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Mi respiración era irregular, las lágrimas caían sin cesar por mis mejillas y mis manos estaban echas un puño mientras golpeaba a Harry en el pecho. Era confuso como me podía sentir miserable y triste en ese mismo momento, pero a la vez llena de odio y ganas de darle una paliza. La conversación seguía tratando sobre mi madre y su nombre sonaba repulsivo sobre los labios de Aidan.

- Ya te dije que no sé dónde está - dijo el otro hombre con voz débil.

- Tienes dos días, ¿me oyes? - dijo Aidan elevando la voz. - Dos malditos días para encontrarla y decirme donde está.

Después de un silencio, se oyó un gruñido brutal. Entonces yo me derrumbe del todo, mis brazos se enroscaron alrededor de la espalda de Harry y escondí mi cabeza en su pecho, mojándole la camisa. Yo sabía que él no sabía que estaba ocurriendo, pero aun así, no preguntó y es algo que le agradezco. En mi mente se volvieron a realizar preguntas a las que no podría encontrar respuesta. El ruido de la música parecía lejano y el efecto del alcohol parecía que iba a abandonando mi cuerpo poco a poco. El me abrazó con más fuerza y fue entonces cuando dejé de pensar.

- Te llevaré a casa - dijo con voz demandante.

Yo me separé un poco de su pecho y le miré a los ojos.

- ¿Qué? No, mis amigos están aquí, no puedo irme.

- Sophia, estas ebria y realmente parece que no te encuentras bien. Necesitas descansar.

- Pero yo no quiero ir a casa - me separé completamente de él. - Quiero beber más, no quiero ir a casa para estar metida en la cama todo el día y llorar como una niña pija de esas. Yo me quedó.

Hice un puchero y me crucé de brazos. Tenía las mejillas pegajosas de tanta lágrima y la garganta seca. Él, simplemente se acercó a mí y besó mi frente. Luego puso su mano derecha en mi espalda baja y susurró levemente:

- Vamonos

Empezamos a andar hacia no sé dónde. Jace tenía el coche y el iría con Matt y Caroline a casa, por lo que a mí me tocaría ir andando; y no sabía si Harry había venido en coche o moto o autobús. Vale, lo último no lo veo muy probable, pero mis dudas se desvanecieron cuando vi que nos dirigíamos a un Audi color plateado. Harry me soltó para dar para vuelta al coche y subir en el sitio de conductor. El sonido de la puerta cerrándose no me motivo a moverme, me quedé mirando el auto sin saber qué hacer. ¿Siempre soy tan ridícula?

Me agache para ver por la ventana y Harry me miraba frunciendo el ceño. Bajó la ventanilla para decirme que subiera pero sólo me reí. Realmente yo parecía bipolar. Me repitió que entrara al auto pero yo di un pasito hacia atrás y giré en mi misma con los brazos extendidos. Oí la puerta del coche cerrarse y pasos acercándose a mí. Seguía dando vueltas mientras me reía. Abrí los ojos y vi que abría la puerta de mi lado, pero como yo no cedía, el me paró por mi espalda, me cogió como pudo desde la cintura e intento meterme en el coche. Yo me sentía como una niña pequeña, pero de repente me sentía mejor y los sucesos ocurridos minutos antes parecían haber desaparecido por completo. Puse mis manos casi en el techo del auto e hice fuerza para no entrar mientras que el intentaba meterme. Finalmente acabe riéndome y el aprovechó para introducirme dentro del coche y cerrar con seguro. Tal y como lo he dicho parece que soy un objeto, que tonta. Cuando llegamos a mi apartamento, me tire en plancha al sofá, pero fallé y me caí al suelo.

- Amor, te vas a hacer daño

Inmediatamente yo fruncí el ceño.

- No vuelvas a decirme así. - dije sentándome en el sofá, apoyando los pies en la pequeña mesa.

- Lo que sea - gruño rodando los ojos. - Tomate el vaso de agua y la pastilla. Me tengo que ir a casa si no quiero llegar tarde mañana a la pizzería y soportar una bronca por tu parte.

- ¿Has fisgado en mi casa para buscarme una maldita pastilla y un vaso de agua?

- Me lo agradecerás, ten. - dijo entregándome el objeto de cristal.

Yo le miré sin entender porque hacía todo eso por mí. Afirme con la cabeza.

- Gracias

Hice lo que me dijo y le acompañe hasta la puerta.

- Gracias por lo de esta noche - dije pellizcándome el puente de la nariz. - No le cuentes a nadie lo ocurrido por favor.

- No es nada, te veo mañana.

Entonces volvió a besarme la frente y se fue bajando las escaleras.  Mi bolsillo comenzó a vibrar pero ninguna música salía de él.  Cerré la puerta y miré el reloj del salón. Las 3 de la mañana, ¿Quién llama a estas horas?

Jace.

Recordé que me había venido sin avisarles y probablemente estuvieran muy preocupados.

- Heeeey. ¿Qué pasa?

- ¿Estás loca? ¿Dónde mierdas estas? Llevamos más de una hora buscándote pero no apareces. Y poco después un chaval nos dice que te fuiste con un chico en su coche a quién sabe dónde.

¿Sabes lo preocupados que estábamos?

- Sí.. Esto... Pasó algo y me encontré con uno de mis compañeros de la pizzería y me trajo a casa y yo.. Tenemos que hablar.

- ¿Estás bien?

- Emh si, si, tranquilo. Pero es importante, recuérdamelo mañana, ¿vale? Te quiero.

Fui a mi cuarto quitándome la ropa y me subí en una silla para coger el álbum de fotos que había encima del armario. Me hice un moño mal echó y me senté como un indio en la cama. La portada del álbum era morada con tonos verdes y pequeños tréboles. La frase Bei Vecchi Tempi (Los buenos tiempos) estaba escrita de forma curvada, precisa y delicadamente en medio de esta.  Siempre me gustó guardar los momentos en fotos para algún día decir "Hey, este día fue genial". La primera hoja estaba escrita, pero nunca me había parado a leerla hasta ahora. Tal vez era por miedo, o porque no estaba preparada o porque no me llamaba la atención, pero tenía la corazonada de que estaba en el momento indicado. Lo malo es que me quedé dormida antes de poder hacerlo.

Reached |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora