La Casa Gana

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Ya han pasado dos horas y todo lo que han visto hasta ahora es una maldita telenovela, piensa Mu Qing. A su costado, Feng Xin tiene cara de estreñimiento cada veinte segundos.

— ¿Quieres un segundo plato, gege?

— No, gracias. Te ves un poco ansioso, San Lang. ¿Hay algo especial en el postre?

— No hay postre, sino una sorpresa, pero si gege quiere algo más puedo pedir...

— Oh, no. Está bien. ¿Qué tipo de sorpresa es? — El rostro de Xie Lian se menea en expectativa, pareciéndose a un animalito muy adorable— ¿Es una sorpresa buena o mala?

— Para gege, todas las sorpresas son buenas...O eso espero.

Antes que Xie Lian dijera más, un gesto de manos y los mozos ya están ahí, retirando los platos y la jarra de jugo a medio tomar. Acto seguido, el hombre mas alto y vestido de un destellante rojo se levanta para extender su mano hacia Xie Lian, que sonríe hermosamente antes de aceptar la oferta y cambiarse a otro sector del lugar.

Mu Qing hace cálculos de hacia dónde pueden estar yendo, pero Feng Xin es lo suficientemente osado como para seguirle la huella a la pareja tan pronto se alejan. Según su rápido análisis, se supone que el área al que van es nueva. No es un lugar dirigido al público, lo cual es una rareza considerando que todo dentro de un garito debe ser exhibido.

Un temor elevado se instala en su estomago al mismo tiempo que persigue a Feng Xin y consiguen adentrarse, con mucho problema, en el pasillo adyacente al primer piso. Dan como cinco vueltas, hay cambios de dirección e incluso los pasillos se parecen con todo propósito de provocar migraña.

Pero nada detiene ni preocupa a esos dos tortolos, que se miran como si fueran lo mejor del mundo; Xie Lian se ve radiante y contento, riendo nervioso por una broma dicha por la boca de ese tal San Lang, que sonríe con sus afilados dientes al descubierto y la expresión de su cara es cautivante.

Todo es una farsa, ellos saben, porque Shi Qingxuan ya les ha informado que Xie Lian anda saliendo con ese raro sospechoso y que hoy, precisamente hoy, se ha llevado a su buen amigo a la Guarida del Apostador.

Feng Xin casi tira la mesa al oírlo y Mu Qing suspira cuando Shi Qingxuan, en vez de haberle detenido, insiste en que "¡Me esforcé mucho por hacerlo ver espectacular y tenía que lucirse!".

Ahora estaban aquí, andando a hurtadillas por el casino mas caótico y oscuramente popular de la ciudad. En ningún otro lado Mu Qing oyó las apuestas que aquí se desarrollaban y mas de una vez, debió detener a Feng Xin para que se concentrara.

Casi perdieron a Xie Lian por estos arrebatos (Feng Xin asegura que vio a su ex pavoneándose entre las mesas de jugadores) hasta llegar a una sala nueva y de doble puerta, muy curioso si preguntan.

Poco después que Xie Lian entrase, de la mano con San Lang, el par de amigos preocupados le siguió con la mayor de las cautelas. Sino fueron descubiertos durante las dos horas insufribles de ver a la pareja comerse con los ojos, no iban a retroceder ahora.

Al asomarse furtivamente a la sala, se llevan una sorpresa.

El nuevo salón se trata de una capilla esplendida de dorado y blanco, cortinas de seda y una mesa de ofrendas llena. Tiene pocos muebles y luce relativamente vacío, pero es espacioso y vistoso.

Xie Lian da varias vueltas alrededor, tan o mas incrédulo que sus amigos.

— ¡Si lo hiciste!

— Tenia buenos recuerdos.

Blessed AnecdotesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora