Ese día hacía una mañana soleada, el hielo pegado al asfalto de la calle se iba deslizando hasta desaparecer por el desagüe, los transeúntes caminaban de aquí para allá con sus botas de hule. El departamento universitario quedaba en el centro de LinderTown, una ciudad al este de Holanda, por ende era casi imposible tener un descanso decente, ya que era a partir de las 4 am donde la gente empezaba a circular hacia sus sitios de trabajo, escuela o lo que sea que fuesen a ocupar su tiempo. Me miré unos segundos al espejo, las ojeras parecían enormes hematomas en mis ojos, hace días que no podía dormir con tranquilidad, la noche anterior Brat había llevado a una chica Rusa al departamento y habían hecho mucho ruido en el dormitorio, los observé como el programa de tv que te toca porque no consigues el mando a distancia. Estaba harto de aquel lugar, no podía evitar preguntarme ¿Qué demonios pasaba con mi vida? ¿Por qué me permitía estar estancado? ¿Enserio tenía las armas necesarias para poder salir al mundo y enfrentarme a él sin salir lastimado?, una sonrisa de sádica tortura se dibujó en mi rostro, toda esa palabrería eran frases hechas para diálogos de películas. Tragué saliva ahora para desnudar el tumulto que se había formado en mi garganta, ahora mi cerebro le dio paso a los recuerdos más lejanos, me vi de unos ocho años de edad siendo zarandeado por mi padre, gritándome que era un niño, y no debía jugar con muñecas, lanzó la Barbie al microondas y la hizo quemarse hasta convertirse en una pasta humeante de color negro, apreté los dientes obligándome a volver. Saqué el rímel de mi neceser para aplicarlo en mis pestañas, allí estaban los recuerdos, tratando de entrar como la mecha de un taladro en una pared de concreto, un ronquido de Brat me distrajo, lo observé desde el baño, estaba tendido en su cama con un brazo colgando, la chica descansaba en su pecho, ambos desnudos, tomé el corrector de ojeras y lo apliqué limpiamente debajo de mis ojos, disimule el color morado.
Después de unos minutos de tratar hacer ver al maquillaje natural y no como el de una Drag Queen, me quité la toalla y busqué un bóxer limpio. Mientras me lo colocaba, vislumbré mi habitación, era una caja de zapatos, cuatro paredes, estrecha con una sola ventana y puerta, sin contar la del baño y la del closet, que se había caído un día que estaba muy borracho y me traje a casa a un luchador, esa noche fue salvaje, mi cama y la de Brat casi se rozaban debido al reducido espacio, la cocina estaba en la pared contraria y constaba de un refrigerador pequeño, una cocina, dos estantes y una mesa plegable, justo al lado de ella quedaba la puerta de salida. Recordé entonces mi habitación antes de decidir ir a la universidad e independizarme, era espaciosa, las paredes eran de color turquesa que daba frescura, una cama espaciosa, un escritorio con un ordenador última generación, un gran closet digno de una adolescente caprichosa, afiches de mis artistas favoritos, y una madre enojada gritándome desde una esquina que era una deshonra para la familia, ella nunca aceptaría a un hijo homosexual...y un sonoro ¡VETE DE CASA!, tomé unos vaqueros del perchero del closet, luché unos segundos con él debido a lo ajustado que me quedaban, luego me puse la camiseta, tomé el bolso de la universidad y emprendí mi camino al ruidoso mundo exterior.
Al pisar la acera frente al apartamento, tuve que sostenerme de la verja para no resbalar, la nieve empezaba a derretirse y la gente caminaba tambaleante pero rápido y no se fijaban en nadie. También tambaleando empecé a caminar en dirección al metro, estaba a una cuadra, otro melodioso sonido que se agregaba a mi cotidianidad, en el camino había un puesto de venta de revistas, compré la Vogue del mes, en la portada había una hermosa mujer, de tez morena, ojos grandes y labios hermosamente carnosos, dando la impresión de ser Hindú, llevaba puesta una de las piezas de la última colección Otoño - Invierno de Gucci, una hermosura, tuve que contener la emoción, guardé la revista en el bolso y saqué mi reproductor mp3, bajé las escaleras al subterráneo, vislumbré a una pareja besuqueándose en el cruce que llevaba a los baños, le reste importancia y empecé a manipular el aparato buscando la canción que deseaba en esos momentos, perdiendo la paciencia por no encontrarla en el repertorio, dejé a la melodiosa Adele, saqué mi tarjeta preferencial de trasporte para estudiantes y la pasé por el verja eléctrica que daba paso a los andenes, tomé asiento en uno de los bancos frente a los rieles y me sumergí en las letras de la canción.
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Victim of Love
RomantizmEl suicidio de una chica salpica las vidas de un grupo de amigos que solo querían divertirse en la discoteca que ella escogió para acabar con su vida. Este evento trae consigo ciertos secretos y situaciones que sacudirán las relaciones y vínculos qu...