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Jimin quería dormir con él. Acurrucado al lado de su marido, apoyado en uno de los brazos fuertes, oyendo el sonido de su respiración regular, se sentía feliz.
Esa proximidad era diferente a todo lo que jamás había experimentado antes. Extraña sí, sin embargo, por primera vez, no pensaba en huir o evitar sus sentimientos. Inspirando el perfume de esa piel caliente, sólo quería permanecer junto a ese cuerpo viril para siempre. No conseguía entender por qué encontraba tanto alivio junto al caballero rojo. Pero el hecho era que él le transmitía calor, protección y lo hacía sentirse deseado.

Inmerso en la oscuridad, conseguía hasta imaginarse que se trataba de un matrimonio normal, tal vez hasta mejor que el de la mayoría, porque ambos parecían interesarse uno en el otro, algo raro en las uniones entre nobles. Jimin tenía consciencia de su afecto en reacción a Yoongi y, a pesar de la hostilidad inicial, creía que él le dedicaba alguna consideración. Por lo menos era lo que podía entrever en los momentos de pasión.

Allí terminaba la pretensión de normalidad, pues el esposo nunca había logrado ver a su propio marido a la luz del día o a la luz de las velas...

Por más que intentase visualizarlo, la tarea se mostraba imposible. Aunque hubiese recorrido los contornos del rostro de él con las puntas de los dedos, no era artista y no podía imaginarse la realidad a partir del contacto táctil. ¿Serían los cabellos de Yoongi negros como la noche, castaños o rojizos, para hacer justicia a su título de caballero rojo? Oh, Dios, cómo le gustaría saber...

-Querido... -la voz de su marido, baja y profunda, desvió el rumbo de sus pensamientos. Él lo besó en la frente, haciéndolo sonreír y acurrucarse contra su pecho. ¿Ese hombre nunca lo dejaría descansar? Aún exhausto, sabía muy bien que podría ser fácilmente persuadido de entregarse a los placeres del sexo otra vez... y otra vez. -Se está haciendo tarde. Es mejor que vayas a tu cuarto ahora.

Jimin abrió los ojos sorprendido, a pesar de no ser posible divisar nada más allá de oscuridad.

¿Entonces él lo estaba despidiendo? ¿No podía pasar la noche allí? Los sentimientos maravillosos que crecían en su corazón quedaron reducidos a polvo. Inmediatamente se levantó y buscó su vestido. Cuando no consiguió encontrarlo, maldijo en voz baja. ¿O sería un sollozo?

-Jimin, querido...

El tratamiento cariñoso sólo le provocó desdén. La palabra tierna no tenía la menor importancia. ¿Después de todo cuál era el motivo de ser llevado a la cama como un prostituto?, a quien se le paga por un momento de placer con algunas monedas de plata. Aferrado a un resto de dignidad que le quedaba, continuó buscando sus ropas, las manos temblando incontrolablemente. Yoongi le sujetó las muñecas e intentó abrazarlo. Sin embargo, él se negó a aceptar el contacto y dio un paso hacia atrás, tropezando con los perros.

-¡Mierda! -Sintiéndose al borde de un ataque de nervios, Jimin ya estaba dispuesto a salir de los aposentos de su marido envuelto en una manta cuando él le entregó sus ropas. En cuestión de segundos, se vistió y estuvo listo para irse.

-Jimin... tus zapatos.

¿Min se estaba burlando de él? ¿Cómo había podido imaginarse que ese hombre arrogante le podía dedicar un poco de afecto? Oh, Dios, sólo quería desaparecer y olvidarse de lo que había sucedido en esa cama.

-Buenas noches, esposo. Duerme bien.

Furioso, el tuvo ganas de azotar la puerta con fuerza. No lo hizo sólo porque la puerta era demasiado pesada y uno de los Hoseok aguardaba del lado de afuera. El criado lo acompañó hasta su cuarto sin decir una sola palabra. De repente su propia cama le pareció enorme, vacía y solitaria. Sería una larga noche. ¿Cómo podría dormir bien?

Married to the devil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora