Capítulo 2

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HOLLY

Me muero de nervios antes de subir al escenario. En mi estómago siento un huracán, en lugar de mariposas. Inhalo y exhalo, como si mi vida dependiera de eso, que en teoría, así es.

Desearía que Howard estuviera a mi lado para decirme que todo saldrá bien, incluso si fuera mentira, sin embargo, él está ocupado en el otro escenario puliendo los detalles de su propio show.

¿Quién me mandaba a meterme en esto? Nadie más que yo, terca y necia Holly. Estaría bien si no me presento y luego se habla de mí, pero no puedo fallarle a mi hermano, no después de todo su esfuerzo.

Casi queriendo darme una bofetada, me paro firme tras el telón. Y comienza a sonar la melodía de mi canción, el ambiente se transforma, es como uno de esos tantos sueños tuve de pequeña.

La letra fluye mejor de lo que esperaba, me siento conectada con el público. Si fuera más llorona de lo que ya soy, sin duda me brotarían a chorros las lágrimas de alegría.

Por fortuna, no sucede, de lo contrario resultaría en una trágica y extraña presentación.

Mi interpretación no es extensa y pronto termina. Para mi deleite y con cierta sorpresa, me llueven los aplausos.

Me encuentro feliz y muy orgullosa de mí misma. Esta es la Holly que quiero que todos conozcan. Es mi noche, nuestra noche, porque aún sin presentarse, mi hermano ya era un rotundo éxito.

No podría olvidar este día por nada en el mundo.

Salgo del escenario y en el andar hacia mi camerino soy elogiada por los empleados.

Alguien espera por mí, debo darme prisa y cambiarme, mis joyas y vestido no son adecuados para mi labor.

Me veo en la necesidad de empezar a pagar mi deuda con Howard. Hasta su ayuda tiene un precio, no podía quedarse solo con mi sonrisa, eso es equivalente a tener las manos vacías. Y sé, que sobretodo, se debe a que aún tiene una minúscula esperanza de que me hará cambiar de parecer.

Dudo mucho que logre amar la ciencia y la ingeniería por encima de la música. Sin embargo, no me molesta, ni me hace daño alguno trabajar en la SSR.

Un área de la feria fue destinada a reclutamiento para el ejército, es ahí donde el Doctor Abraham Erskine espera por mí.

Mi cambio de ropa consiste en un vestido que apenas cubre mis rodillas, un abrigo fresco y zapatos más cómodos, menos altos.

Apoyada en mi pecho, tengo mi libreta con apuntes importantes de la investigación, y un par de carpetas sobre posibles candidatos que había estado revisando la noche anterior.

Mi hermano estaba repleto de trabajo, por eso necesitaba manos extra, o más bien, una mente adicional.

—Lamento si he tardado un poco.

—En lo absoluto, siempre es muy puntual, señorita Stark. —me dice con su notable acento alemán—. Lamento haberme perdido su presentación, seguramente fue espléndida.

—Oh, no se preocupe, lo torturo seguido con mi voz. —bromeo, ya que me resulta un sujeto agradable, además de un excelente científico—. Pero no se equivoca, y no lo digo por alardear, fue un éxito. Estoy muy feliz.

YOU DON'T OWN MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora