Capítulo 2: Inicio

774 88 51
                                    

Al abrir mis ojos nuevamente, todo a mi alrededor era oscuro, no había nada. No se encontraba ni un solo rayo de luz en el sitio, todo estaba sumergido en un profundo silencio. Comencé a caminar sin rumbo alguno, caminé y caminé, sentí que pasaron horas o incluso días, sin embargo, extrañamente no estaba desesperada o cansada por aquel infinito camino que parecía no tener fin. Ese lugar me transmitía tranquilidad, paz y sobre todo, no había dolor alguno, mi pecho se sentía sereno en ese tipo de ambiente.

Estuve caminando por un buen tiempo, minutos y horas pasaron seguramente; hasta que final, pude ver en el horizonte un pequeño punto blanco. Aquel minúsculo punto comenzaba a hacerse cada vez más grande conforme me acercaba a él. Era luz, había encontrado un poco de luz en aquel inhóspito lugar. Corrí hasta llegar a ella, aquel punto blanco que había visto a la distancia, resultó ser una hermosa esfera brillante, llena de una preciosa luz blanca. Me senté en el suelo y con cuidado la tome entre mis manos, estaba fascinada por aquel inusual objeto y por lo tanto, la mire de manera curiosa. A pesar de aquella brillante luz que desprendía la esfera, que parecía ser de cristal, no sentía que dañase mis ojos al tenerla tan de cerca.

Al mirar con más atención en el interior de aquella esfera, pude notar cómo habían distintas imágenes siendo reproducidas dentro de ella. De inmediato, pude identificarlas como mis propios recuerdos, muchos de ellos desde mi niñez hasta el día de hoy. Sentí muchas cosas a raíz de todas esas escenas que me mostró la bonita esfera de cristal, la nostalgia, aquel deseo de regresar en el tiempo por todos los recuerdos de mi niñez, esos días en los que era tan feliz con mis hermanos. El momento en cómo gané mis cicatrices, cuando conocí a Mikey, el día en que vi por primera vez a los hermanos Haitani; cada una de aquellas escenas pasaba delante de mis ojos. Por todo lo que había visto, pude sentir una gran calidez y añoranza por cada momento, sin embargo, con ese cálido sentimiento vino una inmensa tristeza que inundó mi corazón.

Debido a la tormenta de emociones que estaba sintiendo, pequeñas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas hasta mojar la esfera que se encontraba entre mis manos. Me dispuse a limpiar los rastro de aquellas lágrimas sobre dicho objeto, cuando un nuevo recuerdo apareció en ella, mi pecho se estrujo y un fuerte punzón de dolor me golpeó al verlo. Fue el día en el que decidí confesar mis sentimientos a los chicos. Aquello sucedió hace exactamente un año, poco después de haber cumplido mis diecisiete. Lo recuerdo con claridad, ese día fue el inicio de todo.

Aquel día resultaría en uno realmente importante, no veía a los chicos en días, tal vez incluso semanas, los echaba muchísimo de menos. Esa mañana desperté decidida a finalmente decirles todo lo que sentía por ellos, todo aquello que mi corazón estuvo guardando en lo más profundo de el por años. Era pasado el mediodía y me encontraba en mi habitación, era un mar de nervios por la sola idea de que algo saliera mal, lo había planeado desde hace tanto y de verdad quería que todo fuese a darse a la perfección.

La manera en la que decidí declararme a esos chicos dueños de cada uno de mis suspiros, podría incluso resultar algo inusual y tal vez hasta cobarde, ya que me decidí por plasmar mis sentimientos en cartas, pero aquello no me importaba en lo más mínimo, había planeado hacer esto desde hace meses y decidí llevarlo a cabo hoy mismo. La sola idea de recordar lo que había escrito en aquel papel me hizo inevitable que un calor abrazara mi rostro y mis mejillas comenzaran a vestirse de rojo, simplemente no podía evitarlo, estaba muy nerviosa a pesar de lo decidida que estaba a llevar a cabo mi plan aquella tarde. Era el dia, finalmente iba a decirles todos aquellos sentimientos que he reprimido por muchos años.

Guarde ambas cartas en el bolso que llevaría y fui hasta mi armario donde tomé la mejor ropa que tenía, todo sería perfecto. Dejé la mudada que había elegido sobre mi cama y fui hasta el baño a tomar una ducha, no tarde demasiado y al salir, de inmediato comencé a vestirme. Un precioso vestido blanco con un hermoso estampado de girasoles en la falda y unas lindas sandalias blancas a juego con el vestido, fueron las prendas que escogí aquella tarde. Fui hasta mi tocador y solo me puse un poco de maquillaje, me perfumé y peiné mi cabello en una coleta alta, estaba lista.

Hanahaki |Ranzu & Rinzu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora