IX

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Siempre me fijo en los ojos de la gente, te muestran lo que piensan sin decir ni una sola palabra.

Algunas personas son difíciles de leer, otras no tanto.

Pero hay una persona en concreto que por mucho que intente descifrar su mirada, solo encuentro sus ojos castaños, pero que, si te fijas bien acaban a un contraste entre la miel y la madera.

Unos ojos que aunque parezcan muy expresivos, no me reflejan nada o lo reflejan todo.

Hay días en los que son más claras sus emociones, hay otros en los que es imposible saberlas.

El no quiere reflejar sus emociones, se esfuerza en esconderlas hasta en el espejo de su alma.

Y eso es lo que más me entristece y a la vez me despierta una horrible curiosidad de saber el porqué.

Cuando está distraído es el momento en donde puedes aprovechar y intentarlo. Pero, ¿de qué sirve si lo único que ves es tristeza y melancolía?

Aquel chico que se ve tan radiante, ¿Cómo puede verse tan melancólico triste?
Dicen que las personas que más sufren son las que lo callan.

¿Que estarás pasando tú, chico del collar?

Me pregunté. Me seguí matando un buen rato pensando cuando me di cuenta que había entrado la directora a nuestra aula.

- Chicos, dentro de unos meses haremos el viaje de fin de curso. Necesito que, los que vayan, comiencen a pagar para el plazo acordado.- paró un momento para ver si la gente la escuchaba y siguió- ¿Hay alguna pregunta?-

- ¿De cuánto dinero estamos hablando?- lo dijo el graciosillo , y la clase comenzó a reir.

- Os iré repartiendo una hoja, cuando la leais, os podré contestar las dudas que tengáis.-

Por la puerta apareció el secretario, que venía cargado con muchas hojas, y con cara de querer morirse. Las fue repartiendo, y cuando llegó mi turno no pude más y comencé a leerla lo más rápido posible.

¡415 euros! Con eso me pago dos móviles de segunda mano.

Seguí mirando perpleja: Rafting, Barcelona, Pirineos...
Ahora lo entendía un poco, pero seguía siendo mucho dinero.

Cuando acabe de leerla, supe que quería ir. Estaba genial, y aunque fuera cara iría Iris. Así que no estaba mal del todo, excepto la parte en la que tendría que llevar bikini.

Cuando escucho la campana, ya es demasiado tarde para dudas, recojo mis cosas con lentitud y salgo fuera para esperar a Iris, quién en poco tiempo se había convertido en mi amiga.

Seguía en la puerta, y pensé en el dinero que tendría que conseguir para ir a ese viaje, no sé si vale la pena o no.

Sentí un golpe en la cabeza, como si me hubieran lanzado algo. Me giré en aquella dirección y no vi a nadie.

Cansada de buscar mire el objeto que me habían tirado; era un trozo de madera, pintarrajeado de distintos colores de boli y con una nota atada en un elástico.

Simplemente podría haberme lanzado un papel.

Me pegué mentalmente y comencé a leer la nota.

"Sigues igual de preciosa que siempre, irradiando alegría aún cuando no la sientes.
Para mi, desde siempre eres un libro abierto."

Me ha sorprendido, y en segundos noto mi cara sonrojarse de unas palabras de alguien desconocido.

Miro en todas las direcciones, pero no logro encontrar a alguien que tuviera pinta de lanzar trozos de madera. Me resigno y vuelvo a asomarme a la puerta para darle prisa a Iris, que seguía recogiendo sus cosas hablando con su «amigo», como dice ella.

Cuando salimos, le aviso a Iris de que me iría un poco antes hacia la salida, ya que me había comenzado a juntar con una amiga mia y su novio.

Que este casualmente era amigo del chico del collar.

Esta vez, el no estaba ahí, y cuando Sebas notó mi busqueda me avisó.

—No está, me ha dicho que tenia algo urgente que hacer y se ha marchado rápido.— me dijo con mirada comprensiva.

Le di las gracias y les abracé para ir a mi autobús.

Agradezco que me lo diga, pero ahora tengo la curiosidad de saber porque se ha marchado rápido, aun si no es algo relevante para mi.

Fracturas Del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora