Mis padres no dejaban de parlotear sobre la nueva novia de mi hermanastro, estaba harto de escuchar siempre lo mismo "debe ser una chica con poca educación desde que no se ha venido a presentar", "algo tiene que ocultar desde que no ha tenido la decencia de traerla a casa", mi familia de cinco integrantes era conservadora, mi madre una mujer de ir a misa los domingos acompañada de mi padre, un hombre que cada año que pasaba casado, perdía un peldaño más en los niveles de su autoridad y voluntad propia, todo lo que decía mi madre era amén, mis hermanos eran dos, uno era Jesús, era el mayor de los tres, iba a la universidad en Londres, había tenido la suerte de escapar de la cárcel que teníamos como hogar, el segundo era Ricardo, él era adoptado por mi papa antes de casarse con mi madre, tenía mi misma edad, veintisiete años, era un excelente jugador de futbol caso distinto al mío, que me encantaba la literatura y era pésimo en el deporte. Mi madre que era una mujer que media a todos por su estilo de vida que si no encajaba en lo que ella creía correcto las despreciaba, no dejaba de criticar el estilo de vida que estaba llevando últimamente Ricardo, salía a las horas que quería y no había presentado a su novia, una mujer que para mí no era nada importante, ya él era un adulto y tenía el libre albedrío de elegir a quién tirarse.
Mí madre había acoplado su manera de vivir con lo que dictaba la religión que practicaba, la católica, y por ende su cerebro era tan vacío y sin conciencia propia como la de un recién nacido, todo lo que hablaba era porque lo había escuchado la misa del domingo, aborrecía la homosexualidad a tal punto de preferir que su hijo muriera antes de aceptar que era gay, cosa que yo nunca confesaría, el secreto lo guardaba en el rincón más oculto de mi alma tras kilos y kilos de mentiras, la escuchaba parlotear de lo absurda que era la vida que estaba llevando Ricardo, que Jesús a pesar de haberse ido y no dar señales de vida, por lo menos lo había hecho para estudiar para en el futuro tener una familia decente y brindarle una buena calidad de vida, apreté los dientes, pensando: "Se fue para escapar de ti, vieja arpía". En esos momentos hizo acto de presencia Ricardo dando un portazo, vio a todos los que estábamos en el comedor y sin más subió a su habitación, apreté los párpados esperando la fila de críticas que empezaría a lanzar doña perfecta.
- En mi opinión, debes de...
- Mamá, no todo lo que piensas tú que es incorrecto, no siempre lo es, déjalo en paz, ya está grandecito. - Solté sin pensar.
- ¿Estás insinuando que no me entrometa en su vida? – Contratacó mi madre llevándose una mano al pecho en señal de estar ofendida.
- ¡No! Te lo dije expresamente...si no lo entendiste es porque los pasajes de la biblia que tienes amontonados en la cabeza no te dejan pensar...
- ¡Daniel! ¿Cómo te atreves a hablarme así? – Gritó mi madre.
- Mamá ya deja de criticar todo lo que no puedes controlar ¡Es absurdo!
- ¡Respeta a tu madre Daniel!
- ¡Ah! ¿Ahora si recuerdas donde van los pantalones? – Dije sarcásticamente a mi padre. - ¡Ya era hora de que te los pusieras, aunque fuese para ser abogado del diablo! -.
La bofetada llegó tan rápido como un latigazo, la inercia llevó mi cara hacia la derecha, sentí el hormigueo recorrer toda mi mejilla hasta quedar en llamas, esto despertó un dolor ligado con ira, ganas de gritarle a todos los presentes que murieran y dejaran libre a los que sometían, pero en esos segundos que se estiran como una goma, solo vislumbré la puerta y pensé en salir sin considerar volver, me vi siendo libre, sin nadie que criticara cada paso que daba, diciéndome que me estrellaría y era mejor el camino que me aconsejaban quitándome la aventura y el riesgo de vivir mi propia vida, aprender por mi cuenta; volví la mirada a mi madre, que devolvía su mano a la posición inicial, su rostro era inescrutable, mi padre seguía sentado, con la mirada clavada en el suelo, como siempre. Mi pecho era ahora el que ardía, sentía la sangre circular, mis cienes latir, todo estaba en silencio, me levanté y camine unos centímetros hacia atrás sin apartar la mirada de mi madre, las palabras se amontonaban en mi lengua como las hojas de los árboles en la esquina de una acera en el otoño, el veneno me escocía la lengua, quería herir, quería verla hecha nada.
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Victim of Love
RomanceEl suicidio de una chica salpica las vidas de un grupo de amigos que solo querían divertirse en la discoteca que ella escogió para acabar con su vida. Este evento trae consigo ciertos secretos y situaciones que sacudirán las relaciones y vínculos qu...