Capítulo 8

215 13 1
                                    

Los siguientes días estuvimos muy ocupados yendo de un pueblo a otro aunque sólo fuera por un mínimo indicio de alguna presencia sospechosa. Trabajamos mucho pero realmente obtuvimos muy pocos resultados. Roncaster desplegó muchos de sus agentes para reforzar la búsqueda pero esos hombres eran los más escurridizos con los que nos habíamos topado jamás.

Entre un viaje y otro, hice algún hueco para ir a visitar a mis padres, que se quejaban de que estaba aquí en España pero que casi no me habían visto. Con David, desde la noche en el cine, establecimos una rutina en la que nos llamábamos casi cada día y nos mensajeábamos siempre que podíamos. No pensaba que fuese una buena idea pero no podía evitarlo. Además, sólo éramos amgos y no pretendía ni quería más que eso. Gracias a que hablábamos tanto, me enteré de que trabajaba como camarero en un bar los sábados por la noche y los domingos y los lunes por la tarde para ganar un poco de dinero y pagar la renta del piso que compartían él y Sergio. Además, estaba haciendo un módulo de grado superior en fotografía , algo que le gustaba mucho y la ventaja que tenía era que hacían muchas prácticas e iban a clase bastante poco. La mayoría eran trabajos y deberes que tenían que presentar.

Estaba escuchando música en mi móvil mientras íbamos en coche hacia una ciudad bastante grande. Esa vez, los indicios eran más claros que antes gracias a unas informaciones que pudieron sonsacar a alguna persona que, de momento, era desconocida para Alex, Jacob y yo. El caso era que esta noche iban a hacer una transacción importante de droga y teníamos que interrumpir y capturar a todos los individuos que se presentaran. No podíamos fallar porque si alguno se escapaba, contaría todo lo que vio a sus superiores y sabrían que estábamos encima de ellos otra vez. En cambio, si los atrapábamos a todos podrían pensar que la policía local los había interrumpido o que se habían matado entre ellos si alguno había llevado material falso. Así tendríamos más tiempo hasta que pudieran tener una hipótesis firme sobre nosotros persiguiéndoles de nuevo y, si podíamos obligar a hablar a los prisioneros, los atacaríamos desprevenidos.

Íbamos bastante bien de tiempo porque aun faltaban dos horas de margen para que se produjera el intercambio y ya casi llegábamos al sitio correcto. El plan era escondernos al principio para ver cuántos miembros se presentaban y analizarlo todo. Si eran pocos, esperaríamos hasta el momento adecuado y, cuando bajaran mínimamente la guardia, los atraparíamos. Además, por si las cosas se ponían feas o eran más de los que esperábamos, habrían refuerzos cerca que estarían al pendiente de lo que pasaba ahí dentro ya que llevábamos unos pequeños micrófonos para que pudieran escucharlo todo y sólo teníamos que apretar un botón de emergencia para llamarlos y que vinieran.

Llegamos muy puntuales a lo que parecía una fábrica abandonada. Para empezar, recorrimos el lugar para saber dónde era mejor escondernos y nos decidimos por un cuartucho con unos cuantos trastos dentro desde dónde tendríamos toda la panorámica de lo que pasara pero, en cambio, era difícil que alguien nos viera a nosotros.

Estuvimos todo el rato aburriéndonos en silencio para que no escucharan voces si venían de improviso. Estos eran los momentos que menos me gustaban, odiaba tener que estar de brazos cruzados sin poder hacer nada, con la tensión recorriéndome el cuerpo.

Nos pusimos en alerta en el momento en que escuchamos una puerta abrirse y el sonido de unos pasos acercándose. Mientras habíamos estado esperando, ya se había hecho de noche y todo estaba muy oscuro por lo que me costó divisar una figura oscura vestida totalmente de negro que caminó tranquilamente hasta el centro de la estancia y se quedó allí esperando. Al cabo de poco, otro individuo apareció. Era muy parecido al primero aunque quizá un poquito más bajo, cosa normal porque el primero aparentaba medir 1,90 m tranquilamente, parecía un pino

-¿Traes el dinero? -preguntó secamente el señor Pino, cómo lo bauticé mentalmente.

- Si -respondió el segundo-. ¿Traes tú el material?

Cruel rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora