Caminé mientras las palpitantes luces cegaban mis ojos, era un camino casi olímpico debido a mi estado de ebriedad y los flashes discotequeros. Sostenía fuertemente el vaso de cubalibre para no derramar el líquido mientras mis piernas desconfiaban de sus pasos. Estaba harto de lo mismo, pero no podía dejar de ir a aquella discoteca en donde la gente te observaba como si fueses un indigente y ellos lo más ricos de la ciudad y, posiblemente habían unos que se creían los más ricos del mundo; pero mi visión de ellos era un púdranse que resonaba en mi embriagada mente, en la tarima bailaba un sujeto que llevaba una máscara de maquillaje y una peluca bastante exagerada, cosa que me hacía reír nerviosamente, bailaba y cantaba una canción de una mujer que no se le entendía nada, varias personas se congregaban a su alrededor para reír de él y algunos aplaudían, en la pista de baile había más gente, la mayoría hombres, algunos dolorosamente hermosos y otros que a mi parecer pertenecían al grupo de los indigentes, solo que eran tan populares como los millonarios, entonces eso les daba el derecho de ver por encima del hombro, cosa que me parecía ridículo. Todos ellos bailaban y se besaban como si no hubiese un mañana, algunos llevaban unos ojos rojos que habían adquirido al introducir en sus cuerpos esas sustancias prohibidas de las cuales más de uno hizo una obra de teatro en la escuela para dar a conocer los estragos que hacían, estos estaban divididos en dos mundos, las mujeres, esa era otra historia, se sentían los machos alfas del lugar, mientras más machorras, más aires de dominante tenían, después de pasar por toda esa multitud, me encontré con la barra, donde estaban sentados los que habían perdido la cuenta de cuantas veces habían ido a ese lugar, y no como yo, me refiero años tras años asistiendo a ese lugar, intentaban no aparentar la edad, pero era solo eso, aparentar, no podían ocultarla, ellos estaban sentados con un buen trago de whisky, observando a todos lados a ver si algún joven mendigo o millonario se dignaban a hablar con ellos. Los que atendían la barra parecía unos robots, sin sentimientos y sin voluntad, solo les interesaba servir lo que se les pedía y revisar si el ticket obtenido por el cliente coincidía con el pedido que le habría hecho el mismo, reí por lo bajo, al ver la cara de emoción de uno de los que "no aparentaban" cuando un chico se les acerco, pase la barra y me encontré con una escalera de caracol, donde al subirla te encontrabas con la zona VIP, o la zona de "Arpías" como la llamaba yo, seguido estaba otra zona de mesas y sofás, donde se sentaban los que iban en grupo a criticar las vestimentas de otros y pasarla bien, ese era mi destino, estaba Matts, mi amigo inseparable, lo conocí en un viaje de la secundaria al campo, él iba a otra escuela, y casualmente nuestras facultades coincidieron ese mismo día, yo me hallaba buscando algunas setas en el bosque para darle un giro divertido a la aburrida excursión, creí haber conseguido lo que quería cerca de un grueso tronco de un pino cuando, detrás de él se encontraba mi amigo (que en esos momentos era desconocido), entreteniéndose con el miembro de Dean, otro sujeto que me convirtió en lo que soy hoy en día, pero esa es otra historia, a partir de allí Matts y yo nos hicimos amigos después de que el me pidiera desesperadamente que guardara su secreto, estaba Rinha, mi amiga inglesa, era una de esas chicas que sin ser gay, era más del ambiente que una verdadera lesbiana, ella vivía a una cuadra de mi casa, nos conocimos odiándonos y ese odio nos hizo inseparables, estaba Dan, amigo de Matts, pero era un buen chico, y por ultimo Sean, el millonario del grupo, el que veía por encima del hombro a los demás, menos a nosotros, por ser sus amigos. Él fue uno de los primeros amores platónicos que conoció mi corazón, es dos años mayor que yo, y siempre hemos tenido una conexión extraña, pero que tampoco desecharía, no sabía si era sus bellos ojos verdes, su imponente personalidad o su cuerpo perfectamente trabajado lo que me atraía, pero estaba muy claro todo entre él y yo, yo era el amigo mendigo y él, el inalcanzable millonario.
- Volví...
- ¿Dónde demonios estabas? - Preguntó Sean petulante.
- Solo paseando...
- Ay cariño sabes que aquí no se pasea sin un motivo. - Exclamó Matts pasando uno de sus brazos por mis hombros.
- ¿Algún día dejarás de vestirte como una loca mujerzuela? - Dijo Sean burlonamente dirigiéndose esta vez a Matts.
- ¿Y desde cuando Miller y yo tenemos que darte explicaciones?
Ah sí, ese es mi nombre, Miller...
- Loca...
- Arpía...
- ¡Listo! ¿Ya empezaran a regar mierda por todos lados con sus discusiones? - Corte ya irritado.
Al parecer uno de los pasatiempos favoritos de Sean, aparte de copular, era insultar y burlarse de Matts, ambos eran muy distintos entre sí, en el caso de Sean, él era excesivamente varonil, usaba una barba cuidada, tenía el cabello negro cuidadosamente peinado hacía un lado, ojos verdes llameantes, brazos fuertes y una piel excitantemente bronceada, de carácter fuerte, su ropa era masculina y de marca. Tenía un gran empleo en la rama del periodismo, un bello auto, un bello loft bohemio, y un emprendedor futuro, por otra parte, Matts era de los homosexuales femeninos, de vestimenta llamativa y ceñida hasta cortar la circulación sanguínea, era delgado, de cabello dorado y ojos marrones, nariz envidiablemente perfilada, algo atractivo, carácter dulce y divertido, de empleo de salario mínimo, el único auto que había tenido era el que su padre le regalo en navidad cuando tenía nueve años y, después se lo cambió a su prima Rinha (ah sí, mi mejor amiga es prima de mi mejor amigo), por una Barbie que le regalaron también en navidad, vivía en un apartamento de universitarios el cual compartía con Brat, un heterosexual que iba a la misma universidad, y bueno, un futuro incierto, pero todo esto era compensado con su capacidad de lealtad y de recibir una bala por ti si es necesario. Debido a todas esas diferencias de caracteres y actitud, ambos se repelaban, pero la lengua de Matts no se movía a menos que la de Sean lo obligara.
De pronto sin más, Sean se puso de pie y se fue a la zona de las "Arpías", dejándonos a los demás en nuestra habitad, eran pasada las once de la noche y el bum bum de la música seguía sonando igual, ahora el transformista que bailaba en la tarima hacía un show vulgar que involucraba cueros y látigos, todos los espectadores brincaban y coreaban lo que cantaba el "artista", Rinha había conseguido pareja extrañamente, un sujeto que a mi parecer, hasta yo me lo tiraría. Dan y Matts habían ido a bailar, y yo jugaba con las servilletas de papel que habían sobre la mesa, ya por mi cabeza pasaba la idea de irme; toqué el bolsillo derecho de mi pantalón y allí estaban las llaves del coche creando un bulto de púas, entonces me coloqué de pie, tomé otro sorbo de mi cubalibre, pasé por las escaleras, por la barra, para percatarme que ya el sujeto de edad no se encontraba donde lo había visto la última vez, cuando me dirigía a la pista de baile por encima de las voces y la música se escuchó un sonoro ¡Cuidado!, miré hacia arriba y una sombra caía en picada a toda velocidad hacia donde yo me encontraba, di tras pie tropezando con unas personas que no llegué a ver, se escuchó un golpe sordo, varios gritos, la música paró, y todo se tornó confuso. Cuando las cosas se ordenaron en mi interior y en mi entorno, empecé a unir las piezas que veía, me hallaba tumbado de espaldas al piso, vi el rostro moreno de Dan que me extendía una mano con cara de preocupación, la tomé y me puse de pie...
- ¿Estás bien? - Preguntó Dan secándome la camisa con una servilleta de algún trago de alguien que había caído sobre ella.
- Si...eso creo... - Respondí aturdido.
- Cariño derramaste tu trago sobre tu camisa Gucci... ¡Qué tragedia! - Exclamó Matts secándome la mancha.
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Victim of Love
Roman d'amourEl suicidio de una chica salpica las vidas de un grupo de amigos que solo querían divertirse en la discoteca que ella escogió para acabar con su vida. Este evento trae consigo ciertos secretos y situaciones que sacudirán las relaciones y vínculos qu...