Rojo bendito (WuLian)

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Muy buenas a todos y seguimos, poco a poco, agregando historias.

Esta vez, un intento de omegaverse. Según la terminología china, "Qianyuan" seria Alfa y "Kunze" es Omega, por si las dudas.

Este oneshot también lo pueden encontrar en el fic "WuLian" de "Lugarth3", capitulo 17, en AO3. 

Advertencia: Hay mucha sangre, referencia a abusos y crueldad de la sociedad. Hay crudeza en una escena larga y angustiante, no apta para sensibles. Quedan avisados.

Sin otro pendiente más, a leer.

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El décimo quinto bloque fue colocado y Wu Ming suspiro internamente. Todavía no se había caído nada, por suerte.

Inmediatamente después, una hermosa mano medio envuelta en la manga de la túnica blanca coloco otro bloque dorado en el extremo superior, a la misma altura y nivelando fácilmente la estructura de la torre.

Era el vigésimo séptimo turno de su Alteza y aun no se decidía a ningún ganador.

— La suerte de Dianxia es insuperable, este humilde reconoce la derrota.

— Si no fuera tu Alteza Real, ¿Continuarías el juego?

— Por supuesto. Si fuera a ganar o perder, seria en honor a Dianxia.

—¿Te rindes? Tu suerte también es muy buena.

Wu Ming bajo las pestañas, observando el castillo de lingotes de oro a medio terminar. Quería esforzarse al máximo por ir a buen ritmo, como un buen soldado siguiendo a su líder.

Persevero durante las siguientes dos rondas, pero el inusitado calor de la sala y la visión de las manos de Xie Lian acercándose y alejándose lo ponían ansioso. Ni hablar de los nervios cuando las piernas de su Alteza rozaban sus rodillas, una maldición y bendición haber crecido en forma corporal y ser más alto que el ex príncipe.

Toma el siguiente lingote con cuidado y lo ubica donde lo cree mejor, excepto que la voz susurrante de su Alteza le advierte algo y siente una agradable presión en su cadera.

Un golpe de calor lo toma por sorpresa y suelta el bloque demasiado pronto, haciéndolo caer.

En un parpadeo, el precioso castillo de dorado resplandeciente es un montón de ladrillos amarillentos, sostenidos por una banda mágica salida de las muñecas de Xie Lian.

— ¡Perdóneme, su Alteza! Yo no...

— ¿Dónde tienes la mente hoy?

Su tono de voz, amable y paciente, hizo enrojecer a Wu Ming.

— En usted, Dianxia. Siempre en usted.

— Estoy aquí y me ves claramente, ¿Entonces que ocurre?

— ... Creo que es hora de recorrer el valle del este.

— ¿Es hora? — repitió Xie Lian, arqueando una fina ceja.

No hacía falta verse a sí mismos, abrigados y envueltos en capas de tela pesada, o al exterior, donde los vientos cortaban el aire despiadadamente. Se acercaba un invierno pesado.

— ¿Todavía piensas tan bajo de ti? Si es por lo que comentaron los centinelas, me sorprende que les hagas caso— El cogió la mano fría de su soldado para dar fuerza a su declaración.

Pero Wu Ling no olvidaba las ofensas, las cargaba en su memoria, así como las gentilezas. Las guardaba en su corazón para dar retribución en el futuro.

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