Capitulo IV: A dónde vamos?

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Ha pasado un día exacto de que Sean me trajo hasta mi casa, pero sí sabía de el, me escribió durante la noche. ¿Cómo había conseguido mi número? Isabella, es la única explicación que tengo.

Ahora estoy con Naia en su cuarto, cantando a todo pulmón las canciones de una banda a la que amamos.

Y siendo un extraño, te dije “Te amo, te he estado buscando por más de mil años”– Canta mi mejor amiga. Tiene una voz preciosa, y sabe aprovecharla, cada vez la escucho tarareando una canción o simplemente cantando.

Y tú respondiste “¿A dónde vamos?– Cantamos al unísono.

Me gusta cantar. No tanto como el baile, pero si me gusta mucho. La única persona en la faz de la Tierra que logró escucharme es Naia.

Contra las apuestas, aquí nos quedamos, viviendo de fiesta después del verano en el que respondiste “¿A dónde vamos?– Cantamos y bailamos como locas. Ella sostiene una escoba desde el suelo, mientras que yo estoy en su cama, con un cepillo que hace de micrófono. Sentí un ruido extraño pero no le presto atención.

Necesito soltar todo este cariño que tengo en el pecho.

Hoy somos la prueba, de que dos extraños, con algo de suerte por más de mil años se siguen diciendo “¿A dónde vamos?– Canté, esta vez sola.

Miro extrañada a Naia, quien mantiene una expresión divertida.

Noto que no me mira a mi si no hacía la puerta. Volteo lentamente.

Mierda.

Sean acaba de escucharme cantar. ¡SEAN ACABA DE ESCUCHARME CANTAR!. No puedo evitar sonrojarme por completo. Primero me había visto bailar, ahora me escuchó cantando.

Este chico está en todo.

–Wow, eres muy multifacética, Morena– Dice sin la necesidad de ocultar su sonrisa burlona. Maldito.

–Hola para ti también Reynolds– Sale Naia, riendo.

¿Reynolds? ¿Qué no es Stanford?

–Venía a buscarlas para ir al cine– Responde, con su típica calma, mientras que yo soy un manojo de nervios.

–¿Ah?– Por fin logré decir. ¿Porqué me pone tan nerviosa?

Porque te gusta.

Me atrae. Solo eso.

–Sí, por mí está bien ¿Vienes Genevieve?– Responde la pelirroja. Por la forma en que la miro, podría darse cuenta de que metió la pata hasta el fondo. Y lo hizo.

–¿Genevieve?– No pude evitar sonrojarme mucho más. Me mira divertido, a lo que lo fulmino con la mirada.

Debo mantener la compostura o me desmayaré.

–Si, iré– Ruedo los ojos.– Pero sólo si prometes fingir que nada de esto pasó– Suelto, mordiendome el labio con nerviosismo.

Shanaia nos mira, por su sonrisa puedo deducir que está disfrutando verme sufriendo.

–¿De qué quieres que me olvide? ¿De el hecho de que te oí cantar y cantas hermoso? ¿O de que ahora sé que te llamas Genevieve?– Me provoca, sonriendo maliciosamente.

El peluche de Piolín que le había regalado a Naia unos años atrás vuela hacia su cabeza. Suelta una carcajada.

Salimos entre risas hacia su auto. Me subo en el asiento delantero y mi mejor amiga en la parte trasera. Posteriormente Sean sube y arranca.

Me doy cuenta de que es una de esas personas demasiado cuidadosas al conducir. Se detiene cuando los semáforos están en ámbar, es muy cuidadoso con las señales y frena en cada curva.

–Conduces cómo abuela– Replico, por fin teniendo algo de lo que burlarme. Frunce el ceño y frena en un semáforo en rojo.

Mira hacia el asiento trasero, percatandose cuidadosamente de que Naia, que escucha música con sus auriculares sin mirarnos (Típico de Naia), esté distraída.

Se acerca a mi, lo que hace que me ponga nerviosa.

Mierda Liv, te besará.

¿Será?

Entreabro los labios inconscientemente, pero se desvía hacia mi oído. Me tenso completamente de inmediato.

–Hay algunas cosas que no hago como abuelo– Susurra.

¿Espera qué?

Eso basta para ponerme la piel de gallina.

Vuelve a su lugar con una sonrisita burlona. Me sonrojo casi al instante.

¿Sean Reynolds se me está insinuando?

Eso podría significar que le gusto.

O no.

Después de eso nadie más habla.

Me mantengo mirando hacia la ventana.

Mierda y más mierda.

Capitulo dedicado a mi banda favorita: Morat. Que ayer hizo un concierto en la ciudad capital y hoy también lo hará.

Estoy orgullosa de respirar el mismo aire que ustedes, aunque estemos a kilómetros.

¡Los amo!

OliviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora