Algo inesperado.

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Sophia escuchaba a su madre, con atención sin dar crédito a lo que sus oídos escuchaban.

-mamá, ¿usted está segura de lo que me habla?- preguntó Sophia.

-no sea terca mija, yo estaba presente- respondió la mujer.

-¿PERO QUÉ HACÍA USTED AHÍ?-preguntó Sophia aun mas confundida.

-me aseguraba, cuando me lo dijeron tampoco lo podía creer, por eso decidí verlo con mis propios ojos- reafirmó la mujer.

-está bien, gracias por decirlo mamá- dijo Sophia.

Después de eso hablaron apenas un par de palabras más, antes de una sentida despedida y la promesa de volver a comunicarse pronto.

Cuando Sophia salió de la cabina telefónica, tenía las piernas entumecidas, por todo el tiempo sentada en ese pequeño asiento, se dirigió a la chica del mostrador, la que le quedó viendo.

-Tiempo de la llamada, tres horas con cuarenta y cinco minutos- dijo la chica pasando la factura.

Sophia aun confundida por la información recibida toma la factura y cancela la llamada.

-gracias por su preferencia, vuelva pronto- dijo la recepcionista entregando el cambio.

-gracias- dijo Sophia tomando el dinero y saliendo del lugar.

Sophia estaba aun no digería las palabras de madre, sentía como si un balde con agua fría hubiese caído sobre su cuerpo, caminó a paso lento, sin mucho ánimo, casi por inercia y antes que ella pudiera notarlo de forma consciente, estaba parada en el interior de un bazar.

-buenos días señorita, que necesita- preguntó un hombre tras el mostrador.

-deme una cajetilla de cigarrillos- dijo ella muy seria.

-claro- el hombre puso una cajetilla de cigarros sobre el mostrador.

Sophia le pagó al hombre y guardó la cajetilla en su bolsillo.

-¿necesita algo más?-preguntó el hombre antes de dar el vuelto.

-no... espere, si... quiero un mechero también- respondió Sophia.

El hombre tomó un encendedor y lo colocó sobre el mostrador junto con el vuelto. Sophia tomó el dinero y el encendedor.

-gracias- dijo antes de salir.

Sophia camino hasta la casa, donde Abraam le esperaba preocupado.

-¿dónde estabas?- preguntó Abraham al verla llegar.

-fui a llamar a mi madre- dijo ella pasando junto a él.

Sophia se sentó en el banquillo que había en el patio, miró a su alrededor.

-¿por qué no me avisaste?- preguntó Abraham.

-¿Por qué debería?, no soy tu hija como para darte explicaciones- respondió Sophia mientras prendía un cigarrillo.

La escena dejó a Abraham fuera de sí, se sentó a su lado y le quedo viendo, era obvio que algo le molestaba, pero sabía que si hablaba ahora, sería comenzar una discusión segura.

-no sabía que fumabas- dijo Abraam.

-no lo hacía, al menos no desde que llegué a este país- respondió Sophia.

-entonces ¿si fumabas cuando residían en tu país?- preguntó Abraham.

-mm sí, de vez en cuando- respondió ella.

-yo no fumo desde, umm ¿el ejército?- dijo Abraam

-eso es mucho tiempo, ¿no?-dijo ella.

-Demasiado, ¿me conviene uno?- preguntó él.

Sophia le extendió la cajetilla, Abraam sacó un cigarrillo y fumaron en silencio, sentados uno al lado del otro. Después de un rato, Abraam notó que Sophia estaba más tranquila, en ese momento la abrazó.

-Amor, ¿qué es lo que te pasa?- preguntó él.

Sophia dio un suspiro y se quedó viendo.

-le dije a mi mamá que Stuard me había encontrado- dijo Sophia.

-¿enserio? Y ¿qué te dijo?- preguntó Abraham.

-que era imposible que fuera Stuart- dijo ella.

-¿imposible?, pero ¿por qué te dijo eso?- preguntó confundido Abraam.

-ella dice, que Stuard está allá, que jamás salió del país.-respondió Sophia.

Abraham quedó algo consternado con las palabras de Sophia.

-¿pero, como está tan segura ella?- volvió a preguntar Abraham.

-Mi madre me dijo que Stuart se casó hace como seis meses con Victoria.-respondió Sophia.

-¿Victoria?- preguntó Abraham.

-Vicky, así es como le decíamos- Sophia comenzó a recordar, los tiempos junto a Stuart.

Cuando conocí a Stuard apenas era una adolescente, tenía un pequeño grupo de amigas, pasábamos mucho tiempo juntas, la más cercana que tenía, era Viky, ella y su hermana Devora, eran mis mejores amigas, nos veíamos todos los días, Viky era mi confidente, la única que sabía la realidad de mi relación con Stuard.

Recuerdo una vez, que discutía con él, porque me tuve que dar una ducha y el mojo mi pantalón, estaba muy molesta, Viky estaba ahí, en ese tiempo los tres éramos inseparables, Stuart comenzó a planchar mi pantalón para sacarlo, yo le reclamaba, que era lo que había estado haciendo cuando el pantalón se mojo, el se molesto, entonces levantó la plancha caliente, dispuesto a golpearme la cara con ella, pero Viky lo tomó del brazo, ella lo impidió, después de eso me vestí lo más rápido que pude, Viky y yo nos fuimos a nuestras casas.

Esa vez fue una de las primeras, pero no la última vez que Stuard mostraba una conducta violenta, pero yo era muy joven e ingenua, así que lo pasaba por alto. Pero Stuard fue cada vez más violento, cuando estábamos solos, era demandante y posesivo, recuerdo muchas veces, cuando me golpeaba por no responder lo que él quería escuchar, después de un tiempo, todo el amor que le tenía, se fue convirtiendo en rabia y miedo.

Un día, Camila una amiga que tenía en común con Vicky, llegó a mi puerta, me dijo que Viky y Stuard tenían una relación, que me estaban engañando. No pude creerle, para mi eso era algo irreal, completamente imposible, pero finalmente fue verdad, cuando lo supe, la que alguna vez fue mi mejor amiga, se volvió mi enemiga jurada, ambas nos hicimos la vida imposible, pero decidí cortar por lo sano, me aleje de ambos.

Poco después los rumores, de que Viky estaba embarazada de Stuart, comenzaron a rondar por todos lados, era cierto claro está, pero no me importaba, pero Stuard me seguía buscando sin parar, eso volvió a toda la familia de Vicky en mi contra, yo solo quería olvidar todo eso.

Es por esta razón, que yo pensaba que la persona que nos dejaba esas fotos, era Stuard. Ya que él tenía la costumbre de acostarme así.

Pero cuando mi madre me dijo, que Stuard jamás salió del país, que después de que me vine, él y Viky formaron una relación, que estaban criando a su bebe y que decidieron casarse hace seis meses, me quedé sorprendida.

-¿te dolió saber que se casó con tu ex mejor amiga?- interrumpió la voz de Abraham.

-¿doler?, no, para nada- dijo Sophia.

-Entonces, ¿cuál es el problema?- preguntó Abraham.

-Es que yo estaba segura, que la persona que nos acosaba era él, ahora no tengo la más mínima idea de quién es el loco que nos está acosando- respondió Sophia.

-bueno, en eso tienes razón, debemos tener cuidado- dijo Abraham.

Después de terminar su cigarrillo, Sophia seguida de Abraham entraron a la casa. Era de día y aun muy temprano, pero estaban cansados. Tomaron desayuno juntos y luego tomaron una siesta.

Estaba todo tranquilo, hasta que un estallido los despertó de su sueño.

El Llanto de un hombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora