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No dudaron en hacerlo cuando Hayley vio como ese chico les apuntaba con su arma y no dudaba en apretar el gatillo. Por suerte, esa bala no impactó en nadie.

–¡Venga, corred! ¡Yo los distraigo! –volvió a decirles Axel.

Tanto Aiden como Hayley comenzaron a correr, a pesar de que ninguno quería dejar a Axel solo, e intentaron alejarse de allí lo más rápidamente posible. Miró hacia atrás un momento, para asegurarse de que no les seguían, pero lo que vio fue a Axel peleando con dos de esos chicos mientras otras dos chicas y un chico más corrían tras ellos, apuntándoles con sus armas.

Intentó seguir un consejo que Ezra le dio hacía días: correr en zig-zag e ir escondiéndose a través de los troncos de los árboles para distraer a quien sea que le pudiese seguir. Pero en esa ocasión los dos amigos se encontraban cansados; sobre todo Hayley, quien no había podido descansar mucho esos últimos días y no tenía tanta energía como parecían tener las tres personas que les seguían.

Hayley no vio la rama saliente del suelo, tropezó y su cuerpo cayó hacia delante. No pudo evitar el golpe. Aun así, se levantó rápidamente con la ayuda de Aiden, quien se detuvo para ayudarla y apuntó hacia atrás con su arma.

–Venga, Hayley. Adelántate tú –le pidió con urgencia.

Con una mueca de esfuerzo, se recompuso y volvió a la carrera, pero se había doblado el tobillo al caer y, aunque no era nada grave, sumándole ese golpe a la poca energía que tenía... sentía que volvería a caerse en cualquier momento.

Miró hacia atrás y apuntó con su arma, disparando sin siquiera apuntar a nadie, simplemente para intentar detener o distraer a alguna de esas tres personas, y corrió un poco más hasta que se dejó caer tras un gran tronco de un árbol, cubriéndose y con la respiración totalmente agitada. Las otras tres personas detuvieron su carrera y apuntaban y disparaban hasta ese lugar, pensando que Hayley y Aiden atacarían en cualquier momento.

–No puedo más –dijo entre jadeos–. Aiden, vete tú.

–¿Qué dices? No te voy a dejar aquí.

–No te hagas el héroe ahora, por favor. Estoy demasiado cansada para seguir ahora mismo. Vete ya.

Aiden miró hacia atrás con cuidado y se cubrió al instante con el tronco cuando volvieron a disparar hacia ellos. Volvió a mirar a Hayley y no lo dudó ni un segundo. Pasó un brazo de ella por el cuello de él y él por la cintura.

–Ya hemos perdido a Maddox, no te voy a perder a ti también.

Tiró de ella hacia arriba y, sujetándola con un brazo y sujetando el arma con su mano libre, siguieron corriendo. Hayley sentía sus piernas como si fuesen gelatina, pero puso todo su esfuerzo en seguir corriendo con la ayuda de Aiden mientras éste también apuntaba hacia atrás y apretaba el gatillo.

Pero volvió a sentir que sus piernas fallaban.

–Aiden, joder, que llevo sin apenas dormir cuatro días y apenas he comido, no puedo –se quejó.

–Deja de ser cabezona –dijo él y siguió tirando de ella. Pero él también parecía estar cansado y, un minuto más tarde, se detuvo–. Vale, sigue tú. Los voy a distraer.

–No, Aiden, tú también no –se negó ella.

Pero un disparo interrumpió la conversación agitada que estaban manteniendo.

Pareció que el tiempo se detuvo cuando Hayley vio que el cuerpo de Aiden fallaba y de sus labios se escapó un hilo de sangre que resbaló por su barbilla. No tardó en adivinar que le habían disparado en la espalda.

Dio un paso hacia él y sujetó su cuerpo para que no cayese al suelo, pero no podía con él.

–No, no, no, no. Por favor, Aiden, no –comenzó a decir, tirando de su cuerpo para intentar cubrirse tras un árbol, sin importarle que estuviesen a punto de pillarles a los dos.

Un día para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora