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—¡Yoongi! Vamos — Jimin habló de repente. —¡Levántate! —Él saltó de la cama y agarró el brazo de su marido con ambas manos buscando, sin éxito, obligarlo a moverse. Era como intentar mover un árbol gigante, con las raíces firmemente plantadas en el suelo. —No puedes negarme esto ahora.

Cuando Yoongi lo miró, con un aire escéptico en el rostro, se apresuró a explicar:

—¿No me entiendes? ¡Podemos salir de este cuarto juntos! ¡Estamos libres! —Animado, Jimin comenzó a vestirse, casi tropezando con los perros. Sintiendo la excitación de su amo, los animales rozaron sus hocicos en las piernas masculinas, queriendo saltar.

Desprendiéndose de ellos con unas palmaditas discretas en sus cabezas enormes, el terminó de arreglarse, ansioso por demostrarle al pueblo de Daegu que su lord no era ningún demonio, sino el hombre más guapo de todo el reino.

Vibrando de alegría, Jimin abrió uno de los baúles donde su marido guardaba sus ropas, buscando algo adecuado para la ocasión. Se decidió por una túnica rojo sangre, finamente trabajada, que resaltaría el tono de la piel y los cabellos de Yoongi. Un traje perfecto para que el caballero rojo volviera al mundo de los vivos.

—Usa esta. Quiero exhibirte. ¡Oh, sí al menos Taehyung estuviese aquí! Él estaba siempre irritándome con historias fantásticas respecto a vos, quería hacerme creer que me había casado con un hombre de dos cabezas y con garras en lugar de pies. ¡Sólo querría que él pudiese verte ahora!

La respuesta de Yoongi fue una protesta indiferente. Sin embargo, se levantó de la cama y después de vestirse, se quedó delante de su esposo. Jimin contuvo la respiración maravillado, observando la imagen resplandeciente. Con la túnica roja y con un cinturón de oro, él transmitía fuerza y virilidad.

—Tienes cabellos tan lindos... — Jimin murmuró.

Yoongi se rió y acarició los cabellos suaves de su esposo.

—Tus cabellos son lindos, esposo. Estoy feliz de poder verlos con mis propios ojos. —Min besó sus hermosos cabellos dorados y miró fijamente el rostro de su doncel.

El Caballero Rojo era un hechicero, Jimin pensó, sintiendo un calor agradable extenderse por su cuerpo, dejando sus rodillas temblorosas y su respiración jadeante.

—Vamos, antes que a tu mente se le ocurran otras cosas — lo provocó sonriendo.

Los dos descendieron las escaleras en silencio, inmersos en la oscuridad, hasta que finalmente llegaron al salón principal.

Sin embargo, si esperaba causar una impresión poderosa sobre la primera persona que encontrasen en el camino, Jimin quedó profundamente decepcionado. Pues fue Hoseok quien primero los vio y el rostro impasible del siervo no demostró la menor sorpresa.

— Es bueno verlo, mi lord. — Él criado habló con calma antes de volver su atención a sus quehaceres.

Sin embargo, la aparición repentina del barón provocó una reacción más intensa en Glenna, quien estaba viniendo de la cocina cargando una bandeja con platos y copas.

—Glenna, mi lord va a almorzar con nosotros hoy —Jimin anunció feliz.

La cocinera dio una mirada al Caballero Rojo y entonces dejó caer la bandeja al suelo, el ruido estridente hizo eco en el ambiente enorme.

—Oh, voy a ayudarte. —En el mismo instante en que Jimin se arrodilló al lado del siervo, recogiendo los pedazos de la loza. Pero al mirar a su marido, no consiguió contener el entusiasmo y habló bajito, sólo para los oídos de Glenna.

—¿Y entonces? ¿Qué crees? ¿No es guapo?

—Bien, mi lord... —La cocinera parecía indecisa, sin saber exactamente cómo responder. — El... él parece un poquito amenazador.

Married to the devil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora