𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎; 𝐸𝑙 𝑖𝑛𝑐𝑖𝑜.

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“¿Hoy si me enseñaras a tocar?”

Rodó los ojos fastidiado al leer el papel que acababa de llegar a sus manos, ¿Apartir de ahora su día a día estarían llenos de esas tontas cartas? Que porquería.

Hizo una bola con la página y la lanzo a otro extremo del salón. Fijando su atención al escandaloso profesor Yamada.

—¡Hay excelentes noticias jóvenes! Nuestra academia ha sido seleccionada para ofrecer becas en la orquesta de Tokio. ¡Den su mayor esfuerzo! ¡Let's go! —gritó, comenzando a tocar con las banderillas los tambores.

Los gritos y cuchicheos inundaron rápidamente el salón. Chasqueó la lengua molesto, estaba seguro que ni siquiera la mitad podría obtener esa estúpida beca.

Por el rabillo del ojo logró observar a T/N; estaba totalmente emocionada charlando con Asui y Ochako, mientras Momo e Iida intentaban calmarlas. Debía admitir que su sonrisa llena de emoción no era tan desagradable...

Ciertamente ella era muy carismática y amable pero con un fuerte carácter, no temía de insultar a cualquiera que le faltara el respeto o simplemente le hiciera enojar.
Cómo la vez que peleó con Iida por sus medias negras, el varón le regañó incontables veces por no asistir a clases con medias blancas, algo sumamente estúpido, al final T/N terminó por quitarse un zapato y lanzarseló de lleno al rostro para que se callara de una buena vez.

Luego de presenciar aquello quizás le atrajó de cierta manera, pero jamás lo admitiría en voz alta. A su parecer el tema del amor era un desperdicio de tiempo.

—¿A quien miras? —Murmuró cerca de su oído, Shoto. Sacándole un buen susto.

Dió un pequeño saltó en su asiento llevándose una mano al pecho.— ¡¿Te crees fantasma o que?! ¡Idiota!

—¿Estabas mirando a T/N? —su pregunta lo descolocó.

—No. —contestó con una mueca de "fastidio".

El muchacho ladeo la cabeza pestañando con obviedad. No era estúpido.

Se encongio de hombros, tomando su flauta. —No deberías avergonzarte, después de todo te dió una carta hoy, ¿No?

—¿C-cómo sabes eso?

—Tu tartamudeo solo me lo termina de confirmar. —soltó con burla.

Bakugo apretó la mandíbula apuñando los labios, estaba comenzando a sacarlo de quicio.

—¡ERES UN BAS...

—¿Porque no respondes la carta? —le impidiendó continuar.— está mañana se veía muy entusiasmada escribiendola, no deberías romper sus ilusiones de esa manera.

—Me da igual. No le pedí que lo hiciera.

Shoto negó con la cabeza. —No espero nada de ti y aún así logras decepcionarme.

—¡Infeliz! —tomó su mochila.— ¡Muere! —con todas sus fuerzas, le lanzó el morral.

Todoroki bajó la cabeza esquivando el golpe. Bakugo entre abrió los labios incrédulo, veía a la perfección como el bolso giraba en cámara lenta hasta impactar en la parte trasera de nada más ni nada menos que T/N.

—¡Ay! —chilló adolorida llevando una mano a la zona.

—¡¿Pero de dónde salió eso?! —El profesor miró por todos lados, inmediatamente el cenizo se escondió en su asiento. Ni de broma aceptaría ese sermón.

—¡¿Estás bien T/A?! —gritó preocupada Momo.

El bicolor se dió un golpecito en la frente.

—Bien hecho, Romeo. —reprendió, levantándose de su asiento para comprobar que la muchacha estaba bien.

—Maldito... —murmuró aún escondido.

Cuando todo se calmó retomó la compostura en su pupitre mirando al frente, en ese instante hizo contacto visual  con la T/C. Ella se levantó aún teniendo el bolso en mano y con pasos fuertes camino en su dirección, bajo la atenta mirada de sus compañeros.

Arrugó la nariz, ni de coña se sentiría intimidado por su presencia. Cuando llegó a su costado la miró de pies a cabeza, una enorme sonrisa de burla de instaló en su rostro.

De un golpe T/N dejo el morral sobre su mesa y regreso a su asiento.

Al observar con atención el bolso noto una página amarrada en el agarradero superior. De mala gana como el papel.

“Si no querías aceptar a enseñarme, solo debías decírmelo. ¡No era necesario el golpe! ¡Idiota!”.

Apretó los dientes dirigiendo su mirada hacía la joven. Lo miró con desprecio enseñandole el dedo del medio.

—Pequeña bastarda... —murmuró rechinando los dientes.

Sin duda, estás cartas solo le amargarían sus asquerosa existencia.

El metro de las diez |Bakugo Katsuki x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora