𝐔𝐧𝐚 𝐒𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐄𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐫𝐬𝐞

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Pov Melody

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Pov Melody

Estoy tan confundida, cuando llegué por primera vez a esta enorme mansión de la cual Mateo es dueño solo quería irme, más al enterame del extraño fetiche de él.

Ahora, casi una semana después, sentía algo extraño que nunca antes sentí. Durante el transcurso de estos días él se a comportado muy bien conmigo, siempre me consiente en todo, esta al pendiente de mi en todo momento e incluso cuando va al trabajo me llama cada cierto tiempo para corroborar que me encuentro bien o si quiero algo en especial. Por las noches le gusta que veamos películas las cuales son mis favoritas, él me trata como si fuera una reina, me da lo que nunca tuve con mi padre después de la muerte de mi madre.

Nunca creí que fuera así, pensé que sería diferente, pero es muy lindo conmigo. Pronto se cumplirá el plazo que acordamos y ya no estoy tan segura de querer irme...

—¡Melody, bebé ya llegué! —grita desde abajo, siempre que llega del trabajo tiene la costumbre de llamarme o avisarme que ha llegado.

Instantáneamente mi mirada se dirige al reloj dándome cuenta que hoy a llegado más temprano de lo usual ¿a qué se deberá?.

—¿Bebé? —la puerta de la habitación se abre dejando a la vista a un Mateo algo desaliñado con algunos botones de la camisa desabrochados, sin corbata y con el saco en la mano. Es increíble como sin ningún esfuerzo logre verse tan bien.

—H-Hola —saludo tímida sintiendo como mi rostro comenzaba a arder ante su imponente presencia.

A pesar de convivir casi una semana aún no me acostumbro a su cariñosa forma de llamarme, siempre suele decirme "bebé". Al principio me incomodaba que se refiriera a mi por ese nombre, pero ahora no me resultaba para nada incómodo, aún así me sonrojaba cada que me llamaba de esa forma.

—Hoy quise llegar más temprano a casa para poder estar contigo —explica mientras toma asiento junto a mi en la cama y me toma de la cintura para colocarme en su regazo.

Inevitablemente mi mente viaja a esa noche en la que él y yo...

—Te ves demasiado sexy con mi camisa que me dan ganas de darte ahora mismo como cajón que no cierra contra la pared hasta que mi nombre sea lo único que salga de tus deseables labios...

—No sabes cuanto deseo besarte y hacerte gritar de placer en este momento...

—Tu cuerpo es muy hermoso bebé, es perfecto...

—Ahora vas a saber lo que es el placer bebé...

Nuevamente mi rostro se calienta ante los candentes recuerdos que absorben mi mente. Inconscientemente giro mi cabeza de lado a lado en un intento de alejar esos recuerdos.

—¿Sucede algo bebé? —cuestiona Mateo enseguida al notar mi reciente acción.

¿Qué te pasa Melody? ¿cómo puedes estar pensando en eso ahora?, me reprendo.

—Melody, ¿bebé qué pasa te encuentras bien? —sus manos reposan en mis mejillas acariciandolas con las yemas de sus dedos tan delicadamente que me estremecía, su toque frío haciendo contraste con mi rostro caliente.

No pude evitar clavar mis ojos en los suyos perdiendome en su penetrante mirada y su toque sintiéndome tan frágil e indefensa.

Algo que no dejaba de sorprenderme era la manera en la que Mateo me hacía sentir, él despertaba cosas que nunca antes sentí.

—¡Melody tienes fiebre!, ¿como te sientes? ¿te duele algo? —exclamó preocupado con ambas manos en mi rostro.

—Y-Yo... —ahora entiendo porque me sentía tan débil y sensible a su toque. Parpaedo débilmente sintiendo mis parpados pesados y mis ojos arder.

—Mírate bebé estás ardiendo en fiebre, no te encuentras para nada bien, llamaré a un doctor de inmediato —comentó tomándome entre sus brazos para depositarme en la cama.

—¿Cómo se encuentra doctor, es algo grave? —cuestionó notablemente preocupado por mi salud.

—No se preocupe señor Richardson la señorita se encuentra bien. La fiebre solo es producto de un leve resfriado, tomando el medicamento se recuperará pronto, para mañana debe haber bajado la fiebre —explicó el Doctor entregándole una pequeña hoja a Mateo para disponerse a guardar sus cosas.

—La señorita debe consumir alimentos altos en vitaminas que le ayudarán a fortalecer sus defensas, de igual forma puede llamarme si la fiebre no baja —agregó.

—Muchas gracias Doctor, lo acompaño a la puerta.

Ambos se disponen a salir de la habitación, odio cuando me enfermo, recuerdo que cuando era más joven solía contraer enfermedades con facilidad, siempre era fiebre y resfriados por lo que mamá tenía que estar muy al pendiente de mi.

—Ten bebé tu medicamento —mi vista viaja a Mateo que trae en sus manos un vaso con agua y un sobre de pastillas.

Lentamente me siento recostando la espalda en el respaldar de la cama para tomarme la pastilla.

—Que buena chica —elogió acompañado de una sonrisa—. ¿Cómo te sientes bebé?.

—Me siento algo débil y tengo escalofríos —contesté débilmente con mi voz apenas audible.

—Tranquila bebé, con el medicamento la fiebre bajará pronto, ahora duerme yo estaré a tu lado —deja un suave beso en mi frente para acto seguido acostarse a mi lado envolviendome entre sus fuertes brazos.

Me sentía tan bien estar rodeada por él y sentir su calidez envolverme, pronto mis ojos se cierran cayendo en un sueño profundo siendo la voz de Mateo lo último que escuche.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora