Capítulo 3. Kiss for...

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Klaus y Jason se encontraban en algún tejado perdido, mirando la nada. 

–Que duerma con él, no significa que él duerma conmigo… 

Jason bebió de su cerveza. Refiriéndose al temor de no alcanzar el corazón de su adorado príncipe.

–Sé de qué hablas… –Klaus le dio una calada a su cigarro–. Es realmente difícil, mantenerle la mente ocupada, y es estúpido decir que quiero hacerlo feliz… 

–¿No crees que tenemos algo podrido? 

Instó Jason. 

–Jay, hablo con muertos –Klaus soltó una cínica risa–. Estoy podrido hasta la médula… 

–Yo estuve muerto –Jason también sonrió–. Estuve literalmente podrido… 

–Woah, esa estuvo buena… 

Klaus le mostró el puño y chocaron nudillos. 
Hubo un silencio mientras miraban el cielo.

–¿Te arrepientes de algo? 

Jason se terminó la cerveza. 

–No realmente –Confesó Klaus–. Él desapareció, y yo quería volver a verlo, pero no lo encontraba, lo busqué incansablemente, no podía dormir, y un día, literalmente cayó del cielo, y al principio no pude entender, pero cuando comencé a hacerlo, simplemente quería hacerlo feliz, sin importar cómo... –suspiró–. acepto que, tal vez no es la manera correcta de hacerlo, pero, joder, la vida sólo es una, que si lo sabré yo, así que seguiré intentándolo aunque duela… 

Jason suspiró. 

–Sabes, vi crecer al mío, y al principio, creo que no fui suficiente, pero, de todo lo que puedo recordar, creo que, es más feliz de lo que lo había visto en años, y creo que eso justifica todo, lo que hice, y lo que haré… 

Mientras tanto, en la habitación, despertaban quedamente los dos durmientes.

El primero en abrir los ojos fue número 5, vagamente familiarizado con la sensación de desubicación, trató de erguirse, pero el vértigo volvió a arrojarlo a la cama. 

De alguna forma, la sensación no era exactamente desagradable, así que el muchacho se quedó mirando al techo, hasta que una respiración lenta y fluida llamó su atención, fue entonces que giró su rostro y se encontró de lleno con la piel morena del joven que le conflictuaba bastante; Damian Wayne. 

Lo primero que número cinco percibió, fueron las abundantes pestañas, completamente negras, con un sutil rizado natural, después bajó por los pómulos, para perderse en aquellos labios perfectos, que descansaban ligeramente entreabiertos, pasó su mirada en la barbilla del autoproclamado príncipe, notando el trazo masculino de su quijada, además de aquel fino cuello, y finalizó donde comenzaba aquella marca de besos salvajes en las clavículas ajenas. 

El viajante del futuro acercó lentamente una de sus manos, para alcanzar la mejilla del durmiente a su lado, pero en el último instante, una furia desbordada lo tomó, ¡No soportaba a ese "perfecto" sujeto!.

El amo del tiempo tomó todo el vuelo que le era posible desde su posición y empujó a Damian fuera de la cama. 

El príncipe despertó con el impacto, para emitir un quejido y enderezarse en el acto, a diferencia de su compañero, parecía que los efectos de la droga, ya no hacían estragos en su sistema. 

–¡¿Pero qué demonios?! 

Gritó el moreno. 

–No te soporto… 

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