𝓝𝓮𝓹𝓱𝓪𝓵𝓮𝓶

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Después de la batalla Henry dejó de venir al castillo, le mandé cartas para saber como estaba y solo me respondió a una, al leer la carta se le notaba triste. Elisabeth seguía desaparecida, mandé al pájaro para buscarla y descubriera lo que estuviera planeando. Después de un tiempo casi me volví experta en el tema de la magia, y sobre todo, de mi misma.

El día que vino el cuervo a contarme el plan de mi tía, justo apareció, fingí entusiasmo y preocupación al verla. Cada vez que le preguntaba a donde iba o que hacía, siempre me decía que era demasiado joven aún para saberlo. Lo que ella no sabe es que ya sabía que ansiaba más poder y aprendizaje de magia, aunque aún me falta el como lo hará.
Desde que descubrí lo que le hizo Elisabeth a mis padres, la veo de manera distinta.

En cambio, con Lyonel todo iba genial, había veces que le veía entrenar con los caballeros y pasábamos momentos muy bonitos. También me ayudaba ha descubrir lo que haría Elisabeth.


Por las noches me sentía observada por alguien, muchas de ellas tuve que despertar a Lyonel porque la sensación era más fuerte, él miraba por la habitación y no veía a nadie, se volvía ha acostar en la cama y me abrazaba. Gracias a él me siento más segura.

Tuve que preparar pequeños eventos en el reino, y aunque lo haga con magia, sigue cansando un poco. Me alegra ver a mi pueblo feliz y divirtiéndose; esas noches me daba cuenta de lo mucho que me amaba Lyonel y lo cuanto que me importa él, ahí supe que nuestro amor era verdadero.


No hay día que no me acuerde de mis padres, que vaya al lago ha practicar la magia y ha bañarme. Ese lugar me transmite paz, al fin y al cabo es mi hogar también.

- Eira -

Me giré para mirar a Lyonel - ¿Si? -

- Hoy tienes que revisar que todo en el pueblo vaya bien -

Le sonreí - Si, lo sé -


Me preparé y fui por todo el pueblo revisando cada comercio, todos estaban cumpliendo las reglas hasta que llegué a uno que al principio parecía que las cumplía, pero al entrar toda la comida estaba podrida, las paredes y el techo quemados.

Al ver todo se cerró la puerta detrás de mi, y vi como el anciano comerciante se convertía en Beltrán.

- Por fin pude coincidir contigo - dijo con una sonrisa maliciosa

- ¿Qué quieres de mi? - pregunté enfadada

- Ya sabes lo que quiero - se paseaba de un lado a otro

Le miré dudosa - ¿Mi poder o el trono? -

Se rio - No pensé que podías ser tan inocente a veces -

No dejé de mirarle mientras seguía paseándose.

- Te quiero a ti, no me gusta que estés con Lyonel -

- Si mi tía se entera de esto, te mata - dije segura

Se rio más alto - Tu tía lo sabe todo -

Ante esas palabras me quedé paralizada - ¿Qué? - no pude creer lo que decía

- Si, tu tía me dio permiso para que hiciese esto. Trabajo para ella - se acercó a mi - No puedes hacer nada - mientras desaparecía se escuchaba su risa


Cuando Lyonel pudo abrir la puerta me encontró de rodillas llorando.

- Eira - se acercó a mi preocupado - ¿Qué a pasado? ¿Estás bien? -

Yo no podía hablar, solo no podía dejar de pensar que Elisabeth ya dejó de protegerme, y aunque me cueste reconocer que me duele, también me dejó de querer.

- Lo siento por no entrar. Lo siento por no protegerte como es debido - siguió Lyonel mientras me abrazaba


Al llegar al castillo me sentí más segura y empecé ha contarle lo sucedido.

- Ahora sabiendo esto, sé que Elisabeth hará algo grave ya que no le importará mi bien estar - dije intentando no llorar

- Habrá que averiguar pronto lo que va hacer, sino, tendremos que esperar lo peor - se acercó ha darme un beso en la frente y abrazarme

Escuchamos un golpe en la ventana, Lyonel se levantó rápido para asegurarse que no es nada peligroso. Abrió la ventana más relajado y entró el cuervo.
Me levanté y me acerqué a él:

- Tengo información - mejoré la comunicación del pájaro

Sonreí.

- Pero no te va a gustar -

- No me importa -

- Elisabeth está trabajando con Beltrán, saben la existencia de un ser poderoso y cogieron un libro de la biblioteca del castillo -

Lyonel y yo nos miramos - ¿Sabes lo que hay escrito en ese libro? - pregunté asustada

- Decía información de ese ser -

Noté como mi respiración paró - Estoy muerta -

El cuervo giró su cabeza - En ese libro no decía el como matarlo, al parecer el ser poderoso es inmortal y sería difícil obtener su poder -

Miré esperanzada a Lyonel.

- Pero Elisabeth sabe que hay un libro con más información en la biblioteca - siguió el cuervo

Saqué el libro y se lo enseñé - ¿Crees qué es este? -

El cuero volvió ha girar la cabeza - Si, en el dibujo del libro aparecía ese libro. También decía que ese libro se le entrega al ser poderoso, y el ser poderoso se llama Nephalem -

Le miré sorprendida - ¿Qué? -

- Leí que los dioses crearon ese libro para el ser poderoso. También leí que el ser poderoso tendrá que elegir entre el bien o el mal - empezó a limpiarse el pico - También ese libro decía que en tu libro se podía ver el como destruir los otros libros que tiene información del ser -

Busqué la página rápidamente, cada página que pasaba eran hechizos nuevos.

- Aquí está - me quedé pensando - Es mejor que lo hagamos cuando esté lejos del libro -

- Siempre está con el libro, nunca lo deja suelto por ahí -

- Habrá que quitárselo y que piense que lo perdió -


El cuervo fue hacia donde estaba Elisabeth, entró en la choza mientras que Lyonel y yo estábamos escondidos y observando todo. El cuervo empezó a graznar, Elisabeth salió del cuarto e intentó echar al pájaro, dejó el libro en la mesa y en ese momento hice el hechizo.
Cuando pronuncié las palabras del hechizo, escuchamos a Elisabeth gritar de dolor. Se sacó lo que quedaba del libro de su camisa y observó como las cenizas se iban volando, se levantó la camisa y vimos que tenía una quemadura.
Aprovechamos ese momento y salimos corriendo hacia el castillo.

- ¿Tenía un libro falso? ¿Le e hecho daño? ¿Por qué tenía el dichoso libro con ella? - no paraba de ir de un lado a otro

Lyonel notó mi mal estar - Estará bien -

- Lo sé, pero ahora sabrá que Nephalem tiene el libro - le miré preocupada - Ahora creo que será más agresiva cuando ataque - me escondí en su pecho

De la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora