CANCIÓN DEL "ELEGIDO"

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<<... Y Ahora con ustedes, desde el sureste del país, su Cabaret Favorito "La Perla del Pacifico" presenta...

Al cantante popular, al galán de la selva, al queridísimo por todos, Rich ojos claros, el compositor y cantante, al gran "Ricardo Carballo" para interpretar una canción de su autoría "Pescador, dime ¿Qué es lo que pescas?" >>

(Aparece en escena Ricardo Carballo, "Rich ojos claros" vestido con un smoking blanco de lana, pantalón negro de corte recto, zapatos de charol perfectamente lustrados, el cabello largo hasta la oreja peinado ligeramente hacia un lado enmarcando el copete con algunos rizos cayendo en su frente, el rostro recién rasurado, sonrosado en las mejillas por pequeñísimos cortes con la navaja del afeitado, unas marcadas ojeras oscuras debajo de los ojos que resaltaban el color esmeralda del iris, estira el brazo, toma el micrófono que le ofrece el presentador, guarda silencio, las luces del cabaret iluminan su cabello oscuro, el cantante tiene la vista en el piso, un silencio sepulcral domina el escenario, la tensión de su cuerpo sube de un jalón, su corazón late con fuerza, un ligero compás al fondo del escenario, rompe el silencio, sus pulmones se llenan de aire, recorren su pecho, pasa por la garganta, hasta llegar a la boca, los primeros acordes de una canción salen despedidos de una poderosa voz que resuena en el lugar).

"Pescador que pescas, desde un solo pez, hasta mil estrellas

Enredas en tus redes, los ojos brillantes de aquella sirena,

Pescador si puedes: tráeme aquellos ojos

Y a cambio de ellos... te regalo un verso".

Mi nombre es Ricardo Carballo, Gobernador del Estado, esta es mi historia:

Yo no lo sabía, pero esa noche en el cabaret iba cambiar mi vida para siempre.

1.1.1.

Ricardo Ojos Verdes

Nací en la montaña, en un estado del Sur, muy lejos de la capital del país, mi padre fue un capataz americano que llegó a trabajar en la época del chicle, solo tengo una foto de él, abandonó a mi madre poco después de que la compañía con la que llegó decidiera irse de la montaña, después de que por supuesto, talaran casi todos los árboles y consumieran todos los recursos de la región, yo apenas tenía un año de edad.

Mi progenitora era una campesina, tenía 16 cuando conoció a mi padre, apenas fue a la escuela un par de años, lo suficiente para poder leer lo indispensable, escribir su nombre, un poco de aritmética básica para contar el dinero, vivió toda su vida en la montaña, nunca fue a la ciudad ni siquiera cuando enfermo de neumonía que la mato cuando tenía 35, tenía doce en ese entonces.

Abandoné la primaria en el sexto grado, no volví a estudiar, quedé al cuidado de mi tío "Pancho" un soltero, borracho y también mellizo de mi mamá, el único residente que vivía en casa de mis abuelos, a pesar de que era gemelos nunca vi el parecido entre Pancho y Juanita, pero la verdad era que el alcohol había deformado el rostro de mi tío, siempre hinchado, rojizo, a pesar de su alcoholismo "Pancho" siempre fue bueno conmigo, nunca me pego ni me trató mal, pero era alguien en quién no podía confiar, desaparecía durante semanas enteras de la casa, murió al año siguiente de cuando terminé la secundaria.

Sin más formación que una deficiente educación básica, pronto terminé trabajando en una de las muchas cantinas del pueblo donde me conocían como el sobrino de "Pancho", el hijo del "Gringo", pero mi apodo preferido era el de Ricardo o Rich Ojos Verdes, en poco tiempo aprendí a limpiar las mesas, servir las mesas y colocar los vasos, gracias a las meseras dominé el sutil arte de convencer a los clientes de seguir tomando incluso en contra de su voluntad, resistencia que francamente no era tan difícil de sortear, al paso de los meses también me curtí en el difícil medio de las peleas y discusiones de borracho, sabía por voz de los garroteros que nada era más efectivo que ganarle el valor a tu rival, lo peor era permitir que te intimiden, ahí habías perdido la pelea incluso antes de empezar, pero si te mantenías aguerrido y en guardia, el agresor seguramente en la mayoría de los casos prefería desistir, una mente embrutecida llevaba las de perder – No hay borracho que coma lumbre – decía con razón mi tío Pancho.

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