VENUS URUM
Levi se sienta frente a mi y deja una bandeja llena de comida en la mesa.
—Veamos, tenemos: hamburguesas y papas a la francesa, o pollo con macarrones y verdura, incluso hay ensalada, y de postre tienes para elegir flan, pudín de chocolate, y... ¡sandía!
Mueve sus manos con entusiasmo señalando el plato con sandía en cubitos. Me mira con una sonrisa grande, me causa gracia y ternura, pero rio mucho.
—Anda, toma lo que quieras—arrastra la bandeja, acercándola más a mí.
—No tengo mucha hambre.
—¿Estás rechazando un plato de sandía, acaso? Mira que es gratis, y sólo para ti.
—Gracias, Levi, pero no se me antoja.
—Car, no haz comido nada hoy, no te hace bien—pone su mano sobre mi hombro, esta vez con más seriedad.
—Lo sé, lo siento, es que no tengo hambre.
—No te disculpes, solo intenta comer algo—agarra un vaso lleno y me lo ofrece—. Al menos tómate este jugo de naranja.
—Está bien.
—Gracias—dice en un tono suave y me dedica una sonrisa dulce.
Acaricia mi brazo con su pulgar unos segundos antes de retirar la mano.
Me sonrojo levemente y le doy un sorbo al jugo.
La verdad es que sí tenía bastante sed, estoy acostumbrada a siempre estar bebiendo mucho líquido, y ya ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que tomé una gota de agua en los últimos días.
Casi por terminarme todo el vaso de jugo, veo movimiento por el rabillo del ojo y antes de poder voltearme, ya tengo a Paige y a Maia abrazándome con fuerza, una de cada lado.
—Vaya, cuánto amor—sonrío.
—¿Cómo estás?—pregunta Maia.
Suspiro.
—Estoy bien, se los juro. Mi respuesta no va a cambiar a la vez número cincuenta que me lo pregunten.
—Bueno, es que aún tenemos la esperanza que en alguna de esas veces nos digas la verdad—suelta mi cola de caballo toda mal hecha para rehacerla.
Decido no decir nada, no tiene sentido.
Paige toma mi mentón con delicadeza y me hace voltear a mirarla.
—Venn, no estás obligada a contarnos nada, tampoco queremos que te sientas presionada a hablar, créeme que no, sólo espero que estés consiente de que no estás bien, los tres te conocemos y sabemos que tú no eres así. Lo que sea que haya pasado con Ferd, está bien si te molestó o te hizo sentir mal—estoy por protestar pero Paige se me adelanta—, no estoy diciendo que así lo sea, simplemente quiero que sepas que está bien enojarse, y está bien estar triste, te aseguro que lo que Ferd menos querría es que te guardaras las cosas para ti misma. Piénsalo, ¿sí? Cuando quieras hablar, nosotros siempre vamos a estar aquí para ti.
Ya siento un nudo en mi garganta y las lágrimas amenazando con salir. No quiero llorar, no quiero sentirme triste por esto, no puedo hacerlo, por más que todos digan que está bien, yo no lo siento así.
—De acuerdo, dejemos de hablar de esto. Cuéntenme de ustedes. ¿Cómo haz estado, Paige?
—Pues, bien, supongo.
—Te veo bastante bien, creo que todos nos hemos adaptado bastante bien al colegio.
—Hablar con las personas aquí está siendo menos difícil de lo que esperaba—admite Maia.
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Freak
Teen FictionPaige Chesterfield, una chica que ha perdido su esencia desde que fue diagnosticada con ansiedad social. Ferdinand y Venus Urum, dos hermanos que fueron criados bajo la sobreprotección de sus padres y desean salir al mundo exterior a aprender lo q...