𝐌𝐢 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨

775 33 0
                                    

Pov Melody

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pov Melody

Las clases ya habían terminado y después de despedirme de Jazmín, mi mejor amiga, me dirigía de regreso a casa. Lo que me ponía mal, ya que mi padre es alcohólico y cuando está en casa lo único que hace es golpearme.

Desde que mamá murió él cambió, se perdió en el dolor que comenzó a tomar hasta ya no poder dejar de hacerlo.

Papá tenía una empresa muy exitosa, pero por culpa del vicio del alcohol perdió todo, la casa en la que vivíamos con mamá tuvo que venderla para poder pagar las deudas. Después de vivir en uno de los barrios más caros del país pasamos a vivir en uno de mala muerte, y ni hablar de la casa que mas bien parece un basurero.

Extraño tanto a mamá, añoro un abrazo suyo. Cuando murió yo tenía diez años, no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo, ya va para siete años que se fue y casi no recuerdo su rostro.

—Mel, querida —volteo al escuchar mi nombre.

—Señora Clara —la saludo deteniendo mis pasos —¿cómo está? —pregunto dedicándole una sonrisa.

La señora Clara desde que venimos a vivir a este barrio me ha tratado muy bien, es una señora de avanzada edad. Ella me trata como una hija y yo la considero como una madre, además que es la única de quien he recibido ese amor maternal desde la muerte de mamá.

—Muy bien hija —se acercó dándome un abrazo el cual correspondí sin dudar—. ¿Vienes de la escuela? —pregunta una vez nos separamos.

—Sí, hoy salí temprano —ella acaricia mi cabello sonriendo con ternura.

—¿Qué te parce si me acompañas y te preparo tu postre favorito?, hoy mi hijo va a estar fuera todo el día y me siento sola —la miro unos segundos pensando si ir o no ya que por la hora es seguro que papá estará en casa.

—Me encantaría, pero tengo que volver, papá me esta esperando —trato de sonreír pero tan solo saber que él estará mi humor decae automáticamente.

—Está bien hija —me mira —él... ¿te sigue golpeando? —mi sonrisa se borra, ella más que nadie sabe de los maltratos de mi padre.

Siempre que me golpeaba me escapaba a su casa, ella curaba mis heridas y me consolaba. Pero desde un tiempo para acá deje de hacerlo para que no se preocupara por mi o se metiera en problemas por mi culpa.

—N-No... ya no lo hace —bajo la mirada jugando con mis dedos nerviosa, nunca acostumbro mentir y menos a ella que ha sido como una madre para mi.

—Melody —me regaña —te conozco, se cuando mientes ¿desde cuando lo hace?.

Juego con mis dedos y muerdo mi labio nerviosa con la mirada baja.

—No ha dejado de hacerlo —contesto con mi voz apenas audible.

—¿Por qué no me dijiste nada? —toma mis manos haciendo que la mire.

—Y-Yo....

—Mel, si no me dices lo que pasa me preocupo por ti. No sabes con el miedo que vivo pensando que te puede pasar algo, que de golpes pase a más —yo también vivo con miedo de que un día ya no sean golpes ni gritos y haga una locura.

—Perdón... —susurro bajando la mirada.

—Si me hubieras dejado llamar a la policía ese día ya no estarías soportando nada de esto —me recuerda.

—Es mi padre, ¿cómo puedo hacer eso? —aunque sé que en parte es cierto lo que dice no quisiera que el único familiar que tengo termine preso.

—Está bien, solo no me ocultes nada ¿si? —la miro asintiendo y ella sonríe para luego abrazarme.

Nos separamos y ella deja un beso en mi frente.

—Me tengo que ir, adiós —me alejo de ella despidiéndome con la mano.

—Adiós y cuídate por favor —asiento.

Corro lo que queda de camino para llegar rápido, me detengo frente a la puerta para tomar aire y calmar mi respiración. Respiro profundo para acto seguido abrir la puerta, trato de cerrar lo mas suave posible para que papá no escuche.

Para mi desgracia si me escucha, aparece con una botella de cerveza en la mano mirándome serio.

—Hasta que llegas —habla dándole un trago a su cerveza —espero que no andes de zorra.

—No papá, estaba en...

—Sube a tu habitación —me interrumpió.

Rápidamente asentí para seguir su orden antes que se moleste.

Entro en mi habitación, tiro mi mochila al piso y me acuesto en la cama abrazando una almohada. Quería descansar para que pasara rápido el día, pero eso no se iba a poder ya que a los minutos escuché a mi padre llamándome a gritos. Me levanto enseguida, bajo rápido y voy hasta la sala que era donde se encontraba sentado en el sillón tomando cerveza.

—¡¿Por qué tardaste?! —iba a contestar, pero él siguió hablando —prepárame algo de comer que tengo hambre, a ver si para eso sirves.

Solo asentí y me encamine a la cocina. No había mucha comida así que opte por unos sándwiches, preparo uno para él y uno para mi ya que no había comido nada desde que llegué, se lo llevé hasta la sala donde se lo serví con una cerveza.

—¿¡Qué es esta porquería!? —tiró el plato haciendo que me sobre salte del susto.

Él estaba demasiado ebrio, se puso de pie y me dió una bofetada tan fuerte que hizo que cayera al piso, me levantó bruscamente del brazo apretándolo con mucha fuerza lastimándome, pero solo me trague un quejido de dolor.

—¡Eres una inútil, una perezosa que lo único que hace es andar de zorra y de chismosa! —gritó furioso —¿que les has dicho? ¿que te golpeo? ¿¡acaso creíste que no me iba a dar cuenta que andabas de chismosa con la vieja esa!?.

Al escucharlo decir lo último supe a que se refería, me había visto con la señora Clara.

—Ahora te enseñaré que es lo que les pasa a las chismosas como tú —me dió una bofetada más fuerte que la de antes, luego otra aún más fuerte, ya para estas alturas era un mar de lágrimas.

Me soltó y se quito el cinturón, mi miedo creció al verlo hacer eso y enrollárselo en la mano hasta la mitad, me miró unos segundos para darme el primer cinturonazo, luego el segundo, tercero, cuarto y perdí la cuenta al décimo.

Gritaba y lloraba con cada golpe pero él continuaba cada vez más fuerte.

—Ya papá por favor, por favor detente me duele —suplicaba por que parara pero él no me hacia caso.

Me dolía demasiado, me retorcía en el piso del dolor pero no podía hacer nada mas que aguantar, como siempre —¡esto es para que aprendas a no andar de chismosa!.

Continuó por un tiempo más hasta que se detuvo, sentía mi espalda arder, él no dijo nada solo tomo su cerveza y se fue dejándome tirada, escuché como se abrió y se cerró la puerta principal, al parecer se ha ido de la casa.

A como pude me levante, me dolía demasiado el cuerpo, la espalda me ardía hasta la sentía caliente y parecía que sangraba ya que sentía como corría algo líquido. Con dificultad traté de tocarme, al ver mi mano pude mirar que efectivamente estaba sangrando, no sabía en que cantidad.

Comencé a llorar otra vez, me sentía mal, como desearía que todo fuera como antes cuando mamá estaba viva y éramos una familia.

Mamá... te extraño.


𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora