Capítulo 3

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HOLLY

El gran día es particularmente para el Doctor Erskine y Steve Rogers, pero mi hermano y yo estamos en una competencia por quien se encuentra más preocupado. Él lleva la delantera repitiéndome las mismas preguntas cada cinco minutos, aunque con el resto del personal aparenta tener hasta los rayos del sol controlados.

Nadie puede culparnos, todos entienden lo significante de este día. Por mi parte, solo espero que todo resulte a pedir de boca, así podré llevar este trabajo con mayor facilidad, para al terminar, enfocarme en mi carrera.

A este punto, ignoro cuanto llevamos en el laboratorio. Mirar el reloj solo me pondría más ansiosa.

El mundo parece detenerse cuando Rogers cruza por las puertas, escoltado por la agente Carter.

Es la primera vez que lo veo uniformado formalmente y me resulta adorable. Steven es un buen muchacho y logró ganarse mi respeto en poco tiempo. Pronto es recibido por Abraham, seguido de los periodistas captando el momento en que estrechan sus manos.

—No más fotos por ahora. —interrumpo ante el asombro del bajo y la molestia del alemán—. Buen día, Steve. —lo saludo y él responde asintiendo.

—¿Estás listo? —como siempre, el doctor no andaba con rodeos.

El chico de Brooklyn asiente repetidas veces mientras mira con nervios el sitio donde en breve se encontraría.

Se prepara quitándose el gorro y la camisa, quedando en pantalones y con el pecho descubierto, para luego acomodarse en la enorme camilla, donde sobraba espacio dado a su pequeña anatomía.

El Doctor se asegura de que él se esté cómodo y seguro de lo que hará.

—Señor Stark, ¿qué tal sus niveles? —cuestiona a Howard quien se reincorpora a nosotros.

—Niveles al cien por ciento. —responde acercándose hasta la camilla.

—Quizás disminuya el voltaje en Brooklyn. —agrego en base a lo que habíamos checado.

—Pero fuera de eso, todo está listo. Al menos hasta aquí. —un atisbo de nervios se avista.

Puedo observar a Steve y Peggy mirarse de forma extraña, quizás pensativa o profunda. En mi interior eso me da cierta alegría, tal vez entre ellos está naciendo algo, no lo sé.

La agente se retira a la cabina con los demás, pues les será más cómodo y no requerimos de su presencia de momento.

Mientras Erskine da un breve discurso, explicando lo que estamos por hacer. Yo me he colocado mis guantes para junto a una enfermera comenzar a ajustar las máquinas que inyectarán el suero en el delicado cuerpo del rubio y preparamos las dosis.

La enfermera inyecta el brazo del chico, haciendo que se quejé de inmediato, pero solo era penicilina, así que contengo una risa.

—Inyección del suero comienza en cinco, cuatro, tres...

El conteo termina y un asistente mueve la palanca que hace salir aquel impresionante líquido azul turquesa. El cuerpo del elegido no tarda en reaccionar.

—Stark, proceda. —ordena el Doctor.

El mayor de los Stark acata, empuja la palanquilla que en instantes transforma la camilla en una pequeña cabina. Mientras que el blondo confirma su bienestar y se procede a activar los vita rayos.

YOU DON'T OWN MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora