La patrulla se cierra con Abraham en interior, el hombre podría ver por la ventana como el vehículo se ponía en marcha mientras Sophia intentaba desesperadamente poder alcanzarlo, la chica corrió tras la patrulla hasta finalmente de perdió de vista en la lejanía, este no dijo nada en aquel trayecto el cual parecía un soneto trágico, el hombre no tendría la más mínima idea de que pasaría desde ahora, podría ser la última vez que vería a su amada, pronto llegan a una comisaría donde es encerrado en una fría y húmeda celda, finalmente le quitan las esposas para cerrar la celda, el hombre se sentaría en una especie de camilla, la cual era dura, estrecha, fría y sumamente incómoda, Abraham suelta un suspiro y fija su mirada al techo de la celda, lentamente cerraría los ojos durmiendo lentamente.
-Siempre fuiste una decepción, ¡¡los hombres no lloran!!-
Abraham despierta con un sobre salto.
-ese… ese era… mi padre- diría para sí mismo recordando aquellas palabras.
El padre de Abraham fue un ex militar, un hombre frío y estoico el cual siempre estuvo decepcionado de Abraham, el hombre creció toda su vida esforzándose para cumplir las expectativas de su padre, pero aquellas expectativas eran inalcanzables para cualquier ser humano, Abraham solía repetir en su mente las duras palabras de su padre, cada vez que este deseaba llorar, reprimiendo todo su dolor.
-jamás…fui suficiente- diría con una sonrisa torcida.
Ponto comenzaría a recordar, recordaría a su amaba Violeta, a su dulce y pequeña hija, un nudo se apoderó de su garganta al recordar aquella fatídica noche, en sus funerales una mano se apoyó sobre su hombro al levantar la mirada vería a su padre.
-Hijo…-
-lo se padre… los hombres no lloran-
Los ojos del anciano se abrirán de par en par mientras veía como su hijo se alejaba en completo silencio. Abraham recordaría como poco después falleció su madre, una mujer dulce y tierna a la cual amaba y respetaba, su padre no tardó en partir después de eso, Abraham recordaba aquellas personas y sus ojos se llenaban de amargas lágrimas que jamás logró soltar.
~no lo guardes…. Déjalo salir~
Escucharía un susurro, Abraham vería a todos lados pero no vería a nadie, entonces una luz alumbra el pasillo tras los barrotes de la celda, Abraham no daba crédito a lo que vería, era su Violeta, su pequeña hija, su madre y su padre, el hombre se frota los ojos sin creer lo que veía.
~déjalo salir~
Era la voz de su amada Violeta quien vería preocupada
~los hombres, también pueden llorar~
Se escucha la voz lejana de su padre, Abraham sin poder creer lo que pasaba frente a él estira su mano pero no logra alcanzarlos, corre pero los barrotes de la celda se alejan, entonces las personas desaparecen lentamente entre la luz.
-NO!!... ESPEREN!!!- grita Abraham con todas sus fuerzas
-¡¡¡Esperen!!!!-..
Gritaría el hombre antes de caer de bruces al suelo de la celda donde estaba pricionero.
-¿que?...fue.. un sueño- diría al ver que estaba en la misma celda en la que le habían encerrado los policías, entonces una amargura lo lleno y este da pequeños golpes al suelo…
-perdí a mi esposa… mi hija… mis padres… mi casa… a mi amada y ahora mi libertad… ¿por qué?-reprochaba el hombre
Pequeñas gotas comenzaban a caer en el pavimento, Abraham por fin, después de una vida reprimiendo sus emociones, lloraba aquellas pérdidas, pronto estaría de rodillas llorando amargamente todo el dolor que reprimió durante años, finalmente aceptaba el llanto de un hombre.
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El Llanto de un hombre
RastgeleEl libro nos relata la historia de una pareja. Un hombre rudo y machista, decepcionado de la vida y sin animos de seguir viviendola, que conoce a una joven y bella mujer que a diferencia de él, es gentil, dulce y amorosa, liberal y un tanto feminist...