𝑄𝑢𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎; 𝑈𝑛𝑎 𝑑𝑢𝑙𝑐𝑒 𝑚𝑒𝑙𝑜𝑑𝑖𝑎.

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El dulce sonido que emitían las cuerdas del violín deleitaba a todos aquellos que le oyesen.

Todos los estudiantes se encontraban en respectivo silencio, apoyando en pequeños murmullos a su amiga.

Sobre la tarima se encontraba unicamente T/N, realizando la tan esperada evaluación para lograr ingresar a la orquesta de Tokio. En la primera fila se encontraban los jueces, tres filas después sus profesores y en las últimas filas sus compañeros, por órdenes de Aizawa habían sido ubicados allí para evitar hacer sentirse nerviosos a los demás concursantes con sus gritos y chillidos.

Aunque todos parecían inquietos, sin duda la presión que la muchacha sentía sobre sus hombros no tenía comparación. Fruncia constantemente las cejas o respiraba entrecortadamente, hasta ahora lo había hecho de maravilla, tanto, que le causaba terror. En cualquier momento podría equivocarse y arruinar por completo la gran oportunidad de su vida.

Cálmate T/N, recuerda lo que dijo mamá, son simples personas que comen y hacen caca como yo. —Pensó en un intento de aplacar los desenfrenados latidos de su corazón.

Cerró los ojos nuevamente y se concentro en la pieza. Su cuerpo se movía sutilmente en la misma dirección en que el arco se se deslizaba sobre las cuerdas. Su mejilla dolía al igual que su hombro, habían pasado al rededor de 15 minutos en esa posición y el jurado aún no realizaba ningún comentario.

Con temor abrió débilmente los párpados, percatandose de la conversación que mantenían los mayores. Uno es especifico asintió con la cabeza como una respuesta a su compañero y giró el cuerpo hacia la tarima.

—Puede hacer una pausa señorita T/A. —asintió y con cuidado de equivicarse dio fin a la pieza.

Jadeo y bajó el violín, enderezó la espalda y realizó una pequeña reverencia. Por fin estaba tranquila, parecía que lo había hecho de maravilla, una sonrisa de victoria se instaló en su rostro.

—Lo ha hecho excelente, pero aún no logramos llegar a una conclusión. —su expresión cambió drasticamente y un gesto de incomodidad se plantó en su cara.— ¿Cuál es su obra musical favorita?

Arrugo la nariz levemente extrañada, su vista viajo hasta sus profesores, quienes rápidamente asistieron con la cabeza indicándole que debía responder.

Tragó grueso y miro a los jueces. —P-pas de deux andante maestoso, del cascanueces.

—Por favor, ¿Podría tocarnos dicha pieza musical?

Un sudor frío recorrió su espalda, su rostro se volvió palido. A lo lejos escucho los murmullos de sus compañeros, pero sentía tantas náuseas que sólo percibía ecos lejanos. Su mano comenzó a temblar, provocando que casi se le cayera en arco.

Sacudio levemente su cabeza y tras respirar hondo, asintió.

El hombre sonrió.— Perfecto, puede iniciar.

Volvió a asentir. Movió en círculos su hombro y dejó descansar el violín sobre este. Cerró sus ojos y respiró hondo, al abrirlos su mirada viajo hacia sus amigos, examinandolos. Todos parecían nerviosos, incluso Todoroki mantenía una mano en su boca, intentando calmar sus sentimientos.

Aquello solo logro hacerla sentir aún más nerviosa.

Al pasar la vista hasta el borde de la fila su corazón se detuvo por un momento. Katsuki le veía con atención. Sonrió levemente y alzó sus pulgares, dándole ánimo.

Sus ojos se engrandecieron, él estaba apoyándola...

No podía defraudar a Katsuki, no podía defraudarse asimisma. Esta era la oportunidad de su vida, no podía darse el lujo de perder esta oportunidad por sus temores e inseguridades.

Sujetó con fuerza el arco y le devolvió la sonrisa, llena de seguridad en sí misma. Katsuki bajó la mano hasta dejarla apoyarla en su pierna. Sabía que ella podía hacerlo.

T/N respiró hondo y cerró los ojos. Tras unos segundos deslizó delicadamente el arco sobre la cuerda, iniciando una pieza increíblemente harmoniosa.

Sus compañeros no pudieron resistirse en soltar chillidos agudos. Habia iniciado de la mejor manera. Incluso sus tres profesores sonrieron emocionados, totalmente orgullos de su alumna.

Apesar de todo el revuelo que había en el público, Bakugo jamás despego la mirada de ella. El sutil movimiento de su vestido blanco, el bamboleó de su cabello y su calmada expresión le hacia lucir como un ángel.

—Lo estas haciendo bien, tonta... —murmuro para sí. Con una sonrisita ladina postrada en su rostro.

Con el pasar de los segundos su sonrisa se enchanzo al notar que ella había convertido esa pieza suya.

Equella enigmática pieza se convirtió en una dulce melodía que conmovió por completo a los jueces.

Tras largos minutos, T/N bajó el arco, dando fin a la pieza. Apenas sus ojos enfocaron las gradas, su corazón latió con rapidez al ver a Katsuki ponerse de pie, aplaudiendo totalmente satisfecho, alabando su actuación.

De uno a uno, los demás presentes se levantaron para aplaudirle. Los jueces, dejando a un lado su protocolo imitaron la acción de los demás, aplaudiendo a la joven.

Pequeñas lágrimas comenzaron a correr su rostro. Todo sus esfuerzos habian valido la pena. Con una enorme sonrisa y sus mejillas coloradas, agradeció con una reverencia.

Al ver aquella feliz sonrisa el corazón del cenizo dio un vuelco. Ella realmente lo había hecho estupendo. T/N miro en su dirección y le sonrio, agradeciéndole. —Sabía que lo lograrias... —murmuró, totalmente orgulloso.

El metro de las diez |Bakugo Katsuki x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora