𝐔𝐧 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐢𝐨𝐬 𝐠𝐫𝐢𝐞𝐠𝐨

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Pov Melody

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Pov Melody

Con dificultad subí a mi habitación, entro y posteriormente al baño. Me miro al espejo, tenía las mejillas rojas con la mano de mi padre marcada en ellas, además de tener mi labio roto, me di la vuelta con la espalda hacia el espejo y vi que tenía las marcas del cinturón con sangre corriendo por mi espalda. No pude evitar llorar al verme así.

Caí de rodillas al piso llorando desconsolada de dolor, pero no físico ya que no era nada comparado con lo emocional.

Como deseo que todo sea como antes que mamá muriera, volver a ser feliz, poder tener a mis padres de vuelta.

Abrazo mis rodillas escondiendo mi rostro. Me quedé ahí llorando hasta que me quedé dormida del cansancio.

Al día siguiente despierto por el sonido del despertador dándome cuenta que me encontraba todavía en el baño. Con algo de dificultad procedí a levantarme e ir a mi habitación donde apague el despertador. Tenía que ir al instituto pero no podía ya que verían que estaba toda golpeada, porque es seguro que me quedaron los moretones en el rostro de las bofetadas.

Me siento en la cama con la mirada perdida, esto se vuelve cada vez más difícil de soportar, no sé cuanto más lograré seguir aguantando esto.

Solo deseo que todo acabe, ya no quiero seguir sufriendo más.

Iba caminando cabizbaja en dirección a la cafetería, lo bueno es que no había mucha gente en las calles y las pocas que habían no tomaban importancia al verme así.

Entro a la cafetería y cabizbaja camino hasta el mostrador.

—¡Buenos días, señorita!. ¿Qué le gustaría pedir? —un joven de cabellos negros y ojos marrones me preguntó con una amable sonrisa que debo decir era muy bonita.

—Quiero una taza de chocolate caliente y... —miré los bocadillos, miro unas galletas con chispas de chocolate, instantáneamente una pequeña sonrisa apareció en mi rostro —y una de estas por favor.

—Enseguida señorita —escribió en su computador para luego agarrar la galleta y meterla a una bolsa de papel, la dejó en el mostrador y se puso a servir el vaso de chocolate caliente —aquí tiene.

Procedí a pagarle y tomar las cosas.

—Muchas gracias —sonreí agradeciéndole.

—Que tenga lindo día.

Me encamino a la salida con mis cosas, pero por ir viendo al piso choque contra un gran cuerpo que hizo que cayera al suelo provocando que el chocolate se esparciera y mi galleta se echara a perder.

Inmediatamemte levanto la mirada molesta para ver quien era la persona con la que choque y al responsable de que mi galleta cayera al suelo, mi sorpresa fue ver a un verdadero dios griego parado frente a mi.

Era un hombre alto, piel ligeramente bronceada, unos ojos verdes avellanas preciosos, cabello rubio tirando al café el cual se encontraba peinado a la perfección. También lleva puesto un traje que se pega a su cuerpo en los lugares correctos, tiene unas facciones muy bien definidas, mandíbula marcada, pómulos pronunciados y labios ligeramente rosados.

Sin dudas un verdadero dios griego.

—Disculpa —se apresuró a decir antes que le reclamara tomándome por sorpresa y ayudándome a levantarme.

Me quedé sin decir nada con mi mirada fija en la suya la cual me miraba de una forma que no logro descifrar, pero luego esa expresión cambió, él frunció el ceño.

—¿Qué te pasó en el rostro? —es ahí que recordé que tenía mis mejillas con los moretones, al parecer el maquillaje no los cubrió bien.

Rápidamente bajo la cabeza, comencé a jugar con mis dedos nerviosa y mordí mi labio. Pero de pronto sentí una mano en mi barbilla, él levantó mi rostro hasta que nuestras miradas se conectaron.

—¿Pequeña, quien te hizo eso? —con su otra mano acarició una de mis mejillas mientras retiraba la que tenía en mi barbilla.

Me puse nerviosa por su penetrante mirada en mi, mordí mi labio con un poco más de fuerza sin dejar de mirarlo.

Él llevó su pulgar a mis labios separandolo.

—No hagas eso, te vas a lastimar —su voz era dulce y suave. Su mirada hacia mi era algo rara, pero podía distinguir como de ellos irradiaba ternura, lo que me parecía extraño.

Con su pulgar acarició mis labios y fue ahí cuando reaccioné, me alejé de él poniendo distancia entre nosotros, él me miró con una mirada de desaprobación por mi acción.

Iba a irme pero al pasar por su lado él me tomó del brazo deteniéndome, lentamente voltee a verlo.

—Lamento tropezar con usted, señor —murmuro bajando la mirada, él tiró de mi hasta que mi cuerpo colisionó con el suyo.

Levantó mi rostro, dejó un beso en mi frente lo que me tomó por sorpresa. Al sentir sus labios en mi piel un escalofrío recorrió mi columna.

Se separó y me miró dedicándome una sonrisa haciendo que unos hoyuelos aparecieran adornandola, tenía una sonrisa muy hermosa.

Yo solo lo miraba embobada sin decir nada, se alejó de mi cuerpo —cuídate pequeña.

Dicho esto se marchó dejándome como hechizada. Estaba en shock, me quedé parada en el mismo sitio viendo la puerta por la que él salió, mis pies estaban clavados al suelo.

¿Qué demonios acaba de pasar?.


𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora