ADAPTACIÓN DE LA SERIE DE NETFLIX: 𝐎𝐮𝐭𝐞𝐫 𝐁𝐚𝐧𝐤𝐬
Continuación de JJ + Juliet.
Tras vivir toda su vida en la isla de Marta, Juliet decide buscar paz en Xcalak, Yucatán siguiendo su pasión: la pastelería. Acompañada de Joe y Federick está comp...
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Arrojé el cuchillo al suelo al no tener respuesta de la cerradura. En ese momento, comencé a arrepentirme de haberle hecho ese favor a la anciana, pero, era demasiado adorable como para no hacerlo.
Esa tarde había ido a la cafetería para comprar uno de los tantos sándwiches que me habían fascinado. El lugar estaba repleto de gente, por lo que ninguno de los empleados podía acercarle los ingredientes a Juliet.
Debía encontrar otra solución.
¿Ventanas?
No, todas tenían rejas.
¿Trepar el muro del patio trasero?
Imposible, no llegaba.
Mientras intentaba pensar, mi vista se desvió. Luego del gran pasillo, se abría un inmenso ambiente, el living-comedor. Era capaz de ver a Juliet concentrada en la televisión, llevaba una falda de tablas, una remera pequeña y una chaqueta color marrón amarrada a la cintura. Tenía sus manos entrelazadas a sus espaldas. Fruncí el ceño al averiguar la razón de tanta concentración.
Actividad Paranormal. Esa película era lo menos terrorífico que podía existir, es más, me atrevo a decir que era pura comedia, sin embargo, a Juliet pareció asustarle mucho. En especial cuando apareció la aclaración de que estaba basada en hechos reales.
—Okey, esto es efectivamente imposible. —hablé.
—Langostino, bájate de ahí. —dije al ver al gato olfateando los ingredientes. Había crecido bastante desde la última vez.
Lógico. Pasó un año y medio.
— Hijo, ¿por qué eres así? —se acercó a él y lo bajó de la mesa.
— ¿Langostino? —lo llamé, esperando que se acercara, pero el felino me ignoró.
—No es muy sociable. —aclaró— Menos con personas tan... bueno.
—Si supiera que gracias a mí, tú eres su dueña. —deposité el cuchillo en la mesa y me dirigí al sofá, no quería estar cerca de ella.
— ¿Quieres cenar? —negué con la cabeza—Si cenas, puedo hacerte un postre. —una gran sonrisa se formó en su rostro.
¿Cómo se atrevía a tratarme como si nada hubiese pasado? Como si no hubiese intentado robarse nuestro oro.
