Jae interpretó mi silencio.
-Sahi tontito, eso no se hace- me regañó como un padre a un hijo o como un hermano mayor.
-La mayoría del tiempo no lo hago a propósito- susurré.
-Y Haruto no tiene por qué ponerse celoso- reflexionó- Eso está muy, pero muy raro- se rascó la barbilla, como pensando y yo sólo me dejé caer de nuevo sobre el respaldo suspirando. No quería hacerme ilusiones... no debía.
No quería que Jaehyuk se fuera, porque sabía que luego tenía que enfrentarme yo solo a un montón de sentimientos que no deben estar dentro de mi corazón, que ahora latía cuando lo veía a él.
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Me mordí las uñas con nerviosismo, ideando quién sabe cuántos planes para evitar a Haruto, porque sí, eso es lo que haría, después de haberlo pensado y repensado, la decisión más sabia era evitarlo, así, a lo mejor, los absurdos sentimientos desaparecían. Miré el reloj con nerviosismo, como alguien que teme que el tiempo de un examen se acabe cuando no vas siquiera a la mitad. Faltaban doce minutos para las siete de la tarde.
Contárselo a Jae y que él me hiciera ver las cosas con claridad, había servido sólo para atormentarme; porque ahora ese era exactamente mi problema, todo estaba ya claro y yo estaba enamorado de alguien que no debía. Tanto tiempo compartido había traído consecuencias fatales para mí.
¿Y si no le abro? pensé
Cuando llegara podía ignorarle y no salir a abrirle, así, él se iría y yo no tendría que atormentar a mi corazón, haciéndolo latir para luego ordenarle que se callara.
Corrí a mi habitación, dispuesto a embarcarme en mi mundo e ignorar los ruidos externos, y eso incluía el llamado de la puerta que en cualquiera momento se oiría.
Conecté mi reproductor de música al par de audífonos que mi padre me había regalado en el cumpleaños número diecisiete y dejé que la melodía llenara el espacio por completo.
Mientras sonaba la primera canción de la lista, aquellos golpeteos en la puerta eran tan reconocibles ya, se escucharon, haciéndome latir el corazón con un palpitar que resultaba ridículo. Traté de ignorarlos y, sobre todo, ignorar el pensamiento de saber quién era el que estaba detrás de la puerta. Pero los golpecitos se aferraron a seguir llamando y era como si su sonido me incitara a correr y ver el rostro que ahora se proyectaba en mis sueños. Arranqué de un jalón el reproductor y conecté los auriculares blancos para luego llevarme cada uno a los oídos, haciendo girar el círculo para que el volumen subiera y me atronara en los oídos indefensos. Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos con fuerza, produciendo una que otra arruga en el párpado. Enterré la cabeza en la almohada y luego canturrié algunas estrofas de la canción que sonaba con potencia en mis oídos, haciendo de mi voz sólo un farfullar ahogado que nada más yo entendía.
Así pasaron casi cuarenta y cinco minutos hasta que decidí que no quería quedarme sordo antes de los treinta y bajé el volumen hasta desvanecerlo completamente y luego apagarlo.
Suspiré ¿con qué cara vería ahora a Jeongwoo? ¿Podía acaso ser tan hipócrita para mantener la misma sonrisa "sincera"? El no merecía que nadie le hiciera daño, nadie y mucho menos yo, él ya había sufrido tanto y ahora, no podía permitirme hacerle daño. Contemplé el techo blanco por un rato, sintiéndome la persona más horrible del mundo.
Entonces oí como la puerta se abrió y luego la voz de Jeongwoo y la de Haruto mezcladas. Mi corazón se aceleró por el nerviosismo y la ansiedad.
- ¡Asahi! ¿Estás? - preguntó Jeongwoo en un sonoro grito.
¿Y ahora qué se suponía que debía hacer? ¿Salir y portarme como si nada, siendo hipócrita hacia Jeongwoo y ordenando a callar a mi corazón cuando Haruto se acercara o quedarme encerrado en mi habitación y hasta quizá ocultarme en el armario para siempre?
- ¡Allí estás! - dijo Jeongwoo con alivio abriendo la puerta de mi habitación y haciéndome sentir descubierto bajo la mirada café de Haruto que se mostraba en segundo plano.
Le sonreí totalmente nervioso y atontado debido a que no tuve la oportunidad de salir corriendo por la ventana, aunque hubiera sido mala idea por los tres pisos que había antes del suelo. No pude mirar a Haruto, o, mejor dicho, mantener mi mirada en él, mientras que él me veía; pero tampoco pude hacerlo con Jeongwoo, porque él quizá podría ver en mis ojos alguna aflicción. Y no estaría del todo equivocado.
- ¿Por qué no le abriste a Haruto? - preguntó entre tanto que yo bajaba de la cama y me acercaba para salir de mi habitación, aunque no quisiera.
-Oh, perdóname- Intenté mirar al interpelado pero su mirada me derritió el corazón incluso antes de que éste pudiera latir, así que me apresuré en hablar para mirar a cualquier otra parte-. Es que me quedé dormido con la música a todo volumen- me excusé y luego me dirigí hasta la cocina para tomar una manzana, pero más para huir de ambos. Porque por el lado que sea, yo me sentía culpable.
-No, no te preocupes- me dijo Haruto y su voz hizo que las piernas me temblaran.
-Lo encontré sentado afuera, quién sabe por cuánto tiempo estuvo allí- musitó Jeongwoo y por la colilla del ojo miré cómo se giró hacia Haruto para darle un abrazo cariñoso.
El hecho de que no quería admitir que me daban celos, no evitaba que los sintiera. Entonces el timbre sonó interrumpiendo el beso que estaban a punto de darse y corrí alegre abrir la puerta, dándole gracias a quien sea que estaba del otro lado.
Cuando abrí, un ramo de rosas rojas le tapaba a la cara alguien y sólo divisé las viriles manos que lo sostenían. Todos nos quedamos observando, confundidos y curiosos, hasta que el ramo de rosas bajó y pude ver el bello rostro juvenil de Jihoon, sonriéndome.
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孤独 ; 𝐌𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨┊ hasahi
RomanceFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño del único que todo el mundo en mi situación, rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, actuar y...