Después de aquella noche, por cada día que iba pasando me dolía la cabeza más que el día anterior, al igual que la espalda. Mis ganas de ir al bosque se convirtieron en necesidad, y lo peor, por cada persona que pasa por delante mía tenía los impulsos de atacarla.
- Majestad, ¿qué le pareció la comida? -
Le sonreí amable - Me a gustado mucho. Gracias por preparar comida para mí -
- Es mi reina, con orgullo lo seguiría haciendo - dijo mientras se iba de la cocina
Me picaba la garganta y por más que bebiese no se iba el picor, así que tosí y vi como una pluma se posaba en el plato. Miré sorprendida y confundida a la pluma, escuché que la puerta de la cocina se abría y tapé la pluma.
Suspiré de alivio cuando vi de quien se trataba.
Lyonel me miró extrañado - ¿Y esa cara? -
Dejé de esconder la pluma - Lo acabo de escupir -
Su expresión fue de asco - ¿Te has comido a un pollo vivo? -
- No estólido, a salido de mi esta pluma -
Miró de nuevo a la pluma - ¿Pero cómo es posible? -
- No lo sé -
Cuando Lyonel estaba entrenando, aproveché para ir a la habitación secreta e investigar sobre lo que sucedió. Todo lo que estaba leyendo era complicado entenderlo, llegué al apartado de "Transformación descontrolada" y aparecía la situación de la pluma, cada cosa que leía me espantaba aún más. Me empezó a doler la cabeza y la espalda, me senté en el suelo y me vi en el espejo.
Mis cuernos, mi aureola y mis alas salieron, me sentía tal y como decía el libro, estaba apunto de convertirme en un ser salvaje.Pude relajarme y volver a mi forma real, hice unos pequeños apuntes de esta situación y de la solución, rápidamente me fui a mi cuarto, me tendí y me tapé.
Se abrió la puerta - ¿Eira? ¿Qué haces aquí? -
- No me siento bien, llama al curandero -
Sentí que Lyonel se asustó mucho y fue corriendo a por el curandero. Él sabía que si quería llamar al curandero era porque me sentía fatal, normalmente aguantaba las enfermedades y los dolores que tenía.
El curandero pasó su mano levitando por mi cuerpo de arriba a bajo - Lyonel, trae un paño mojado, mientras voy a por la medicina -
Los dos fueron más rápido que un rayo, me pusieron el paño en la frente y me dieron la medicina.
- Imposible, el paño está caliente, solo a estado unos segundos - me quitó el paño y lo enfrió con su poder
El curandero intentaba buscar una explicación mientras que enfriaba el paño varias veces seguidas.
- Esto no es posible. Majestad, ¿estos días has abusado de la magia? -
Negué con la cabeza.
Su pánico aumentaba - No sé lo que le ocurre, majestad, perdóneme -
- No te preocupes - sonreí levemente
Lyonel se quedó conmigo todo el tiempo - ¿Estás mejor? - preguntó preocupado
- Si, estoy mejor - mi mirada estaba perdida
- ¿De verdad qué estás bien? - me tocó el hombro
Le sonreí tristemente - Si, todo bien porque encontré la solución - le di un beso en la frente
Cada día me sentía peor y me volvía a sentir igual que la última vez. Un día me desmayé y estuve apunto de atacar a unos caballeros, pero Lyonel consiguió detenerme. Le tuve que explicar que era lo que me pasaba.
Solo suspiró.
- Sé que es raro, pero también lo pone en el libro -
Se quedó unos segundos en silencio antes de decirme algo - Te creo, pero es algo raro para mí -
Me levanté y le agarré la cara - Y te entiendo, pero está siendo así. Me gustaría que te mantuvieras alejado -
Estaba molesto - No pienso dejarte sola con esto -
- No quiero hacerte daño Lyonel -
- Dijiste que había una solución - se levantó y alzó la voz
- Si, y estoy tratando de hacer la solución, pero lo tengo que hacer sola - supliqué con lágrimas
- Vale, dejaré que lo hagas sola pero... si llega a pasarte algo, me meteré - dijo mientras me limpiaba las lágrimas
Asentí y le sonreí dulcemente.
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De la realeza
FantasyNuestra querida protagonista tiene una vida normal en su tribu de brujas dentro de un bosque cerca de un reino al que nunca visitó. Al visitarlo a escondidas de su tía no se imaginó todas las historias que iba a escuchar y vivir.