Capítulo 5

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Toda esa semana, pasó sin pena ni gloria. Estuvimos visitando diferentes ciudades para recopilar información para nuestra misión pero no pudimos obtener nada. A parte de eso, sólo hice alguna visita más a mis padres para cenar con ellos pero y todo fue normal, sin ningún percance.

La mañana del octavo día de mi estancia aquí, me levanté tranquilamente ya que habíamos decidido tomarnos un descanso de la investigación. La verdad era que lo necesitaba porque casi me estaba tirando de los pelos por todo el trabajo infructuoso que habíamos hecho.

Llegué al cuarto de baño de la habitación y me miré en el espejo para peinarme un poco y lavarme los dientes. Yo era más bien bajita, con el pelo negro ondulado, piel blanca y ojos de un tono entre marrón claro y verde dependiendo de la luz. Cuando vivía aquí siempre me decían que me parecía mucho a mi padre, y era verdad. Los dos éramos bastante estrechos de espalda y hombros, de piernas largas y de cuerpo bastante delgado. En cambio, mi hermano se parecía más a mi madre, con el cabello castaño claro, ojos casi negros y de constitución corpulenta.

Estaba a punto de darme una ducha cuando mi móvil sonó desde la mesita de noche al lado de la cama. Fui corriendo a cogerlo antes de que la llamada se cortase.

-¿Hola? -pregunté cuando descolgué.

-Hola Luna. Soy yo, Sergio -oí decir a la voz de mi hermano.

-¡Hey, hola! ¿Cómo es que llamas a estas horas de la mañana? -quise saber yo- O mejor dicho, conociéndote como te conozco ¿Cómo es que ya estás despierto?

-Muy graciosa Ruiz -dijo él irónico-. Te llamaba para invitarte hoy a comer a mi casa si no estás ocupada.

-La verdad es que hoy precisamente no tengo planes.

-De acuerdo pues definitivamente vienes hacia aquí. Pero...

Ese tono que utilizaba indicaba que iba a decirme algo que no me gustaría escuchar.

-Es mejor que vengas tu sola -soltó finamente-. No es que no me caigan bien tu amigo y tu novio, casi no los conozco como para juzgarlo. Pero hace mucho tiempo que no te he visto y me gustaría tener a mi hermanita toda para mí.

-¿David estará? -pregunté yo esperando una negación.

-Pues sí, comerá con nosotros pero después seguramente se marchará. No pasa nada ¿no? A él también hace tiempo que no lo ves así que supongo que te gustará que esté allí.

Mi hermano no podía andar más desencaminado pero, como no tenía ninguna buena excusa que lo explicara, dije:

-Claro, de acuerdo. ¿A qué hora tengo que estar allí?

-Da igual, ven a la hora que quieras. Ahora cuando colguemos te envío un mensaje con la dirección de la casa para que puedas llegar ¿vale?

-Vale. Adiós Sergio.

-Adiós Luna, nos vemos en un rato.

Los dos colgamos al mismo tiempo y, al cabo de unos segundos recibí la dirección a la que tenía que ir de parte de mi hermano, tal y como me lo había dicho él. La busqué en el GPS del móvil y vi que estaba a una media hora en coche. Eran apenas las diez de la mañana o sea que tenía tiempo de sobras. Fui al baño para continuar con la ducha que había decidido darme antes de que me distrajeran y cuando acabé fui al restaurante del hotel a desayunar porque me daba demasiada pereza moverme hasta otro local.

Mis amigos también estaban sentados allí así que fui hasta ellos a y les saludé. Ellos me devolvieron el saludo y yo les anuncié:

-Chicos, hoy iré a comer a casa de mi hermano. No os ofendáis pero... me ha pedido si podía venir sola, sin vosotros y he aceptado. Es que hace tiempo que no lo veo y...

Cruel rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora