❄️ Capítulo 8

72 13 0
                                    

Hyukjae se desperezó lentamente saliendo de un agradable sueño en el que había perdido diez kilos y caminaba del brazo de un elegantísimo hombre alto de cabellos rojizos, desgraciadamente no había llegado a verle el rostro pero algo en su interior sabía perfectamente quién era. Al abrir los ojos se dio cuenta que se había quedado dormido encima de la cama y todavía con la ropa de ayer, lo que no conseguía recordar era como había llegado a esta, sabía que tenía la costumbre de quedarse dormido en cualquier sitio y el despertar sin saber cómo había llegado allí se había hecho algo normal, incluso llegó a pensar si sería sonámbulo pero nunca había podido asegurarlo ya que había estado siempre solo en la casa. Quizás ahora que estaba Donghae podría preguntarle si lo había visto u oído caminar de noche por la casa.

Donghae. Él no había vuelto para cenar, recordó entonces y antes de que pudiera darse cuenta de lo que hacía, ya estaba saltando de la cama y corriendo hacia la puerta para abrirla y encontrarse la de la otra habitación abierta y la cama hecha, así como ruidos procedentes de la planta de abajo.

Hyukjae se deslizó entonces hacia el pasillo y bajó por las escaleras, solo para encontrarse a Donghae sentado ante el mostrador de la cocina, disfrutando de una humeante taza de café mientras veía un programa de animación en la televisión.

—Estás aquí —se oyó decir a sí mismo con un aliviado suspiro.

Donghae lo miró de arriba abajo y arqueó una ceja.

—¿Dónde esperabas que estuviera? —Le respondió señalándole la ventana con un gesto de la barbilla—. Ha dejado de nevar, pero hace un frío de mil demonios ahí fuera.

Hyukjae siguió su mirada y frunció el ceño al recordar que hoy era la cena de beneficencia.

—Puedo prescindir de abrir la biblioteca, realmente no creo que haya nadie que vaya —aceptó el chico, su mente ya empezaba a funcionar sola a aquellas horas de la mañana— Pero no podemos faltar a la cena, necesitan voluntarios.

—Habla por ti mismo, Hyukjae —respondió el ángel llevándose la taza a los labios—. Yo no me presto voluntario a nada... —entonces sonrió como si hubiese recordado algo interesante—. Bueno, para algunas cosas puede que sí.

Hyukjae no llegó a prestar atención a la última parte de su discurso, Donghae lo había llamado por su nombre, no humano, o tonto o cualquier apelativo despreciable, lo había llamado por su nombre.

—¿Qué? —Preguntó Donghae con recelo al ver la mirada sorprendida que pronto pasó de ser de pura dicha por el rostro del chico.

Hyukjae negó con la cabeza y miró con encima del hombro del hombre hacia la parte de atrás donde la cafetera estaba encendida.

—Hiciste café —murmuró sorprendido.

Donghae puso los ojos en blanco.

—No hay que ser un genio para encender una cafetera, hasta un caído puede hacerlo —le respondió como si le hubiese dicho una tontería.

—Ya veo —respondió Hyukjae guardándose una sonrisa—. Voy a darme una ducha y cambiarme de ropa, creo que me he quedado dormido tal cual estaba, imagínatelo, ni siquiera recuerdo cómo acabé en mi cama, claro que eso es normal en mí.

Donghae no dijo nada, para él era incluso mejor que pensara que él mismo era el que había llegado hasta allí.

—Por cierto —recordó Hyukjae a punto de perderse en el baño—. Cuando no vayas a venir a cenar, avísame antes de largarte por la puerta, la comida sabe mejor caliente que fría.

No le dio tiempo a contestar pues se metió en el baño y cerró la puerta tras él. Donghae levantó la mirada de la pantalla de la televisión y la dirigió más allá de la cocina, para escuchar casi de inmediato el sonido del agua y una colorida maldición. Suspiró, aquel muchacho nunca cambiaría.

Cuando la Nieve se Derrita | HaeHyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora