Entrevista con el gobernador

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Sujeté con una mano a la otra que sostenía la grabadora, estaba temblando, era mi primera entrevista para el periódico, la asignación de ese día la envió el redactor en jefe muy temprano por la mañana, la cita era en el palacio de gobierno, una rueda de prensa con el gobernador del estado.

Conocía al mandatario desde antes, el hombre era un antiguo compañero de primaria de mi padre, no sé como pero me reconoció de entre el resto de los reporteros, me mandó a llamar a una entrevista privada, no supe que hacer así que le informé de esto al director de mi redacción quién estaba más sorprendido como yo, (no le comenté nada de la amistad de años de mi padre con el gobernador) – no hay tiempo, sé inteligente y haz las preguntas – me dijo, luego colgó antes de que pudiera contestar, un miembro del equipo de seguridad me indicó que su jefe estaba listo, entré a la oficina, ubicado en el último piso del edificio de gobierno, no toqué la puerta cuando escuché que dentro alguien grito – Adelante – empuje la puerta con suavidad, ahí estaba el hombre frente a mí, esperándome.

El guardaespaldas me indicó el lugar donde debía sentarme, jaló una silla que estaba enfrente del escritorio, el gobernador extendió la mano y la estrecho con la mía, le devolví el saludo – es un gusto verte muchacho, eres idéntico a tu padre, te reconocí entre todos, ese cara no se pierde, por el cariño que le tengo a tu padre, aquí estoy para lo que necesites – dijo y sonrió, guardé silencio no tenía idea de cómo interpelar a eso - vamos muchacho, no tengas penas, eres reportero, aquí tienes tu gran oportunidad, puedes preguntarme lo que quieras – me dijo, pensé en muchas cosas, en política, en chismes y demás fantasías populares, pero ninguna pregunta en específico, solo divagaciones incoherentes que luchaban unas de las otras y el peor de los pensamientos recurrentes estar frente a la oportunidad de una vida y perderla.

Por fin se me ocurrió algo era una pregunta básica del manual de periodistas que leí en la escuela, ese texto decía que la mejor forma de iniciar una entrevista era preguntar en primer lugar al entrevistado como inicio en esa profesión, carrera o proyecto, la revelación fue una epifanía para mi mente, luego decidí cambiarle un poco y repensé en una pregunta durante los segundos incómodos de su mirada sobre la mía.

- Señor gobernador, cual fue la más grande lección de política que aprendió durante toda su carrera – le pregunté

Por la expresión de su rostro estoy seguro de que lo tomé desprevenido, luego sonrió, era claro que conocía el oficio, no iba a demostrar sorpresa con nadie incluso si no tuviera ninguna idea sobre qué decir, se levantó de su asiento, caminó alrededor de mí, colocó la mano sobre uno de mis hombros – vaya eres tan listo como tu padre – dijo, luego caminó hacia uno de las pinturas de la habitación, la miró por unos momentos como tratando de encontrar la respuesta en algún punto de ese lienzo.

Giro hacia mí, se sentó de nuevo en su escritorio, bebió un poco de agua – si hubo un momento al inicio de mi carrera que podría llamar como la lección más importante de mi carrera – dijo, luego se detuvo, me miro con severidad – la única condición que te pongo es que la escribas hasta que termine mi mandato – sentenció sin titubeos, era obvio que iba en serio, después de eso puedes hacer con esta historia lo que tú quieras.

Lo pensé un momento, estaba seguro que perdería el empleo en el periódico, si llegaba a la redacción sin una noticia después de mi entrevista con el gobernador, agaché la cabeza, era escritor y me gustaba escribir historias tan pronto como me venían a la mente o cuando las escuchaba de alguien más, miré a los guardaespaldas que estaban detrás de mí en la puerta, más todos el aparato gubernamental de seguridad era suficiente para disuadir a cualquiera, pero en mi caso era mi palabra la que valía más que otra cosa, crecí con la idea de siempre cumplir con lo pactado.

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