Viktor quería imaginar que el comportamiento bipolar de Yuuri se debía a que el chico estaba en una fase parecida a la menstruación, pero eso sería pecar de idiota porque, bueno, los hombres no tenían un período.
Sin embargo, no había otra forma de explicar que Yuuri le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntos, tratándolo con cariño y ternura, diciéndole Vitya o a veces papi y sacaba su lado meloso para que apenas quedaran a solas soltara su mano y no dijera más.
Al parecer, Yuuri se estaba tomando su papel en serio de ser su novio falso, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con el muchacho, no era porque lo estuviera empezando a querer, por supuesto que no.
Así que cuando Yuuri entró a la cocina, lo miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.
Pero Yuuri lo ignoró, y Viktor quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por amor a Jesucristo!
Ay, ¿qué estaba pensando?
—Hola Yuuri, ¿cómo estás? —saludó su mamá entrando a la cocina—. Oh ¿trajiste pastelitos?
—Hola suegrita —Yuuri dejó el envase con pastelitos sobre la mesa—. Los hice especialmente para usted.
—¿Y para mí? —Viktor extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.
—Son míos, Viktor Nikiforov —se quejó ella.
—¡Eres mi madre! —protestó Viktor.
—Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos.
—¡Pero mamá!
—¿Quieres la chancla, Viktor?
Viktor se volvió a sentar, enfurruñado, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Yuuri se sentó en sus piernas, sonriendo.
—No te preocupes, Vitya te hice un pastelito especial para ti —Viktor, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Yuuri, mirándolo a los ojos.
—¿De verdad lo hiciste, cachetitos? —Viktor miró la forma en la que mordía su labio inferior, y algo pareció calentarse en su interior.
—Sí —Yuuri se inclinó, dándole un beso en los labios, y Viktor parpadeó por la sorpresa.
Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Yuuri había hecho como que no ocurrió, así que el hecho de que lo besara ahora tan repentinamente lo hizo sentir extraño.
Pero sólo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.
—Te quiero, Viktor —murmuró Yuuri.
A Viktor no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, lo hacía sentir cálido, enternecido, calmado.
—Aaaay, ¡son tan lindos!
Ambos salieron de su burbuja cuando el flash del celular de la mamá de Viktor los dejó medio ciegos.
Yuuri se puso de pie, con las mejillas repentinamente ruborizadas, en tanto Viktor frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien los ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.
—¡Se la enviaré a todas mis amigas! —estaba diciendo, saliendo de la cocina.
Viktor suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila.
Luego, arrugó los labios percatándose de algo.
—Yuuri —el aludido lo miró, todavía un poco ruborizado—. ¿Cuándo me mostraras tu casa?
Yuuri se tensó.
Luego, trató de relajar sus hombros.
—No es necesario —Yuuri hizo un gesto despreocupado—. Después de todo, nos quedan sólo cuatro meses juntos.
¿Por qué cuando Yuuri decía eso algo parecía doler en su interior?
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Novio de alquiler (Viktuuri)
FanfictionViktor Nikiforov odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan antipático, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Yuuri Katsuki, para que sea e...