu or Dazai?•(Soukoku)

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Empezó a llover pero era una lluvia relajante, apenas empezaban las gotas a anunciar la llegada de una tormenta, pero por ahora el ruido era acogedor. La noche podría sentirse extraña, pero no era así. En realidad, su inmensa alcoba era acogedora. Y la cama lo abrazaba cálidamente. Cuándo estaba apunto de cerrar sus ojos y caer dormido. Lo escuchó de nuevo: ¡Crag!

-¡Osamu!-Chuuya salió tan rápido de su cama como pudo, pateó su puerta, cruzó el pasillo, pateó la puerta de la habitación de enfrente.

Y con su mirada lo buscó, pero no estaba en su habitación. Recorrió el resto del pasillo girando todas las perillas rápidamente, las habitaciones estaban vacías. Cuándo llegó a la última ésta tenía seguro. Pero obviamente esto no sería impedimento para él. Pateó por tercera vez una puerta en ese piso. Y encontró a quién buscaba. O tal vez no exactamente a él.

-Un ratoncito cayó en una de mis trampas-giró la cabeza con una sonrisa perversa.

-¿Osamu?-aunque pareciera tonto, Nakahara dudaba de la identidad de su paciente. Parecía otro.

-¡Soy Dazai!-gritó verdaderamente enfadado.

-¿Qué?-Chuuya empezó acercarse lentamente.

-Quieto ahí-le apuntó con un cuchillo.

-Osamu...Suelta eso, te lo pido-él sabía cómo tratar a pacientes que se ponían violentos pero también estaba sumamente preocupado por el Osamu que presenciaba a sus ojos.

-¡Soy Dazai!-lanzó el cuchillo hacía un vaso que se encontraba en una mesa enfilado con otros, algunos rotos y otros aún completos. Ese era el sonido.

-Claro, practicas tiro al blanco con ellos...

-¿Quieres estar en su lugar? Aunque eres demasiado precioso para romper esa carita

-Así que eres Dazai, verás yo sólo buscaba a mi amigo Osamu.

-Ese débil... No me hables de él.

-¿No lo has visto?

-¡Siempre lo veo! Lo odio tanto, por eso a veces le hago esto-empezó a desenvolver las vendas en su muñeca.

-¿Qué?-Chuuya se acercaba cada vez más lento.

Dazai tomó un cuchillo del largo abrigo negro que ahora llevaba y justo cuándo iba a comenzar a cortar su muñeca... Chuuya se abalanzó encima de un salto, con un golpe hizo que soltará el arma y haciéndole una llave lo mantuvo inmóvil.

-Repite quién eres-ordenó Chuuya. Y el que se encontraba apresado sólo rió.

-Soy Dazai-lo miró de manera afilada y amenazante-y sino te quitas, te arrepentirás.

-Hoy no, porque voy ayudarte-el enfermero siempre iba preparado, sólo lo utilizaba para emergencias y ésta era una-Lo siento, Osamu-inyectó en su cuello un sedante.

Chuuya se levantó de él después que el sedante hizo efecto. Analizó todo lo ocurrido, y cuándo juntó las piezas abrió los ojos y suspiró sorprendido.

-No puede ser...-susurró.

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-¡Qué pasa con usted!-Mori volteó ante aquel grito acompañado del azote de la puerta de su oficina.

-No pude detenerlo-habló Elise en el marco de la puerta aburrida.

-Oh, Chuuya ¿Cómo te va?-preguntó el doctor mientras su empleado se acercaba agresivamente a su escritorio.