VIII

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Me levanté y no tenía ganas de nada, era como si tuviera una roca gigante en mi espalda. Y un nudo en mis pensamientos.

No quiero ir a clase, quiero quedarme en casa. Donde todo es seguro, hasta que llega mi padre.

Hoy tengo un trabajo oral en inglés, a parte hoy es fiesta, y habrá faltado la mitad de la clase.
Y como no lo había presentado a tiempo, lo tenía que hacer hoy.

A parte, la clase del misterioso castaño no había venido, y ahora el chico del collar estaba ahí, a unos pocos metros de mi. Mirándome, pareciendo que me de da apoyo con una sola mirada.

Y decido empezar. Después de tartamudeos y muchos nervios acabó la presentación.

Todo el mundo parece muerto, ni se esfuerzan por aplaudir o hacer ver que les ha interesado. Pero dentro de todo ese silencio sepulcral, me sorprendo al ver que el chico del collar comienza a aplaudir y a mirarme orgulloso.

Mentiría si digo que no me ha hecho sentir bien, que no me ha hecho sentir una más, importante.

Al final de la clase me acerco a él y pregunto lo que me ha estado rondando en la cabeza desde que había acabado la presentación.

-Oye, agradezco tu interés, y de verdad me has hecho sentir mejor. Pero,¿por qué?- Se ríe por la mirada entre decidida y confundida que le doy.

-Eres simplemente maravillosa, la forma en la que te pones nerviosa y tus tartamudeos son simplemente adorables.- y ha soltado la que, seguramente, sea la bomba más grande. Me quedo boquiabierta, mientras el muestra una mirada triste, sigue.- me recuerdas a una amiga de mi infancia.

Y dejado eso ahí, y dejándome en shock. Se va hacia la puerta y lo veo desaparecer mientras sigo pasmada.

Seguramente con ese simple, pero bonito comentario, me ha alegrado la semana.

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