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  -Car!

Las vacaciones de navidad habían sido realmente divertidas y relajantes. Hacía casi más de un año que no veía a mi familia, por lo que ir un tiempo a Chelsea fue lo mejor. Pero como siempre, las cosas buenas se acaban, y hay que volver a la rutina.

-Caroline! - volví a llamar a mi mejor amiga.

Ella se encontraba a unos pocos metros de mí hablando animadamente con Scott.

Hace como 3 años que conocí a Caroline.
Nos tocó juntas en la clase de inglés el primer año de universidad. Ella conoció a Scott en la biblioteca y desde entonces somos amigos. Sí que es verdad que a Car le gustaba algo más que como un amigo, pero eso ya es otra historia.

Car se giró en mi dirección al escuchar que la llamaba por tercera vez y me sonrió para luego venir a abrazarme. Saludé a Scott con dos besos y entramos en el edificio.

Las tres primeras horas de clase se me hicieron algo largas; en el descanso hablamos sobre nuestras vacaciones de navidad y para mi mala suerte, como si ese día el tiempo estuviese en mi contra, las tres siguientes horas también se me hicieron largas.

Las calles de Bray estaban cubiertas de nieve. Había tramos donde había placas muy finas de hielo, y si no andabas con cuidado podrías acabar con un moratón en el culo. Recuerdo el año pasado cuando, después de terminar el trabajo de filosofía en casa de Corey, fuimos a por un chocolate caliente a la tienda de su tía y me estaba riendo tanto con sus anécdotas de verano que pisé un trozo de hielo y me caí al suelo, haciendo que el chocolate de mi vaso cayera en mi cara y mi chaqueta. Estaba tan caliente que hundí la cara en un montoncito de nieve por unos segundos y Corey se reía tanto que se le saltaban las lágrimas, a lo que yo me reí también. Hice el ridículo y acabe con un resfriado, pero sin duda es un buen recuerdo.

Cerré la puerta principal mientras Caroline dejaba caer ruidosamente su mochila en el parqué del apartamento y se tumbaba en el sofá. Después fui yo la que dejó caer la mochila en el suelo y me senté cómodamente en el sillón de al lado.

- ¿Y bien? ¿Qué te apetece comer? - preguntó ella.

- Bueno, hace bastante frío en la calle y hasta noto mis huesos congelados, así que yo opto por que el menú de hoy sea sopa y am... No se, una ensalada o algo.

- Si, por mi está bien -dijo cerrando los ojos.- pero hoy cocinas tu y yo pongo la mesa.

- Ey! Eso no es justo! -dije haciendo un puchero. - La última vez dijiste igual y luego fui yo la que cociné y puso la mesa. Levanta el culo guapa, no seas tan vaga. - Sonreí

A Caroline se le escapó una pequeña carcajada después de mi comentario sobre su vagancia.

-  El caso, yo hago la sopa y tu pones la mesa. De acuerdo? Bien, no creo que sea muy difícil, no?. -se levantó del sofá y se estiró. - Por cierto, hace un poco de frío. ¿Está encendida la calefacción?

Ella se abrazó a sí misma y frunció el ceño. Yo me levante y fui a encenderla.

- ¡Ahora sí!¡No tardes mucho que tengo hambre! - grité para que me oyese desde su cuarto.

Horas después me encontraba en el Toy Planet sirviendo pizza. Era mi cuarto año en este lugar y ya no me resultaba tan duro; además, ahora los empleados podíamos comer pizza gratis, lo que era una ventaja porque Caroline y yo cenábamos mucha habitualmente. Hoy no estaba muy lleno así que me podía sentar tranquilamente a leer los nuevos menús o hablar con mis compañeros sin problemas.

Estaba entretenida jugando con un mechón de mi pelo cuando alguien puso bruscamente las manos en el mostrador, haciendo que salte en mi sitio de la sorpresa. Levanté la vista.

- Hey! Hola Soph! - me llamó Michelle, una compañera.

- Hola Michi, creí que ya no vendrías, no sueles llegar tarde. - dije dándole dos besos en forma de saludo.

- Lo sé, pero empezó a llover mucho y había mucho tráfico, así que decidí esperar a que pasara la tormenta para venir. ¿Ha llamado Tom?

- Nope -dije sentándome en el mostrador - ¿Ha ocurrido algo con él?

Ella sonrió algo apenada

- Que va. Es solo que hace mucho tiempo que no llama y desde que se marchó a Italia a trabajar... Tú sabes. Se le echa mucho de menos por aquí. De hecho, muchos de los clientes que suelen venir preguntan por el para asegurarse de que está bien.

- Que yo sepa no ha llamado pero sí que se le echa de menos. ¿Quién me va a tirar ahora harina en la cara? -dije haciendo una mueca graciosa con tono dramático, a lo que Michelle río. - Sin duda, él le daba chispa al restaurante

- Y que lo digas. Oye, ahora vengo que tengo que cambiarme.

Asentí y fui a limpiar las mesas que estaban ahora libres.

Poco después de que mi compañera se fuese, la puerta del local se abrió, dejando entrar un aire muy frío. La campanita de la entrada comenzó a sonar y cuando parecía que el aire cesaría, entró un chico en el local, cerrado la puerta tras él. Parecía distraído, como si estuviera analizando el local en busca de algo o alguien. Debí quedarme mirándole durante esos pocos minutos, tal vez segundos, desde que entró en el Toy Planet, porque cuando me di cuenta el había puesto su mirada en mi.

Reached |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora