Capítulo 4: Desesperación

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Han pasado ya varios días desde que ingresé al hospital, estando bajo un reposo absoluto, es algo molesto y el ser constantemente monitoreada también es algo tedioso y muy cansado. La situación con mi Hanahaki no ha mejorado mucho, se ha mantenido controlada, lo que deja por el momento calmados a todos.

Me da mucha tristeza no poder estar tanto tiempo como me gustaría con mis hermanos, las horas no son suficientes, pero también agradezco profundamente el que Mikey y su familia vengan también a visitarme casi a diario, es sin duda algo muy reconfortante.

— Señorita Akashi, el doctor me manda a informarle que en la siguiente hora de vista puede salir al jardín un rato, no hay peligro alguno — aviso de manera tranquila una de las enfermeras.

— Muchas gracias — agradecí y ella se retiró haciendo una reverencia.

Mire mis manos, llevando una a mi pecho, me da mucha tristeza que en ningún momento he visto por aquí a Ran y Rindou, mis hermanos junto a los Sanos se niegan a decirme algo respecto de ellos, los extraño pero intento distraerme y no pensar tanto en ello para evitar una recaída. Alzó la vista al escuchar unos toques en mi puerta.

— Adelante — niego rápidamente, disipando aquellos pensamientos, sonriendo levemente al ver sé quién se trata — Mikey...

— Hola — me sonrió tiernamente, con una pequeña pizca de tristeza — Me dijeron que hoy si podías salir al jardín, ¿Estás lista?

— Si.... Vamos — no me gusta esa mirada, no me gusta verlos sufrir por mi culpa.

Mikey salió y entro nuevamente con una silla de ruedas, acercándose a mi lado. Me ayudó a bajar el suero de la intravenosa, no pude objetar nada al ser alzada cuál princesa y dejada con sumo cuidado en la silla.

— Gracias Mikey, disculpa todas las molestias que te estoy causando — baje la mirada, pero Mikey se puso de rodillas frente a mí, tomando con fuerza y delicadeza mi rostro.

— No es ninguna molestia — su tacto era suave. Me hacía estremecer cuando sonríe — Yo haré cualquier cosa por ti, Haru. Cualquier cosa — se levantó, posicionándose detrás de mí, comenzando nuestro recorrido hacia el jardín.

El camino fue tranquilo y silencioso, no había tanta gente como imaginaba, Mikey en todo momento procuro ser cuidadoso hasta llegar al jardín trasero del hospital, un lugar hermoso.

Con cuidado llegamos hasta una banca dónde me volvió a cargar y dejar con cuidado sobre ella.

— Gracias Mikey — agradecí, tomando mi cabello al sentir una fuerte brisa llegar - Lamento mucho quitarte tu tiempo.

— No, no, no. Tu no me quitas nada, al menos ya no mis dorayakis.

— Mikey — le mire alzando una ceja algo divertida por ese comentario — Bueno, no se puede evitar, pero cuando salga de aquí, no sé salvarán tus dorayakis.

Ambos nos miramos y comenzamos a reír con ello.

Eres más hermosa cuando sonríes.

Seguí riendo hasta que escuche que Mikey murmuró algo.

— Perdona ¿Dijiste algo? — le mire con una sonrisa, limpiando el rastro de lágrimas que habían salido de tanto reír.

— Que hermoso está el día.

— Si, extrañaba tanto la luz del sol — cerré mis ojos, disfrutando del calor de los pocos rayos del sol que había, pronto comenzará el invierno — ¿Cómo te está yendo en la escuela? ¿Ha pasado algo emocionante últimamente estos días?

Comencé a llenar de preguntas a Mikey, estaba curiosa por saber que ha pasado, por saber que fue de ellos de ser posible.

— Pues... sin ti me duermo más seguido en clases — dijo afligido. Poniendo cara de sufrimiento.

Hanahaki |Ranzu & Rinzu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora