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Durante la cena, Yoongi se felicitó a sí mismo, pues por lo visto, esa breve conversación con su cuñado había surtido efecto. Seokjin pasó toda la comida conversando con su hermano. Tal vez el muchacho no fuese del todo malo. Tal vez sólo hubiese dejado que el deseo de venganza sobrepasase a cosas más importantes.

La noche transcurrió rápida y agradablemente y aunque ya fuese muy tarde, Yoongi se sentía apesadumbrado de dejar el salón principal. El lugar estaba lleno de personas que admiraban a su doncel, desde aldeanos celebrando la derrota de Hyunjin hasta los siervos más antiguos de la familia Park. Viendo tantos pares de ojos fijos en él ex lord del castillo de Busan, Yoongi le pidió que cantara, y fue apoyado por los presentes.

Todos parecían familiarizados con los talentos de Jimin, pues tan pronto la voz melodiosa sonó, Yoongi notó que un viejo criado se acomodaba mejor en la silla y cerraba los ojos, entregándose a la música. Pero él mismo no conseguía cerrar los ojos a la belleza delante suyo. Había pasado muchas noches sólo oyéndolo cantar, sin poder verlo. Ahora observaba cada movimiento de su esposo. Él continuaba siendo esbelto, era difícil creer que ese cuerpo perfecto abrigaba a su hijo.

Al terminar, Jimin fue inundado de elogios y aplausos. Hasta Seokjin demostró su admiración.

—Me había olvidado que cantabas tan bien —él dijo, y Yoongi sintió que su cuñado estaba siendo sincero.

Notando que su esposo comenzaba a mostrarse cansado, Min decidió que era hora de dar la noche por terminada.

—Jimin —Seokjin lo llamó. — Quiero despedirme de vos ahora pues voy a partir mañana muy temprano.

—Te Deseo lo mejor —él respondió, el rostro impasible, desprovisto de emoción.

—Y yo te lo deseo a vos también. Pueden quedarse en Busan tanto tiempo como quieran, aunque yo no sepa cuándo volveré. Y.. gracias por haber cuidado tan bien de nuestro hogar.

—De nada. —Jimin sonrió dulcemente y lanzó una mirada significativa en dirección a su marido, sabiendo muy bien que había sido él el responsable del cambio de actitud de su hermano.

Cuando los dos estaban a solas en el cuarto, él le dio un codazo en el estómago y comenzó a reír.

—¡Eh! ¿Por qué eso? —Yoongi indagó, fingiéndose ofendido.

—¡Eres un sinvergüenza, Caballero Rojo! ¿Dónde está esa fiera terrible y amenazadora? ¿Qué tipo de hechizo le hiciste a mi hermano para obligarlo a elogiarme?

Yoongi se esforzó por aparentar inocencia, lo que sirvió para hacerlo reír todavía más.

—Actitudes así son extrañas al carácter de Seokjin. Juro que, en toda mi vida, jamás recibí una felicitación de mi hermano. Sabes, hasta estoy pensando en esparcir esa historia por ahí. Apuesto a que la leyenda creada en torno al caballero rojo sufriría con una noticia así. ¿Notaste cómo los criados de Busan te evitan por tu terrible reputación?

—No sé por qué estás protestando. Siempre creí que el mito del caballero rojo te agradaba bastante. ¿Después de todo no fuiste vos quien dijiste que yo acostumbro a comer el hígado de mis enemigos?

—Hígado no, corazón —Él lo corrigió, doblándose de risa.

Después de quitarse la túnica y colocarla sobre una silla, Yoongi miró a su alrededor, reparando en la suntuosidad del cuarto enorme. Busan era tan diferente de Daegu. Construido más recientemente, el hogar de los de Park había sido proyectado teniendo en mente la comodidad. Los aposentos eran más espaciosos y más calientes, decorados con muchos muebles y tapices. No era raro que Jimin extrañara Busan, siendo Daegu, siempre tan oscuro y frío.

Married to the devil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora