Capítulo 27

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—Sabes que no es necesario que te quedes conmigo, ¿verdad? —preguntó Louis en cuanto bajaron del avión y se dirigieron al auto que ya los estaba esperando. El ojiazul ya sabía cuál era el destino de aquel auto y no podía sentirse más incómodo— es decir... no es que no te agradezca ni nada, pero la gira–

—La gira está suspendida y Liam está reagendando para el siguiente año, también está hablando con la compañía que generó los boletos en las partes faltantes –por no decir todo el mundo– y les regresarán el dinero, aunque igual hay la opción de que lo presenten el siguiente año. Niall me habló del buen trabajo que hiciste —tomó su mano y dios, que bien se sentía— además, si no me quedo yo ¿quién? ¿Charlotte?

—Espera, ¿suspendiste la gira? —lo miró incrédulo— ¿toda?

—Déjame nombrarte todos los países que nos faltaron —sacó su teléfono de manera juguetona, cosa que hizo a Louis bufar—. No sabemos cuanto tardes en recuperarte... además tendremos muchos juicios si queremos a Simon en la cárcel.

Louis soltó un gemido disgustado y hubiera replicado algo de no ser por los continuos pitidos que daban sus oídos por el estrés, retiró su mano de la de Harry y sobó sus sienes.

—¿Es realmente necesario que este allí? —murmuró, agradecía que la enfermera fuese en otro carro, ya la preocupación de Harry era mucho.

Harry formó una mueca.

—Sí, eres el principal. Sin tu testimonio solo tendrá cargos menores —y para él menores era el robo de sus canciones, lo de Louis y Niall no tenía un nombre justo a su parecer—. Tendremos abogados ahí.

—En verdad, no quiero estar —pasó una mano por su rostro, tratando de quitar la idea de verlo otra vez.

Bien, lo había soportado y colocado una máscara al frente cada vez que necesitaba ir a su oficina o al lugar que lo citaba, también la ocasión donde se dio cuenta que su cuerpo ya no estaba limpio, al menos como él lo sentía antes. Todas y cada una de las personas a las que debía– no, que quería proteger siempre ayudaban a que esa fortaleza no se derrumbara, aquí y ahora con la preocupación de Harry flotando a su alrededor, la de Liam, Niall y todos quienes estuvieran enterados lo ponían en una situación muy frágil. Era como arroparse en un fuerte con las mantas más tibias que mantenían su guardia baja.

Y para ser sinceros; no creía que al salir de nuevo fuera a recuperarlas.

—Detente —Harry tomó la mano que tallaba uno de sus ojos, apretando los labios cuando notó el área enrojecida—, no vas a estar solo, Louis. Vamos a estar todos y sabes que no hablo solo de mi, Gemma y mi madre no querrán quedarse fuera.

—Ese es el problema —murmuró, sintiendo su piel punzar un poco debido a todo lo que se había frotado— desde ayer siento que ustedes me limitan, no de una forma mala... pero no me siento capaz de ver a Simon con ustedes conmigo —suspiró.

Antes de que Harry pudiera responder algo remotamente estúpido, el auto se detuvo frente a la enorme fachada del hospital St. Thomas, lo cual fue un alivio –y un regaño– para calcular mejor sus palabras.
La enfermera de apoyo le explicó todo lo necesario al doctor y nueva enfermera que se quedarían en su lugar, resaltando aspectos importantes e incluso cosas mínimas que ella tendría en cuenta. Louis recordaría enviar una remuneración al hospital donde pasó la noche, solo en agradecimiento, claro.

Después de finalizar el tema lo obligaron a sentarse en una silla de ruedas, era eso o la humillación de entrar en el hombro de Harry. Claro, entre más espectáculo le dieran a las fans escondidas en los robles de alrededor, mucho mejor ¿no? Sinvergüenza.
Para ser sincero sí, se sentía de la mierda y débil como una hoja en otoño pero no veía la necesidad de quedarse. Lo mínimo que esperaba al volver a Londres era ver a su hermana para comprobar que estaba bien y sacar de su cabeza la idea de verla como su madre... no estaba seguro de poder olvidar alguna vez las palabras de Simon sobre ella.

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