DEMASIADO JOVEN O DEMASIADO VIEJO

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No estoy seguro, pero me parece que fue en una conferencia de la universidad, cuando escuché por primera vez esa frase << La política es de tiempos, hay que saber esperar>> la dijo un político Andrés Moreno Cordero, que para ese entonces estaba convertido en conferencista una especie de motivador de las conciencias "dormidas" de la juventud según él aproximadamente un mes antes que iniciara su campaña como senador proceso en el que participó primero como ciertos traspiés que luego perdió.

Tenía dieciocho en ese verano de 2008 recién había cumplido la mayoría de edad en marzo de ese mismo año, estaba en el segundo semestre de la universidad en la carrera de Ciencias Políticas, desde los seis años estaba seguro de lo que quería ser de grande, quería ser gobernador, no sabía cómo ni tampoco cuando, pero quería ser el más joven que haya ocupado el cargo, así que cuando tuve la oportunidad escogí mi carrera sin ninguna duda convencido en mi mente de lo que quería lograr.

La Universidad no tenía mucho del glamour intelectual que imaginé durante la secundaria y la preparatoria, imaginé el hervidero de ideas que debía ser un lugar que tuviera en sus aulas a los futuros líderes del país, creí que tan pronto de entrar en la facultad me toparía con debates acalorados en los pasillos, o el choque ideológico entre los diferentes grupos de la escuela a la hora de la comida, o que las clases fueran verdaderos salones de lucha de esgrima dialéctica, poco tarde en darme cuenta, que el gran móvil de muchos de mis compañeros eran las "chelas" para el fin de semana y para los más interesados en la "polaca" era acercarse a la Sociedad de Alumnos, ocupar un puesto que generalmente mantenían toda su carrera universitaria y de ahí "saltar" a las filas del partido político de su predilección, la mayoría por supuesto optaba por el partido Oficial, excepto claro por los que se decidían ir hacia un partido de la oposición, motivados por compromisos familiares o económicos y como platiqué un par de veces con algunos de ellos tenían la responsabilidad moral de continuar el legado familiar y del presupuesto (claro), solo unos pocos se dedicaban al estudio de la ciencia política, y eran francamente los que mejor me caían, un grupo de extracto humilde con sueños de cambiar el mundo, mantenían la llama del idealismo juvenil diciendo que Otro Mundo era Posible, incluso yo en ese entonces creía lo mismo, la mayoría de ellos sin ninguna cobija política o familiar que pudiera arroparlos en el paso por la Universidad y menos colocarlos en uno de los cerrados feudos partidistas o algún puesto de gobierno, este grupo de jóvenes la mayoría de ellos de clase media baja (como si existiera dicho término) eran egresados de escuelas públicas, hijos de barrio sin "aristocracia" pero que se habían distinguido como buenos alumnos o campeones de algún concurso de oratoria, los "licenciados" de la casa, los mismos que aupados por la letanía de vecinos y conocidos <<"te va sacar de pobre", Diputado, Diputada">> decidieron convertirse en "políticos profesionales".

Este grupo de desfavorecidos, de excluidos del cobijo del abolengo, de un buen "apellido" se juntaba en un café del centro donde trataban de mezclarse con el resto de los comensales sin éxito, todos pedían el americano con "refill" de 30 pesos, para mantener activa la mesa, algunos con tal de tener su espacio en la mesa guardaban incluso el cambio del camión o del lunch para comprar el café, ahí se reunían todos los días después de clases en un viejo café del centro, les agradaba esa sensación de horizontalidad que había entre todos, ahí se borraban clases sociales, grados académicos, deferencias personales, ahí lo que contaba era la fuerza de tus ideas, el peso de tus argumentos, a veces tomaba su tiempo tener el turno de la palabra pero cuando la tenías aunque fuera solo una vez, podías hablar el tiempo que quisieras, exponer en detalle tu punto, y como era frecuente contrastar tu punto de vista con quien sea que haya hablado antes, un buen ejercicio de "sombra" dialéctica con total libertad libre de los convencionalismos o corrección política de las líneas verticales tradicionales.

Como dije nos juntábamos en el café después de clases, caminábamos hasta la mesa que originalmente era una al "fondo" junto a los baños, al principio nos avergonzaba que nuestro debate juvenil sonara poco inteligente, o ingenuo, por el contrario al círculo de la mesa se unían de vez en cuando maestros de la facultad o de la Universidad, algunos ex funcionarios públicos, uno que otro dirigente político que iba por "chisme" pero que perdía interés cuando escuchaba la naturaleza de nuestros debates, incluso el director de la escuela nos acompañaba con cierta regularidad, a veces teníamos que juntar hasta dos mesas, pero en cualquier caso, uno ocupaba el lugar en el orden en el que llegó, era nuestro "Contrato del café", después por el número de los que nos juntábamos nos asignaron una mesa en la terraza del local, que dicho sea de paso tenía como panorámica el parque principal de la ciudad que definitivamente era el sitio más acogedor de todo el lugar, con el tiempo nos convertimos en la mesa de la "terraza".

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